La Patria Consumista
El justicialismo es un realismo crítico, no un realismo mágico. Se nutre de la realidad, de los hechos, de lo que existe como tal para diagnosticar en función de la consiguiente transformación en los marcos de la democracia republicana. Por eso, un justicialista de veras protesta y repudia a quienes aseguran que en la Argentina se está llevando a cabo una “revolución”. Cuando todos vemos que semejante entelequia es una farsa, un antifaz, una máscara que oculta las maniobras delictivas de una nueva oligarquía político-sindical.
14 de Abril de 2011
Los poderosos están en el poder. Y son ellos quienes hacen y deshacen a favor o en contra de la sociedad que, cautivada por las mieles del consumismo sojero, prefiere –por ahora- mirar para otro lado y avalar la profecía autocumplida: “Cristina ya ganó”. Pero Cristina ni ganó ni es todavía candidata. Aunque todo el circo mediático gire en torno a su reelección.
¿Está enferma Cristina? La que está enferma es la sociedad, atravesada por la indiferencia, la anomia, la hipocresía, azotada a mansalva por la inmoralidad de una casta politiquera sin parangones. La Presidenta tendrá altibajos, su tarea es compleja –aunque nadie la obliga-, pero la que marcha al matadero es la mayoría obnubilada por el tener cada día más, embobada por “gran hermano”, idiotizada por el igualitarismo chambón y macaneador de los portadores de la ideología de género, babeante por la culología tinellista.
La raíz de la inseguridad ciudadana, precisamente, está en la degradación de los valores que hacen valiosa a la sociedad. Nihilismo puro. Del nihilismo liquidador nada bueno puede esprarse. Un pibe que se forma en un hogar destruido, que no termina la secundaria, que en la esquina le ofrecen paco y cerveza, que le generan necesidades permanentemente, que mira la tele y ve largas filas de automóviles rumbo a la Costa u otros lugares turísticos y él se queda en el barrio, en medio del barro, del griterío de sus hermanos que piden algo para comer, que andan descalzos en verano e invierno, que los mosquitos lo ametrallan y el frío le duerme las manos y los pies, que le faltan pilchas y celular, ¿qué otro camino tomará? Empieza por las menudencias. A otro igual que él le robará las zapatillas, o el celu, o la billetera, la mochila, lo que venga, y si tiene que tajear, tajea. Lo importante es empezar a tener lo que le falta porque si no tiene no es y si no es, se lo comen los gusanos de la sociedad maldita. Ya habrá tiempo para arreglar con la poli…
Ese es uno de los orígenes más comunes que determinan el surgimiento de la delincuencia, que para arriba se agiganta. El sindicalista corrupto o el político harán lo suyo, a escala ciclópea. Los mejores autos, las mejores comidas, las mejores pilchas. Y así todo, dale que va, a afanar que se acaba el mundo. Total, los reboludonarios de Macondo justificarán desde 6,7,8, Duro de Domar, Barcelona o algún otro medio oficialista, que jamás hubo tanto crecimiento económico. Nunca reconocerán que el crecimiento también es de la droga, de las injusticias, del incumplimiento de la ley, del robo político-sindical, de la vista gorda de los empresarios, de los periodistas veletas, de los opositores tibios, de los curas que ponen las cuatro mejillas, de los adultos que se apendejan, de los docentes que se hacen estudiantes.
En los 60 y 70 cualquier militante político mostraba sus disidencias con la sociedad consumista, por la destrucción que implicaba en el ecosistema, las relaciones sociales y la familia. Se luchaba por la “patria peronista” o la “patria socialista”. Hoy los reboludonarios progres son abanderados ricos de “la patria consumista” y propician su profundización. Nada más alejado de la política grande para una patria grande. Pero una patria grande requiere grandeza. Y una dirigencia que miente a destajo para justificar la cultura de la muerte, lo único que posee de grande es la de billetera.
El consumismo es cultura de la muerte. Mientras no se enfile el debate hacia sus fundamentos y se postergue la discusión de los alcances y límites del capitalismo global en su proyección local, ningún plan estratégico de país será válido. Y seguiremos sometidos por los cancerberos de la destrucción masiva, gendarmes eficaces de un modelo tan nefasto como la perversidad de sus ideólogos.
Por Horacio Enrique Poggi, para El Ojo Digital Sociedad
Blog: http://horaciopoggi.blogspot.com/
Por Horacio Enrique Poggi, para El Ojo Digital Sociedad