Uruguay: se impone replantear el proyecto político-democrático de 1985
Prácticamente nadie en el Uruguay pone en duda la validez que, en lo fundamental, conserva aún el "Proyecto Político Democrático" planteado en 1985 por todos los Partidos Políticos, apenas regresó la democracia al país. Pero, seguramente, muy pocos serán los que consideren tal proyecto plenamente realizado y, con toda probabilidad, una gran mayoría estimará que existen serias fallas y extrema deficiencia en su actual administración.
Es a partir de aquí donde surgen las diferencias de opinión, no sólo en cuanto a las soluciones apropiadas sino respecto del problema; no es, simplemente, que a una misma cuestión se le den distintas respuestas: sucede que se formulan distintas preguntas.
Es importante no perder esto de vista pues, algunos -con las mejores intenciones- reclaman soluciones concretas, rápidas y viables, como si los problemas estuvieran claramente diagnosticados. Estos, consideran una pérdida de tiempo o una manía propia de académicos sin contacto con la realidad el detenerse a discutir sobre la naturaleza de la crisis del Proyecto.
Mi opinión es, por el contrario, que el progreso social y las reformas necesarias pueden depender más del tipo de preguntas y de la forma que se plantean que de la manera que son respondidas, y que, si bien es importante hallar soluciones adecuadas, más aún es plantear correctamente la problemática de fondo. En especial, no perder tiempo con tópicos mal planteados.
Discutir la naturaleza de la crisis del “Proyecto Político Democrático” no es, por tanto, un ejercicio académico sin valor práctico, sino condición necesaria para analizar la crisis internas que padece el partido multifacético de gobierno.
Un análisis de las encuestas de opinión más serias y confiables demuestra, en forma inequívoca, una clara tendencia a poner en duda la capacidad del Proyecto de 1985.
En efecto, si analizamos opiniones de 1985, ellas nos revelan no solo un amplio respaldo de los uruguayos al “Proyecto Político Democrático”, sino que también se refleja expuesto un desbordante optimismo en cuanto al futuro con respecto al destino del país. Se ha comprobado un alto grado de confianza en el sistema político.
Por una parte se muestra que una gran parte del electorado uruguayo se opone al golpe militar (83%) y a los sistemas monopartidistas (75 %) y reconoce la necesidad de elecciones y de la crítica al gobierno (81 %); asimismo atribuyen una gran importancia al voto como medio de influir en el gobierno (74%) y obligarle a que se ocupe de los problemas del pueblo (75%) y manifiestan un claro respaldo a las elecciones (73 %).
De los resultados se extrae que una gran mayoría de encuestados manifiesta un sentimiento de incapacidad para influir en las decisiones del gobierno (71 %); se expresa en maneras muy críticas de los partidos políticos, pues no solo consideran que están muy atomizados (89%), sino que presentan como controlados por oligarquías (81%), o bien exclusivamente preocupados en ganar las elecciones (86%).
Otra porción considerable de la ciudadanía (85%) se muestra muy crítica sobre el destino incierto que tiene el pago de sus impuestos, tanto nacionales como municipales.
La juventud se presenta disconforme con su formación y sus posibilidades de futuro (80%). Otra importante mayoría (85%) se muestra indiferente por la política, desconoce a sus integrantes y no tiene interés en que se le comprometa con situaciones del pasado.
Desgraciadamente no se puede abarcar aquí a todas las áreas de la acción gubernamental y política, aunque se percibe una acentuación de las críticas al “Proyecto Político Democrático” de 1985 vigente y aún sin actualizar, notándose una creciente erosión de la confianza en la capacidad del sistema político para hacer frente a los problemas de los ciudadanos. Se observa, igualmente, una creciente cuota de pesimismo (especialmente en los jóvenes) respecto de las posibilidades futuras de progreso personal y acerca del destino del país.
Ante este escenario, nos preguntamos si acaso no ha llegado el momento de replantear el “Proyecto Político Democrático” de 1985, o bien de actualizarlo y enfocarlo hacia una mejora de la seguridad de la población, la tecnificación de la educación del actual sistema, y la transmisión de un futuro esperanzador para la juventud. De tal suerte que le permita tener un panorama más positivo.
Existen, sin embargo, temáticas heredadas de pasadas décadas, tales como la “Reforma del Estado”, que el Presidente Mujica considera se encuentra en marcha, habiendo hecho poco y nada al respecto.
Con una y otra posición, todos han demostrado que no han entendido la naturaleza y la gravedad del problema planteado.
Señor Presidente: de una vez por todas, tenga a bien conformar una comisión interpartidaria que actualice el modelo democrático y retorne la esperanza al pueblo. Lo que es más importante y urgente, ocúpese en devolver el prestigio y la confianza en el Poder Ejecutivo.
Sepa que hay un nuevo país al que debe responder y ante el cual rendir cuentas.