Barack Obama: cientos de miles de millones de dólares en nuevos impuestos
Hace dos años, cuando Estados Unidos estaba saliendo de la recesión, le preguntaron al presidente Obama cómo ayudaría a la economía un aumento de impuestos. ¿La respuesta del presidente? “Normalmente, no se sube los impuestos en medio de una recesión, por eso no lo hemos hecho y por eso más bien hemos bajado impuestos”.
Demos un salto en el tiempo hasta hoy, cuando Estados Unidos lucha con un crecimiento cero del empleo y una economía estancada y nos encontramos con que el presidente ha cambiado drásticamente su retórica y ahora está proponiendo un billón y medio de dólares en nuevos impuestos sobre el pueblo americano y los creadores de empleo del país.
Esos masivos incrementos de impuestos son parte del plan del presidente para reducir la deuda descontrolada de la nación, pero en vez de enfrentarse al subyacente problema del gasto, su plan solo servirá para profundizar aún más el lío económico y paralizar las verdaderas reformas que Estados Unidos necesita para ponerse de camino a la cordura fiscal, como explica Alison Fraser, de Heritage:
Obama exige un enfoque “equlibrado” como si subir los impuestos fuera algo justo y necesario. Pero esta idea que el presidente está impulsando —mitad subidas de impuestos, mitad reducción de gastos— va más allá del mensaje de lucha de clases que emite. Es una táctica. Una táctica para paralizar las verdaderas reformas que nuestros líderes en Washington deben acometer ahora para evitar una crisis fiscal, económica y moral.
La verdadera reforma es necesaria debido a la profundidad y el alcance de la pesadilla del gasto de Estados Unidos. “El gobierno federal hoy reclama para sí aproximadamente un cuarto del total del crecimiento económico — cerca del 25% del producto interior bruto”, explica otro experto de Heritage, Patrick Knudsen. Ese es un récord post-Segunda Guerra Mundial y es una inmensa rémora para la economía, ya que todo ese gasto se paga con impuestos y préstamos, lo que reduce el total disponible para inversión en la economía privada. Y más adelante, las perspectivas no son buenas: El Seguro Social está creciendo a una tasa del 5.8% anual, Medicare al 6.3% y Medicaid al 9%. A menos que esos programas se reformen de manera fundamental, sus costos seguirán aumentando y se tendrá que subir los impuestos para pagar por estos programas.
Fue una decepción ver ayer el presidente retractándose de su previa disposición a reformar los derechos a beneficios y quitando de la mesa de negociación la reforma del Seguro Social, a la vez que propuso recortes menores a Medicare y Medicaid — en vez de proponer una reforma que marcaría una diferencia sustancial para el país. Asimismo, el plan de Obama constituye malas noticias para la defensa de nuestra nación ya que implica recortes incluso más radicales para unos ejércitos económicamente ya infradotados.
Dejando a un lado por el momento el hecho de que el plan del presidente ignora los problemas fundamentales del gasto de Estados Unidos, su plan para aumentar drásticamente los impuestos llega en un momento cuando menos se lo puede permitir el país. ¿Cómo sentaría el último aumento de impuestos de Obama? El experto de Heritage Curtis Dubay lo explica:
Los nuevos ingresos del gobierno vendrían de permitir que las rebajas de impuestos de Bush expiraran para aquellas familias y pequeños negocios que ingresen más de $250,000 anuales, limitando así sus deducciones fiscales, y también mediante la nueva “Regla Buffett” del presidente que aumentaría incluso más los impuestos sobre estos creadores de empleo en una forma que el presidente aún no ha definido. Él también quiere eliminar deducciones, créditos y exenciones fiscales. El presidente está embarcado en una guerra contra el éxito — como si los llamados peces gordos fueran la raíz de nuestros problemas de gasto.
El presidente tiene el punto de mira en los ricos a pesar de que el 10% del tramo fiscal superior en Estados Unidos ya pagan cerca del 70% de los impuestos federales sobre ingresos. Y gravar aún más a los creadores de empleo de Estados Unidos solo servirá para reducir la productividad, frenar el crecimiento económico, deprimir sueldos y salarios y disminuir la riqueza de los hogares. Por usar las propias palabras del presidente, subir los impuestos en los malos tiempos “quitaría más demanda de la economía y llevaría a las empresas a un hoyo más profundo”. ¿Dónde está ese presidente Obama hoy en día?
Subir los impuestos no arreglará nuestra crisis de presupuesto y deuda. Pero se puede solucionar transformando nuestros programas de derechos a beneficios, eliminando el gasto despilfarrador e ineficiente, protegiendo la nación y mejorando en mucho nuestro punitivo, ineficiente y nada competitivo código tributario, como se ha expuesto en “Para Salvar el Sueño Americano: El Plan de Heritage para arreglar la deuda, reducir el gasto y restaurar la prosperidad”.
Estados Unidos se enfrenta a una crisis de desempleo, una crisis de deuda, una crisis de gasto y una crisis de los derechos a beneficios. En vez de mejorar las cosas, el presidente Obama quiere empeorarlas con masivos aumentos de impuestos. Hace dos años, el presidente Obama renunció enfáticamente a subir los impuestos en una recesión. Ahora, con las elecciones de 2012 en el horizonte, Obama cambia de opinión y tiene como objetivo a los creadores de empleo de Estados Unidos en un juego de lucha de clases diseñado para apelar a su base progre. La creación de trabajo se quedó tirada por el camino.