Pañuelito blanco
Hebe Pastor de Bonafini es presidenta de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Ella convirtió a Sergio Schoklender en El Apoderado. Y, tras el estallido del Madregate, ha designado a otros directivos, entre los que se destaca su hija. Por tanto, decir que debe ser investigada, junto a todos los sospechados de haber incurrido en la presunta malversación de fondos públicos y lavado de dinero, no es de "mala persona": es de estricta justicia. En tres años, el Gobierno Nacional le envió a la Fundación (que en los buenos tiempos fue una Asociación) 765 millones de pesos. Nada de "pelotudeces".
El escándalo coloca al relato oficial al borde del nocaut. Porque su columna vertebral –el derechohumanismo retroactivo- se ha quebrado, de raíz. La corrupción es más fuerte que las mentiras del modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social. Y el gancho a la mandíbula no lo propinó la vereda de enfrente (el macrismo, el neoliberalismo, el campo, el Grupo Clarín, Duhalde, Fontevecchia, Barrionuevo, La Nación). Fue la Madre de Él. Conspicua concurrente a los actos de la Casa Rosada. Aplaudidora de primera fila. Cadena nacional. Pañuelito blanco.
En la escena política cotidiana, el kirchnerismo se encuentra a la defensiva y ofrece absurdas versiones acerca de la necesidad de proteger a la madre putativa del parricida. Esta vez la verborragia infame de la Madre no le dará resultados satisfactorios. Quedó en medio de la investigación de una fortuna mal habida que con sus propias manos (en connivencia con Él) habría amasado mediante la prepotencia y la impunidad.
Hay que llamar a las cosas por su nombre en esta Patria de transformaciones quiméricas. Si Sergio Schoklender delinquió, su madre putativa no ha sido ajena. Pero un sector del periodismo fue cooptado por el relato oficial: mitad progresismo trucho, mitad sofisma. Los resultados quedan al descubierto y hablan sin artificios. Pero los cooptados prefieren callar, o apelar a la fraseología de ocasión que se les ofrece en una mesa de retazos donde abundan las falsificaciones. Todo por dos pesos. No hablamos de derechos humanos, sino de corrupción. Y quien busque una coartada para ocultar delitos, o para justificar aberraciones ideológicas, queda a la misma altura del dueto de la discordia.
Para evitar trampas dialécticas es elemental mantener el tema central de debate y no dejarse cambiar el asunto. Los kirchneristas son expertos en desviar lo esencial y de incorporar lo accesorio. “Si criticás a Hebe, estás a favor de los genocidas”. “Los pañuelos son sagrados, nadie los puede manchar”. Con este método que ya hemos refutado en varias ocasiones, metieron en la bolsa a varios progres de escasa formación cultural. Y de inocultable debilidad por los sobres…
El derechohumanismo retroactivo es esencialmente canalla. Estafa la sangre derramada. Le pone precio. Abreva en el doble discurso. Queda anclado en la Dictadura para hacer la vista gorda ante las violaciones de los derechos humanos del presente. ¿Alguien recuerda a la Madre putativa marchar por la aparición con vida de Luciano Arruga? Primero la bolsa (de Felisa). Después el pasado y la agitación reboludonaria. Hebe Pastor de Bonafini, al hegemonizar la noble causa de las Madres y hacer de ella una causa político-partidaria, no sólo la desnaturaliza. La destruye. La deja servida en bandeja. Para el Código Penal.
La mayoría de los 10.000 desaparecidos no ofrendó su vida por una empresa constructora ni por una “universidad” solventada con dinero oscuro. Los objetivos socialistas eran otros, discutibles o no, otros. Roberto Santucho, comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), proponía la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción, la estatización de la banca, la desaparición de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, la liquidación lisa y llana de la República, etcétera. ¿Qué montonero priorizaba la democracia y los derechos humanos? Se peleaba por la Patria Socialista, no por la Patria Consumista. Guerra revolucionaria, popular y prolongada. Los muchachos agarraban fusiles y no chequeras de oficinas estatales. Reducir la lucha armada marxista de los 70 a negociados que consolidan un “modelo de acumulación” que ayer los combatientes auténticos hubieran destrozado a los bombazos, suena a traición, a dislate, a tergiversación de la historia.
Los organismos de derechos humanos que permanecen independientes del relato oficial y sus estructuras de cooptación, seguirán siendo respetados. Adolfo Pérez Esquivel es el emblema más notorio del luchador coherente que supo mantener encendida la llama de la verdad y la justicia sin caer en los desbordes tormentosos de Hebe y compañía. Otras Madres acompañan en esta tarea sublime al Premio Nobel de la Paz. El honor, la dignidad y la decencia son encarnados por argentinos de conducta ejemplar que padecieron vejámenes y nunca transaron. Demostración cabal de que los derechos humanos se defienden y reivindican sin necesidad de la kaja.
Aunque el Canciller se enoje y despotrique somos millones los que anhelamos el pronto juicio y castigo a los culpables del Madregate. La “compañera” Hebe tendrá que dar explicaciones. Les guste o no a las cacatúas del relato oficial, siempre preocupadas en ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. En la medida que al Gobierno no se le ocurra la demencial idea de protegerla. Los ideólogos y operadores de la impunidad permanente deberían comprender que la construcción del futuro comienza en el manejo transparente de la cosa pública. Es una de las formas más humanistas y patrióticas que existen. Lo pernicioso y antidemocrático es apadrinar –directa o indirectamente- el saqueo de quienes se han apropiado de los derechos humanos para ponerlos al servicio del enriquecimiento ilícito. Esto sí que enluta la conciencia republicana de la Argentina sometida en estas horas al escarnio de minorías prostituyentes, vulgares y corruptas.