Falsedades y cobardías
"La madre de los imbéciles está siempre embarazada" (refrán italiano)
En estos días, en los que nadie parece entender qué vendrá si el kirchnerismo consigue, a través de algunas de sus variantes, conservar el poder después del 10 de diciembre, volvió a mi memoria ese refrán que, pese a su procedencia original -o tal vez por eso mismo-, tan bien describe la situación de nuestra sociedad.
Y lo que lo trajo fue la actitud de las empresas que aceptaron, para no hacer olas, el aumento de los representantes del Estado en sus directorios, como fueron los casos emblemáticos de Consultatio y Banco Macro, que encabezaron una lista de once compañías dóciles frente a las arbitrariedades del Gobierno.
Es más, en el acto de asunción de José Ignacio de Mendiguren como nuevo Presidente de la Unión Industrial Argentina, pudieron oírse voces que reprochaban al grupo Techint -ni hablar de Clarín- su inflexible resistencia a aceptar pasivamente este nuevo avance oficialista, de marcado sesgo chavista, porque distorsionaba el panorama general de genuflexión.
El argumento sobre el que se apoya la crítica, calcado del expuesto por los lenguaraces del Gobierno es real -la cantidad de directores que pretende imponer no alcanza para torcer las decisiones de los órganos de administración- pero es falso a la vez, porque no tiene nada que ver con lo que debe discutirse.
Lo que está verdaderamente en cuestión es que, una vez más, doña Cristina, eludiendo inconstitucionalmente al Congreso, dictó un decreto de necesidad y urgencia que, por carecer de ambos requisitos, desobedece e ignora un fallo de la Corte Suprema de Justicia que establece, claramente, en qué casos y circunstancias puede recurrirse a ese adefesio jurídico.
En resumen, lo que importa es que el DNU es ilegal e ilegítimo y, en tal carácter, su utilización debe ser rechazada por todos los afectados. Sin embargo, con el pánico que caracteriza a nuestros empresarios cuando está en juego el favor del gobierno de turno, la gran mayoría de estos optó por tolerar este nuevo atropello, cerrando así un poco más el nudo de la cuerda con la que serán ahorcados.
Porque ésta es la cuestión: todos, sin excepciones -pero, sobre todo, aquellos a los que su esfuerzo, su suerte o su capacidad de lobby han puesto en posiciones de poder-, debemos negarnos a permitir que, desde la Casa Rosada, se continúen vulnerando las instituciones de la moribunda República.
Pero la triste realidad es que las empresas y las cámaras solo pueden contemplar el horizonte de la semana siguiente. Por esa miopía, por ese mal entendido instinto de supervivencia y, sobre todo, por cobardía, admitieron las amenazas y los disparates economicos ejecutados por don Guillermo Moreno, una de las herramientas más nefastas de don Néstor (q.e.p.d.) y de doña Cristina han utilizado contra el país y su futuro.
La Corte, la misma que esta semana contempló impertérrita que la Ministro de Seguridad nuevamente desconociera un fallo judicial expreso, la misma que ha dejado de cumplir rol de última defensa de los ciudadanos para transformarse en un instrumento de las desfachatadas políticas del Gobierno, tiene que actuar, y hacerlo ya mismo.
Peor aún, no hubo reaccion alguna del alto Tribunal cuando el Poder Ejecutivo, a través de los absurdos bigotes del inefable don "Animal" Fernández, se dio el penoso lujo de apretar a una juez que otorgó una medida cautelar.
Si bien carece de los medios reales (ninguna fuerza de seguridad la obedecería) para ejercer el poder de policía necesario para ordenar la inmediata detención de los funcionarios que desobedecieran sus mandatos, tiene la enorme arma legal del pedido de juicio político.
Los miembros del alto Tribunal, hasta ahora tan cuidadosos de sus pasos institucionales cuando se pueden pisar los callos de los pies del Ejecutivo, pasarán a la historia con las mismas lacras que hoy ensucian los curricula vitæ de la gran mayoría de sus antecesores. Han permitido que todo el andamiaje jurídico previo, construído a lo largo de nuestra historia (constituído por los principios de legalidad, de presunción de inocencia, de ley penal previa, de ley más favorable), fuera convertido en papel mojado para servir a los espurios intereses de los Kirchner y su banda.
De nada les servirá, cuando el tsunami llegue, escudarse en algunas sentencias que dictaron contrariando los deseos del Ejecutivo porque, en la realidad, nada hicieron para imponer su cumplimiento. Los casos del Procurador Sosa, los fallos vinculados a las jubilaciones, los desalojos relacionados con el Riachuelo, la intervención en el gremio de los Aeronavegantes, son algunas de las muestras de esa inoperancia y de la absoluta falta de redaños de los señores jueces. De allí que seran tan responsables como los mismos Kirchner del desastre institucional en que la Argentina está sumida y que se agravará si el oficialismo consigue retener el poder.
La otra novedad importante de la semana fue el frustrado apriete que intentó el hombre del camión sobre doña Cristina; cuando resultó evidente que no conseguiría reunir el numero necesario de asistentes, el discurso viró e intento parecerse al que, en el mismo lugar, la CGT realizó para forzar la fórmula Juan Perón-Eva Perón.
Cuando hablo de frustración me refiero, estrictamente, a las matemáticas, porque don Hugo había anunciado que reventaría la Avenida 9 de Julio con quinientas mil personas, y solo obtuvo unas sesenta mil. Las causas políticas de ese fracaso -las conspicuas ausencias de doña Cristina y los Gordos- hicieron que el eje cambiara y todo dejara de estar al servicio exclusivo del Negro para transformarse en un reclamo de clase, más afín a los interesados oídos del Ejecutivo y sus cómplices.
No puedo dejar de mencionar la tristeza y la repugnancia que me provocó ver a gran parte de los funcionarios públicos de primer nivel, muchos de los cuales -Scioli y "Animal" Fernández, sin ir más lejos- estuvieron en las gestiones de Menem, de la Rúa y Duhalde, soportar impertérritos el cúmulo de falsedades que Moyano derramó sobre el pasado desde su atril, como un eslabón más de la construcción de un relato con el que se pretende reescribir nuestra historia.
Ambos hechos, por lo demás, (me refiero al avance del Ejecutivo sobre las empresas y a los anuncios de Moyano sobre injerencia obrera en las mismas) no hacen más que espantar a los pocos inversores que aún creen que la Argentina puede ser un buen destino para sus dineros. Sin ellos, no será posible recuperar puestos de trabajo, mejorar los índices de pobreza e indigencia y contener la inflación.
Como vengo diciendo en mis últimas notas, hoy mis esperanzas y mis expectativas están centradas en el exito de proyectos como Votar Unidos (Votarun), al que veo día a dia crecer y afianzarse. Probablemente no llegue a tiempo para influir en forma determinante en las inminentes elecciones, pero tengo la más absoluta seguridad de que se constituirá en una alternativa viable y positiva para el futuro argentino.
Mientras tanto, habrá que seguir peleando con las escasas armas (en especial, la pluma y la palabra) que tenemos a nuestra disposición; una pobreza en materia de instrumentos que proviene del espíritu cortoplacista y acomodaticio de los dirigentes de toda índole, y de la pequeñez moral de casi todos nuestros políticos, incapaces de poner al país y a su porvenir por encima de sus meros apetitos personales.