Analogías entre River y la realidad nacional
La Argentina, cuando era un país en serio, se encontraba entre las seis primeras naciones del mundo.
Teníamos 85 millones de cabezas de ganado. Quedan hoy apenas cuarenta millones.
Supimos ser el granero del mundo. País buscado por los europeos que venían a "hacerse la América". Exportábamos tecnología. Producíamos aviones a reacción. Fabricábamos barcos. Desarrollamos la energía atómica. Inauguramos centrales hidroeléctricas.
Nuestras universidades se contabilizaban entre las principales del mundo.
Brasil era casi un apéndice nuestro. Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, casi provincias, en comparación.
Algo nos sucedió.
Hoy ocupamos, con suerte, el lugar 81º en el concierto de desarrollo de los países del globo.
Brasil exhibe un Producto Bruto Interno tres veces superior al de la Argentina. Uruguay nos supera hasta en exportación de ganados.
Nos ubicamos ahora entre los cinco países con los índices de corrupción más elevados en el planeta. Y de absoluta inseguridad, tanto jurídica como personal.
Observábamos el 4% del Producto Bruto Mundial. Hoy no alcanzamos el 0,9%, ni siquiera con la soja a nuestro favor.
Sumamos incontables episodios de corrupción, clientelismo, narcotráfico, subsidios inmorales, y premios para quienes no trabajan ni lo hicieron jamás. Los beneficiarios son sospechados, investigados o corruptos de toda laya en más de un gobierno.
Abundan pruebas de compra de voluntades políticas, ya sea mediante la tristemente célebre Banelco y otras poco sutiles formas de bandidaje.
Nos hemos transformado en un país que no respeta la Constitución, las leyes ni tratados internacionales.
Otrora, para ser ministro era necesario exhibir una trayectoria, formación universitaria, preparación suficiente o experiencia.
Por estas horas, cualquier servil o idiota útil puede llegar a ser lo que el "dedo" disponga.
Hemos neutralizado la participación ciudadana.
Los candidatos se eligen entre cuatro individuos, o menos.
Claro, triste y lamentable ejemplo, es lo sucedido con la provincia de Mendoza, territorio que supo ser líder en la defensa de sus intereses, cualquiera fuera su Administración. Hoy, ni arrastrándose reciben en la Ciudad de Buenos Aires a personajes varios.
Los dirigentes de esta provincia cuyana son tristes empleados que reciben y acatan órdenes desde el poder central. ¡Así nos va!
Ríver Plate, acostumbrado a ser uno de los grandes equipos del mundo, jugará en el Nacional B desde el próximo mes de agosto. Aunque exhibió una mejor perfomance que la de nuestro país en términos de moral, educación, seguridad, que no juega ni en la "Z".
¿Quiénes son los verdaderos responsables de esta cruda y lamentable realidad?
¿Son sus dirigentes? ¿Es acaso la sociedad que no reacciona ante el robo, el latrocinio, el enriquecimiento de los dirigentes? Hechos que se acumulan con la misma rapidez que se engrosa la cifra de pobres y los niños que pierden la vida por inanición.
Los delincuentes -desde hace tiempo, institucionalizados- controlan importantes factores de poder.
No se pueden explicar, en países serios, casos como los que observan incontables magistrados argentinos. Personajes de la peor laya que no responden ni a la Constitución, ni al Derecho, ni a las leyes ni, mucho menos, a la Moral.
Y un país sin una justicia independiente, seria, honesta, no sospechada, deja de serlo, para transformarse en una republiqueta peor que bananera.
El caso de River, con su dirigencia sospechada desde hace años mirando al costado; con los grandes responsables de la debacle haciéndose los imbéciles; con técnicos no aptos; con jugadores sin corazón, y muchas otras cosas más, puede exponer una perfecta analogía para describir la realidad nacional.
Parte de ello no sería posible, sin algunos pseudoopinólogos que valorizan ciertos "favores" de amigos y amigas, por encima de la verdad. Que manufacturan y alimentan falsos héroes de la noche a la mañana. Ocultando a quienes trabajan por el bien de la comunidad.
Se empaña aquella verdad, hoy prostituída por el valor del dinero.
Una sociedad donde cotiza mucho más el "baile en el caño" antes que la devoción por el estudio, el conocimiento y la profesionalidad. Una sociedad medida de esta forma no tiene otro destino que sucumbir.
Tal como le pasó al club River Plate. Tal como podría sucederle el día de mañana, a Boca Juniors.
Algunos celebrarán. Pero continuarán sin darse cuenta, en su ignorancia, que esto es lo que nos pasa en Argentina.
* El autor fue Presidente e Interventor del Banco Hipotecario Nacional. Actualmente, reside en la Ciudad de Mendoza.