POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Elecciones en Capital Federal: Cristina Fernández, madrina de la derrota

Apuntes necesarios sobre lo que dejaran los comicios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aguda preocupación en las filas del kirchnerismo y los seguidores de la Presidente de la Nación.

12 de Julio de 2011

A priori, se amontonaban las opiniones que pugnaban por presentar a Mauricio Macri como un amateur, en virtud de su decisión de bajarse de la carrera presidencial. Con el "diario del lunes" en mano, se ha comprobado ahora que el ingeniero e hijo renegado de Franco terminó obsequiándole una durísima lección a un bien nutrido núcleo de encumbrados analistas políticos.

El Jefe de Gobierno porteño consolidó una estrategia cuasiguerrillera, en la que acomodó sus limitadas fichas de la mejor manera posible. En primer término, se notificó respecto de que podía provocar un daño mayor al oficialismo cristinista desde su reducto en la Ciudad de Buenos Aires, nunca dejando de considerar el posterior efecto nacionalizador de los números que luego arrojaría el escrutinio. En segundo lugar, eligió ubicar al rabino Sergio Bergman como primer candidato a Diputado, removiéndolo de la poco ejecutiva posición de Vicejefe: sabía Macri que su victoria anotaría la cereza del postre, con el religioso confrontando con el inocuo Juan Cabandié (La Cámpora), el liquidado Aníbal Ibarra y doña Gabriela Cerruti (ex Página 12). Los resultados están a la vista: el tándem Macri-Vidal barrió el suelo con Filmus y Tomada, en tanto que Bergman hizo lo propio con Cabandié (el aspirante a legislador que resultara mejor ubicado dentro del kirchnerismo, a la luz de los cómputos finales).

Como en el popularísimo juego estratégico TEG, el hijo de Franco Macri y socio-pariente de los Calcaterra ordenó lo mejor de sus recursos para defenderse con uñas y dientes en la Capital Federal, descripta por momentos como la "última fortaleza" del PRO. En este preciso instante, muchos malinformados especulan que saldrá rápidamente a condimentar la candidatura presidencial del lomense Eduardo Alberto Duhalde, pero nada de ello ocurrirá en el futuro inmediato, especialmente si se considera que Jorge Todesca solo contabilizó los votos que le arrojaron sus familiares y amigos. Como corolario, vale apuntar que Macri no tiene por qué apresurarse para rescatar al señor de Lomas de Zamora de los brazos de sus ineptos operadores a cargo de la campaña (Carlos Brown, Ramón Puerta y Osvaldo César Aráoz, entre otros "notables" salvavidas de plomo). En política, los criterios para el análisis jamás son tan lineales.

Los objetivos del Jefe de Gobierno no eran menores, y tampoco lo eran las dificultades. El morador de Bolívar 1 debía enfrentar un escenario riesgoso por partida doble: combatir al posible desgaste acusado por su gestión y, por otra parte, imponerse al siempre poderoso aparato de propaganda del Gobierno Nacional. Este último invirtió todo lo posible en métodos inapelablemente emparentados a la campaña sucia, como ser una inversión millonaria en afiches insultantes y operatorias montadas con timing y precisión desde el espectro judicial porteño, espacio en donde el polémico juez Roberto Gallardo ya ni siquiera oculta su simpatía con el oficialismo que mora en la Rosada.

Macri no es ningún estúpido, aunque tampoco es la corporización de un mesías o de un hombre iluminado. Simplemente, aprovechó los recursos de que disponía con la meta de aprovechar la sinergia de su espacio. En simultáneo, el bueno de Daniel Filmus comenzaba a exhibirse visiblemente sobrepasado, a partir de furibundas peleas internas y la mala publicidad con que hundieron su campaña los torpes jovenzuelos de La Cámpora y la insanablemente antipática personalidad de la militante "gay-lésbica" María Rachid.

En rigor, debe apuntarse que a la dupla Filmus y Tomada se les hizo precio. Porque los inabarcables mecanismos del destino no le brindaron a Mauricio Macri los casi tres puntos porcentuales necesarios para alzarse con la totalidad del cotizado botín en primera vuelta. El alcalde porteño conocía perfectamente -antes de tiempo- los números que las encuestas de opinión le acercaban, pero se autoimpuso un criterio de cautela, en virtud de la lección de humildad que Fernando "Pino" Solanas le obsequiara en la campaña anterior. El vecino de la Ciudad es una rarísima avis, y también es un personaje particularmente caprichoso: arrojará a la hoguera a todo aquello que destile tufillo a soberbia, y lo ha hecho saber en incontables oportunidades. De ello se ha notificado hoy la Presidente de la Nación Cristina Fernández quien, de forma paulatina, deberá ir poniendo sus prolijamente cuidadas extensiones en remojo. Porque, si acaso se ha derribado un mito, es aquel que pujaba por promocionar que su figura exhibe, en este territorio, un 49% de intención de voto. Si ello fuera remotamente cierto, Daniel Filmus -a quien los porteños relacionan inmediatamente con la primera mandataria- hubiera peleado los números con mayor vigor. La operación de inteligencia montada por la consultora Poliarquía no ocultó la siniestra mano del kirchnerismo cristinista, que "entregó" numerología favorable a Macri pero pretendió responsabilizar de antemano a Filmus por la inexorable debacle en las urnas. Y es que, precisamente, desde Balcarce 50 ya se ha puesto en marcha una exasperante maquinaria comunicacional para desligar a la viuda del desastre, permitiendo que el ex ministro de Educación cargue -en soledad- con todo el peso del herrumbrado yunque de una derrota que no le pertenece.

Daniel Filmus no es el padre de la derrota porque sea "un buen tipo" (que lo es). La primerísima madrina de este holocausto electoral es Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, y sobre ello no deberán quedar dudas. Acompañaron la tesitura de la estupidez la Rachid, Amado Boudou, el "camporismo" juvenil, Aníbal Fernández, Claudio Morgado, Juan Cabandié y -muy especialmente- Nilda Garré. La titular de la Cartera de Seguridad volvió a engrosar su ya voluminosa enciclopedia de tropiezos ordenando aquel risible operativo para saturar de elementos de Gendarmería y Prefectura el sur de la Capital. Semanas antes, había dado la orden de reprimir a los revoltosos de Santa Cruz que habían acudido al centro porteño para destruírlo todo. La decisión no fue errada, pero tornó en demagogia cuando estaba claro que el Gobierno Nacional solo arroja palos sobre sus enemigos políticos, mientras que sabe ser igualmente eficiente para movilizar a delincuentes comunes y barrabravas -caso River Plate- cuando el objetivo es perjudicar a terceros. De este putrefacto berenjenal solo podía emerger una derrota insanablemente humillante para el candidato oficialista el 10 de julio, tal como finalmente sucedió. Los "buenos muchachos" de Balcarce 50 se arrimaron al aspirante para "ayudarlo". Pero a Filmus nadie pareció explicarle que esa ingeniería informe había arribado para, antes bien, hacerle un enorme favor al macrismo. Apenas se enteraron de que se acercaba el momento de repasar los números oficiales de la elección, lo abandonaron. De súbito, el espíritu de Judas se hizo carne en una decena de funcionarios de alto vuelo y otro tanto de impresentables muchachos que se habían apersonado para torturar bombos. Por cierto, el bueno de Daniel debió tener a bien considerar que no es buen negocio conjuntarse con viejos espías y narcotraficantes de barrio para jugar un partido tan importante. Todo contribuyó a oscurecer la pesadilla, y -verdad de Perogrullo- del ridículo no se vuelve.

Los próximos días corroborarán si acaso Filmus es un Daniel Scioli en miniatura: está por verse si acata la orden de la Presidente para seguir poniendo la cara y presentarse a una segunda vuelta que podría perder por una relación de 70-30 (en el más optimista de los escenarios). Lo que, en pocas líneas, solo puede leerse de una manera: "Hacete cargo de la derrota y presentáte nuevamente, para perder aún peor". La opinión pública terminará de anoticiarse sobre los cabales de Cristina Fernández. Porque, si insiste con remitir a Filmus al matadero, el perjuicio para ella podría cobrar dimensiones antológicas. Inmediatamente después del balotaje que se sabe perdidoso, arribarán las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). La viuda deberá hacer frente al desafío de ese teatro de operaciones con encuestas mal dibujadas que ya nadie cree, y con la fraseología del "Cristina ya ganó" hecha trizas y sin la capacidad más elemental para el convencimiento. Por si ello fuera poco, antes sobrevendrán las elecciones para gobernador en la provincia de Santa Fe y, en tal caso, una victoria imposible de Miguel Del Sel podría acelerar violentamente el proceso de desintegración del consabido "modelo". No es noticia menor el hecho de que el camionero Hugo Moyano se haya reunido hace pocos días con importantes dignatarios de la industria y que les haya confesado, textualmente, "Esto no está nada bien". Con "esto" se refería a la supervivencia política de la Presidente. En lo que a Filmus respecta, la módica sugerencia es que abandone la carrera y pase rápidamente al olvido, antes de que -en algún futuro- turbas enardecidas vayan también por su cabeza. El público no tiene noción real de qué tan desnuda se encuentra la Reina. Ignora, por ejemplo, que los agentes que se desempeñan como custodios en la Casa Rosada confiesan a diario en los cafés del barrio que, ante el primer problema, abandonarán el lugar raudamente. Exactamente idéntica actitud propicia el elemento de la Secretaría de Inteligencia que suele merodear por los alrededores. La previsión por el desborde social es la razón por la cual se han multiplicado los vallados en los accesos al rosado edificio. En el atardecer de la derrota kirchnerista en la Ciudad Autónoma, ha podido retratarse la lenta caminata de los personeros de Judas. El presente panorama se completará con un desfile interminable de personajes llamados a ser los nuevos discípulos de Poncio Pilato.

La programada eliminación de los subsidios a la provisión de gas y electricidad, la inflación, la falta de billetes en bancos y cajeros automáticos, las restricciones para el retiro de depósitos por ventanilla, la violencia, la escasez de combustibles y el interminable encarecimiento de lo cotidiano son factores que afectan a todos los ciudadanos por igual, sin importar extracción social y/o empleo, función o responsabilidad. La recalcitrante propaganda del oficialismo podrá hacer el intento, pero pretender separar la contabilización de los factores antes mencionados de los procesos electorales de la Argentina en el cercano porvenir equivale, cuando menos, a demencia. Más tarde o más temprano, la senilidad en las decisiones de cualquier partido gobernante se pagan. En abultada facturación.
 

Por Matías E. Ruiz, Editor