POLITICA: POR EL ARQUITECTO JOSE M. GARCIA ROZADO

No gobiernan: hacen política

Vemos azorados como, tanto el kirchnerismo como el PRO, se dedican solamente a hacer política y postergan la acción de gobierno, o bien confunden los actos proselitistas con el gobernar. Ambos se comparten culpas a partir de la propia incapacidad para ejercer el poder, desamparando unos al pueblo de la nación y al porteño los otros.

01 de Julio de 2011

La más grande y reciente fantasía, tanto del kirchnerismo como del macrismo, es creer que una nación o la Ciudad Autónoma pueden vivir sin gobierno; la meticulosa obsesión de CFK por la depuración de las listas de candidatos nacionales, provinciales y municipales denunció que estuvo dedicada a tiempo completo durante las últimas semanas a esa faena, y desde el pasado 28 de octubre a ejecutar el rito del “duelo” pretendiendo imponer el relato de la figura del ex presidente casi a la par del bronce de los prohombres de la patria.

En esta titánica tarea, que es imponer el relato, la acompaña su equipo más íntimo. A ellos, les sumó un equipo de gobierno de mayor confianza que hicieron suya dicha manía, alejándose totalmente de la obligación de trabajar para la nación y dejando a ésta y a su pueblo a merced de un supuesto “piloto automático” en el que ninguno ejercía las obligaciones para las que habían sido elegidos por “La Jefa”. Unos ayudaban a depurar los armados acercados obsecuentemente por gobernadores e intendentes, mientras otros se empeñaban afanosamente por auparse en las listas más que en administrar el país.

A este gigantesco circo de desgobierno, donde primaron la sinrazón, la corrupción y la inseguridad, se sumó alegremente el Jefe de Gobierno porteño. Mauricio Macri, escudándose nuevamente en el “no me dejan hacer, no me dejan gestionar”, viene realizando “la plancha” mientras transita oscuramente pero sin hacer olas hacia un acto eleccionario totalmente ignorado por la ciudadanía de Buenos Aires; unos y otro utilizan los recursos del Estado para su propio beneficio político y hacen de los actos de administración y las inauguraciones meros actos proselitistas: imponen al resto de sus respectivas oposiciones una inercia de ralentización que solo les conviene a ellos.

El fenómeno no es nuevo. En el caso nacional, desde comienzos de año se advertía que el Jefe de Gabinete era sometido a una operación continua de poda política, y quien debía ser el responsable institucional de la aplicación del presupuesto nacional estaba más preocupado por su suerte que por el destino de los fondos públicos. La injerencia de CFK en su área, con la quita del manejo de las fuerzas de seguridad –manejo cuestionado hasta por la Embajada que dejaba inferir nexos y conexiones con el narcolavado y el narcotráfico- lo llevó a priorizar el auparse a la lista de senadores por la provincia y así obtener fueros de cara al futuro.

El parloteador canciller ingresó de golpe en una zona de increíble silencio desde que cometió el atropello de violar una valija diplomática militar estadounidense que contenía supuestas “claves secretas” del Pentágono; ante el inusual e increíble incidente diplomático, CFK ordenó devolverle a Estados Unidos aquellos elementos incautados, hecho que se dio tardíamente y luego de que hasta el propio Barack Obama lo exigiera públicamente. Pero ahora es ella quien, con su nuevo y reiterado faltazo a las citas internacionales –como la ausencia en el encuentro de presidentes del MERCOSUR- genera turbulencias internacionales innecesarias, agregándole nuevos ruidos a las relaciones intrarregionales mientras aún resuenan los crujidos provocados por las medidas de Moreno respecto de Brasil y anteriormente China. Quedan pocos con quienes no nos hayamos malquistado o, por lo menos, a quienes no hayamos incomodado.

Macri intentó hasta el cansancio no autorizar la elección de jefes comunales. Cuando esto lo sobrepasó y debió aceptarlas, tanteó con separar las elecciones nacionales de las locales y más, luego de decidirse a ir por su reelección acorralado por las cifras que le impedían postularse nacionalmente; su candidatura a Jefe de Gobierno se asentó en dos ejes fundamentales, su accionar público y los actos de gobierno propalados como actos de campaña, y la mínima difusión de la elección porteña. Silenciar y dejar correr el tiempo enancado en los desastres del kirchnerismo, mientras en la Ciudad se realizan “parches” que amainan los verdaderos desaguisados que existen en el trasporte público, el abismo entre clases opulentas y excluídos tanto en salud como en educación, y primordialmente en el tema de la seguridad urbana. O sea, incumpliendo los ejes fundamentales sobre los que asentó su propuesta, cuatro años atrás.

Cristina Fernández mintió a sabiendas cuando, al nombrar a Amado Boudou como su vice, ponderó su capacidad y gestión en temas económicos, ésta brilló más por su ausencia que por el peso de sus iniciativas, ya que a esa “desaparición ministerial” deben agregarse las rencillas internas con el Banco Central y las constantes discordancias entre él y Marcó del Pont; lo que pasa es que, debemos reconocer, ambos fueron encumbrados cuando existía un “jefe” de la conducción económica en los hechos que no era ninguno de ellos, pues era Néstor Kirchner, como lo era también de la política nacional y hasta de la partidaria, aún con los desastres y el patoterismo con que lo ejercía.

Muerto quien era realmente “El Jefe”, comenzaron a destacar el desgobierno en todas las áreas, siendo notoriamente notable en el terreno económico, donde sobresalió un gobierno sin equipo. Ahora, para peor, los “candidatos” Boudou, Tomada, Fernández, Domínguez están más interesados en las elecciones de octubre venidero que en la conducción cotidiana del gobierno. Algo similar sucede en Capital donde Vidal, Santilli y varios otros se enroscaron en las respectivas candidaturas propias o de sus alfiles y acompañan en la anomia al Jefe de Gobierno para sufrimiento del vecino.

En ambos gobiernos –nacional y porteño- el resto de los ministros y funcionarios bregan para conservar sus cargos ante un hipotético segundo mandato; muchos de ellos, además, conspiran para ascender a los sillones que podrían quedar vacantes tras las elecciones próximas. La “pobre” Argentina se prepara, por lo tanto, para enfrentar cuatro largos meses con menos gestión de lo que ya se veía, que ya era muy poco en los dos casos. La pregunta que debe hacerse entonces la ciudadanía, es por qué uno oculta la elección inmediata -10 de julio- y los unos y los otros se encuentran más abocados a sus propias apetencias que a servir a aquellos que los han elegido.

Los mandatos de Néstor y Cristina poco tienen que ver uno con el otro: el de Kirchner fue significativamente mejor que el de la actual mandataria; entre los resultados de aquel podemos destacar el nivel de crecimiento económico superior al de ésta, importantes superávits fiscales y comerciales y un estilo más prudente para manejar el gasto público que contrastan con el déficit fiscal existente hoy y el casi nulo superávit de nuestra balanza comercial en franca disminución. La única habilidad del vice elegido ha sido la de inclinarse obsecuentemente ante las necesidades políticas de CFK y su subordinación a Guillermo Moreno, llegando a convalidar la intervención del INDEC y la desfachatez de los números de esta intervención. Tampoco supo poner reparos al despilfarro de los recursos públicos o las reservas del Central.

Así como la inoperancia fue el signo del macrismo –no construyó subterráneos, apenas completó lo iniciado por Aníbal Ibarra y avanzado decididamente por Telerman-, el gobierno de CFK y especialmente su candidato proclamado a vice se estrellaron estrepitosamente contra la inflación, que este año rondará un 30% y que además no solo que no incide “únicamente en la clase media”, como groseramente expresara éste personaje, sino que la misma afecta especialmente a las clases más desposeídas, las clases obreras y principalmente a los trabajadores en negro o a desocupados, jubilados y pensionados.

La clase media detesta a la Presidente de la Nación, al tiempo que la clase obrera, pobres y jubilados condenan abiertamente a Boudou por su incapacidad y soberbia, casi tanto como a “la Jefa”. Este sentimiento fue el que primó en la CABA para vetarlo con motivo de su fallida candidatura a Jefe de Gobierno; con escasos pergaminos como ministro y con un muy módico atractivo electoral, la pregunta ¿por qué Boudou?, carece verdaderamente de respuesta racional, seria e inteligente. A contramano del discurso-relato de CFK donde lo caracterizó como “uno de los arquitectos de un modelo argentino que no está atado a los vientos de cola del mundo”, la realidad de las propias cifras de su mandato replican esta aseveración presidencial, pues el PBI argentino cayó entre 2 y 3% durante 2009, consecuencia de la crisis internacional económica y financiera, y digan lo que digan, nuestra economía esta cada vez más atada a los vaivenes internacionales.

La economía global camina cada vez más cerca del abismo, con una Europa que discute en voz baja la propia continuidad del Euro, e intenta resolver el default inminente de Grecia y el arrastre sobre los demás países periféricos –Portugal, Irlanda, España e Italia-, y mientras Estados Unidos no logra consolidar su recuperación; mientras China toma recaudos ante la baja de consumo de sus más importantes mercados y comienza a lidiar con insurrecciones internas causadas por la incompatibilidad de una economía que crece sin incorporar a los sectores populares, atacada a su vez por una inflación incompatible e insostenible con su insensible sistema social. Brasil, por su parte, toma medidas para frenar una importante caída en el superávit comercial, que impactarán en las importaciones desde la Argentina.

Porque esta es una Argentina de papel. Es la Argentina del cristinismo, plagada de problemas en el horizonte donde priman la inflación, el desbalance fiscal, la merma del superávit comercial, los subsidios generalizados y descontrolados a la energía, el transporte, la comercialización de harinas, lácteos, etc. El Gobierno Nacional se encierra en el blindaje discursivo de un “modelo” solo existente en el relato oficialista, ajeno a las realidades nacionales e internacionales con la complicidad de una oposición que tampoco pareciera reconocer estas situaciones, que tendrán serias consecuencias para la economía nacional, pero fundamentalmente para el pueblo.

Una suerte de cultura aislacionista se instaló en la Patria y, en ese sentido, debemos aceptar que existe un verdadero triunfo cultural kirchnerista, muy parecido y similar al que nos instalara el menemismo durante el transcurso del “modelo” del menemato. 

Por el Arquitecto José Marcelino García Rozado, para El Ojo Digital Política