POLITICA: POR HORACIO ENRIQUE POGGI

Beatriz Sarlo y los pececitos de colores

Malas noticias para el relato oficial. En la Semana de Mayo recibió dos contundentes refutaciones. El 24, la ensayista Beatriz Sarlo participó del programa propagandístico 6,7,8 y les sacó los trapitos al sol a siete panelistas defensores y reivindicadores de la operación difamatoria más perversa que, desde la reconquista de la democracia, se haya montado contra opositores y críticos con dinero de todos los argentinos.

30 de May de 2011
La otra estocada provino de la misma realidad. En el Día de la Patria trascendió una denuncia por malversación de fondos públicos y lavado de dinero del flamante expresidente de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender, el protegido de Hebe de Bonafini, la deslenguada fiscal del derechohumanismo corrupto y mentiroso.

Así, una intelectual prestigiosa pero desconocida por la mayoría de la sociedad (Sarlo) y un parricida (Schoklender) que en 1985 fue condenado por asesinar a sus padres, se encargaron de sacudir a los reboludonarios que viven dormidos en el país de las maravillas, legitimando un sistema de enriquecimiento ilícito sin precedentes. 
 
Con poco, echando mano de una alpargata bigotuda como decimos en el campo, Sarlo desarmó partes del burdo relato oficial sustentado en un método primario que los K utilizan para ensuciar a quienes pensamos distinto. El método kirchnerista de 6,7,8 alcanza su objetivo en la edición de ciertas noticias, desfigurándolas, secándolas de información y convirtiéndolas en mensajes propagandísticos. De este modo la pretendida ideología gubernamental fortalece la divulgación de un discurso pretendidamente progresista, aunque de indisimulable autoritarismo. Discurso que deviene en materia prima para un círculo “militante” que luego se envalentona en las redes sociales y saca a relucir su patología fascista.
 
La propaganda de 6,7,8 es bruta y brutal. Como brutales son los calificativos empleados a la hora de insultar a opositores y disidentes. Los K primero etiquetan, demonizan,  descalifican, luego acuden al relato oficial. La derecha y la Iglesia son la dictadura. La progresía crítica le hace el juego a la derecha. Pagar deuda externa con reservas, aunque se deba cada vez más, es desendeudamiento. Fraguar las estadísticas del Indec, ocultar a millones de pobres, mentir los índices inflacionarios, silenciar el saqueo del Estado mediante una corrupción inédita, es hacerse cargo de los problemas... Un disparate. Pero de tanto repetir disparates hasta el hartazgo los convierten en “verdades relativas”. Viejas y conocidas mentiras. “Nuevos pececitos de colores”, según el filósofo posmoderno Hugo Moyano.
 
Sarlo, ante los panelistas K, no dejó que le cambiaran el asunto de debate. Tampoco permitió que la asociaran con el Grupo Clarín, El Enemigo. Y se negó a botonear a otros periodistas (aplausos, de pie). Con mucho carácter y personalidad,  los descolocó. Las caras de impotencia de Sandra Russo, La Dibujada. Los ojos saltones de Nora Veiras, La Mirona de Reojo. La verba sofística de Ricardo Forster. El perontruchismo de Gabriel Mariotto. Todos síntomas visibles de la derrota.  Quedó en evidencia que cualquier espada mediática K está acostumbrada a recurrir a toscas artimañas discursivas que utilizan de acuerdo a las conveniencias de turno. Tratan de envolverte con una ristra de acusaciones débiles, cargadas de inexactitudes para instalar su propia versión en desmedro del oponente.  Los desenmascaramos hace meses en Progresitos. Y no nos equivocamos.

Sin embargo, al margen de su formidable capacidad de debate, Sarlo comete injusticias históricas. Colocándose a la altura de Horacio Verbitsky, o de los revisionistas K. Es falso que el Partido Justicialista avalara la autoamnistía de los militares del Proceso. No figuró en la plataforma electoral del 83 ni mucho menos hegemonizó el mensaje prudente y reconciliador de Italo Argentino Luder, un hombre íntegro, republicano, de probada honestidad política e intelectual.  Cuando Luder declaró en el Juicio a las Juntas en ningún momento defendió las atrocidades de la dictadura. Asociar al PJ con la dictadura fue un recurso propagandístico de los radicales que les dio excelentes dividendos en las urnas. Luder, conocidos los resultados irreversibles del 30 de octubre, visitó a Raúl Alfonsín para felicitarlo. Un hecho desconocido hasta entonces. Alfonsín le ofreció integrar la Corte Suprema. Luder rechazó el ofrecimiento y se convirtió desde el llano en un opositor inteligente. El 6 de setiembre de 1987 encabezó la lista de diputados nacionales del Peronismo bonaerense y fue uno de los artífices de la recuperación electoral del PJ liderado por Antonio Cafiero y Carlos Menem.
 
Un estadista de los quilates de Luder, constituyente de 1949, abogado defensor del general Juan Perón y de Isabelita, presidente provisional en 1975, que se negó a ser un instrumento civil de los militares golpistas en reemplazo de la primera Presidenta Constitucional, no se merece que deshonren su memoria. Adjudicarle a su impecable estilo personal la derrota del 83 es tan mentiroso, simplista y ramplón como el relato oficial acerca de los derechos humanos. Por eso urge despejar tanta basura antiperonista. Sarlo y sus acólitos progres deberían recordar que el justicialismo fue la fuerza política democrática más castigada por la dictadura. Y que algunas expresiones aisladas nunca comprometen al conjunto.
 
Otra injusticia histórica de Sarlo se refiere a la guerra de Malvinas. En este caso específico, en la misma línea de Margaret Thatcher, la ensayista considera que la recuperación de la democracia ha sido el resultado directo de la derrota nacional en las Islas.  Sarlo, apelando a una tesis impactante, subestima las múltiples formas de resistencia a la dictadura que nacieron en los más diversos ámbitos. El autor de estas líneas comenzó a militar en 1980, con la revista Línea (“La voz de los que no tienen voz”), fundada y dirigida por José María Rosa. Pero ya se había conformado el Grupo Sindical de los 25 que lideró la resonante huelga de abril de 1979, Deolindo Bittel recorría el país pidiendo por la libertad de los presos políticos y la aparición con vida de los desaparecidos, el PJ había emitido un documento sin especulaciones ante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la CGT Brasil (Ubaldini), las 62 Organizaciones (Lorenzo Miguel), dirigentes de la talla de Raúl Matera, Vicente Saadi, Angel Federico Robledo, Menem, Cafiero,  y Luder, entre otros, repudiaban –de acuerdo a sus estilos- en durísimos términos al Proceso y abogaban por la pronta institucionalización del país. Sería insensato desconocer que algunos “compañeros” (y “correligionarios”) se plegaron a la “resistencia” después de Malvinas y que pronunciaban discursos explosivos, que dejaban azorados a los perseguidos de veras, pero el oportunismo ha sido siempre inevitable. Pedir “juicio y castigo”, o “paredón a todos los milicos que vendieron la nación” en la campaña del 83 era fácil. Como encarcelar a Videla a los 85 años...

Repugna la sistematización teórica de la mentira en nombre de un relativismo  sofocante del pluralismo y triturador de cualquier atisbo de verdad. Sarlo les puso los puntos a siete panelistas K. Nos reconforta la inteligencia. Es una intelectual respetada y respetuosa. Debemos apreciarla y aprender mucho de ella. Por su progresía exquisita a veces comete injusticias históricas.  Y eso mancha su aporte al debate en el Macondo de los K. Donde los pescaditos de oro del coronel Aureliano Buendía son pececitos de colores.

 
Por Horacio Enrique Poggi, para El Ojo Digital Política