Obama y su fantasiosa idea sobre la guerra
A los presidentes progresistas les encanta la guerra en la sombra. Durante la Primera Guerra Mundial, Woodrow Wilson quería espiar a todos los americanos...
Franklin Delano Roosevelt creó la OSS durante la Segunda Guerra Mundial con “Wild” Bill Donovan al mando. Tanto John Kennedy como Lyndon Johnson establecieron récords por la cantidad de operaciones encubiertas de la CIA. La atracción es evidente. Por un lado, los progresistas pueden usar la retórica de “We Are The World“. Pero por otro lado, pueden jugar a la guerra con operaciones que carecen de transparencia y rendición de cuentas, donde las fallas se pueden esconder lejos de la mirada de los medios de comunicación y, aún más importante, donde no hace falta ofender la sensibilidad progresista.
El presidente Obama se ha convertido en el principal entusiasta de las operaciones encubiertas.
Las noticias dicen hoy que “la administración Obama está construyendo una red de bases para aviones no tripulados en África y la Península Arábiga a medida de que su campaña contra al-Qaeda y sus afiliados se extiende cada vez más a Yemen y Somalia”.
La obsesión de este presidente con ataques aéreos no tripulados se ha convertido en algo tan, bueno…, obsesivo que la gente se está dando cuenta. En la web Politico, el exsecretario de Defensa de Bill Clinton, William Cohen, advertía en un artículo titulado Los aviones robot no pueden cambiar la guerra:
[D]ebemos ser conscientes de que la facilidad de apretar un botón desde un centro de mando a miles de kilómetros de distancia del campo de batalla para enviar un misil a su objetivo previsto podría llevar a algunos a pensar que la guerra misma es una acción sin costo alguno. La guerra es cualquier cosa menos una acción sin costo alguno o sin derramamiento de sangre … La decisión de librar una guerra es la más seria que cualquier nación puede tomar. Debería ser siempre una decisión difícil – y una que tome en consideración una cuidadosa evaluación de los riesgos por pasar, o por no pasar, a la acción. La tecnología no debería resultar ser tan deslumbrante como para hacernos olvidar la realidad de que la guerra siempre resultará ser la puerta de entrada hacia un infierno en el que es mucho más fácil entrar que salir.
No hay nada malo per se con los ataques aéreos. Como indica el Grupo de Trabajo Contraterrorista de la Fundación Heritage en su evaluación sobre las iniciativas de la administración: “En concreto, los ataques aéreos no tripulados en zonas tribales de Pakistán han ayudado a degradar la capacidad operativa de al-Qaeda, al tiempo que contribuye significativamente a la capacidad de Estados Unidos para poner al-Qaeda en la defensiva”. Pero, por otro lado:
Si bien los ataques encubiertos pueden ser una táctica exitosa para la caza de líderes de grupos terroristas, el desgaste es contraproducente en la lucha contra la insurgencia. La perspectiva de “contar cadáveres” como la métrica apropiada para medir el éxito debería hacer reflexionar a los americanos sobre la estrategia seguida por la administración Obama. Además, sin la presencia y el compromiso persistentes de gobiernos y poblaciones civiles amenazadas, Estados Unidos carece de la necesaria inteligencia práctica aplicable en tiempo real para la efectiva determinación de objetivos terroristas y la exitosa supresión de insurgencias.