El arte (de perturbar a los otros)
Por suerte, esto casi no se observa en otros países. Podría decirse que es algo exclusivo de la Argentina. Y no es necesario exhibir una notable intelectualidad para su ejecución. Me refiero al arte de molestar a los otros. De eso se trata, y en nuestra Patria se presenta con rigor diario. Lamentablemente, hablamos de una desviación o transformación de la protesta o el derecho de huelga.
La democracia implica -entre otras cosas- poder expresar lo que uno desee. Pero, ¿es acaso democrático perjudicar a terceros? En mi opinión, no creo que lo sea. Entiendo que a veces ese vuelve necesario llamar la atención para que un gobierno se ocupe de algunos temas. Sin embargo, ya hemos alcanzado el extremo. Y todos ellos son malos.
Desde el punto de vista jurídico, el Derecho de Huelga se encuentra consagrado en el Artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Si repasamos el Artículo 19, leeremos: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan a la orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero...". Finalmente, el Derecho a Huelga estaría ingresando en abierto conflicto con el mencionado Artículo: se perjudica a otros.
Creo entender que el derecho a huelga no tiene como fin perturbar a otras personas. Antes bien, la meta es hacerse oír ante la violación de otra garantía, pero sin tener que recurrir al corte de una calle o la toma de una entidad o edificio.
Si observamos el mismo conflicto desde el punto de vista un trabajador que debe arribar a su espacio laboral a las 9 a.m., ¿con qué situación nos encontramos? Tal vez se vea imposibilitado de tomar el tren o el subterráneo porque existe algún conflicto interno entre sindicatos. Por ende, se cortarán las vías. Si ese trabajador pretendiera viajar en colectivo, tampoco encontrará allí la solución: lo más probable es que se tope con la decisión de un gremio que ha propuesto un paro de actividades, en pos de su reclamo de aumento de salario. También podría acontecer que un puñado de manifestantes interrumpa el tránsito en una calle, avenida o autopista, bajo idénticos motivos. Si cualquier persona intentare salvar todos aquellos obstáculos y subirse a su vehículo, más que seguro deberá sufrir el corte de la autopista Panamericana, la Avenida 9 de Julio, la Avenida Corrientes, etc. O -con toda probabilidad- no encontrará estaciones de servicio que puedan proveerlo de combustible.
Todos aquellos que comienzan su jornada debiendo atender a estos inconvenientes (los denomino "terceros"), dan inicio a su día "con el pie izquierdo". La sociedad, finalmente, acusa descontento.
Por desgracia, la Justicia tampoco pone de suyo para resolver estos escenarios. O bien demora decisiones, o bien aquellos que deben acatar lo decidido por un tribunal se dignan a incumplir, porque se muestran en desacuerdo con el magistrado.
En tanto cada uno continúe pensando solo en sí mismo -sin comprender que pasa por encima de los derechos del otro-, mientras la Justicia no actúe como corresponde, y en tanto el gobierno eluda tomar las decisiones correctas para delimitar derechos y obligaciones, la sociedad argentina jamás se encontrará en buen término. Lejos estaremos -cada día más- de convertirnos en una nación desarrollada.