Decisión Capital
Mauricio Macri decide en estas horas no sólo su futuro político sino el de la oposición. Lo hemos dicho hasta el hartazgo: Macri no es la derecha neoliberal. Es el centro neodesarrollista, properonista, de convicciones y acciones republicanas, que –mediante un mensaje más preciso y más elaborado- podría conseguir adhesiones en todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, esa identidad es desvirtuada con brutalidad.
Tampoco sus seguidores y allegados son eficientes para esclarecer a la opinión pública. Se dejan arrebatar por el relato oficial que indefectible y necesariamente requiere de la polarización entre la vetusta fórmula “izquierda-derecha”. ¿Un problema de comunicación? Sí, porque se gestionó con audacia y diversidad. La creación de la Policía Metropolitana. O la tarea monumental en Cultura a cargo de Hernán Lombardi. Por citar sólo dos ejemplos de los tantos que abundan (ya lo verán en la campaña).
Ricardo Alfonsín desprecia a Macri, reeditando el relato oficial. Su estrategia apunta a conquistar a la progresía, pero la progresía no gana elecciones. La clase media está fragmentada y tentada por la “patria consumista”. Hoy el grueso de la clase media vota a Cristina. Estómago lleno y tarjeta de crédito, los grandes electores que cautivan a este sector.
Abajo, entre los trabajadores no registrados de la Provincia, la situación es distinta. De Narváez le ganó a Kirchner con el voto del segundo cordón. El Colorado mantiene su prédica en ese espacio aunque sigue lejos de Daniel Scioli, a más de diez puntos. El Gobernador se planta con claridad y reivindica su identidad moderada y de centro. Lo que Macri es pero gracias a Durán Barba ha dejado de ser…
En términos ideológicos, la Unión Cívica Radical (UCR) en manos del afonsinismo es socialdemócrata. Si comprendiera que Macri es socialcristiano y abandonara los prejuicios, las oposiciones lograrían superar el divisionismo. No porque quedaría un solo candidato para confrontar con Cristina, sino porque se generarían condiciones de consenso inéditas. Y el consenso es para el pensamiento sedicioso lo que el agua bendita a Satanás.
Por tanto, Macri tiene el testimonio en sus manos. ¿Lo pasará?. La candidata del PRO en la Ciudad es Gabriela Michetti, que hizo una floja elección en 2009. Pero ante la oferta antimacrista adquiere una relevancia superlativa teniendo en cuenta que los vaivenes de Pino Solanas lo han perjudicado –la Ciudad no es un premio consuelo- y Filmus continúa con su chapa de perdedor aún siendo la mejor oferta oficialista. Además dentro del mismo kirchnerismo a Filmus le desconfían. En este esquema de complejidad electoral manifiesta, si en algún momento el PRO puso en riesgo a la Ciudad por desaciertos políticos o tibieza, hoy ese riesgo parece lejano.
Pero Mauricio Macri también puede ir por la reelección. Contra todos. Como en 2007. Hace cuatro años lo acusaron de lo mismo que lo acusan ahora. Dependerá del grado de compromiso que los porteños hayan adquirido en un período en el que el relato oficial ha sido redoblado y el poder establecido -la nueva oligarquía- no escatimará recursos y diatribas para vencer a la "derecha", esa derecha imaginaria que existe en la mentalidad reboludonaria de quienes al amparo estatal, son legión. Y avanzan, enarbolando banderas insólitas. Gente grande. Juvenilia. Apendejados. A fuerza de kaja preparan la campaña más sucia de la historia.