ESTADOS UNIDOS: POR JAMES SHERK

Los sindicatos quieren sacar tajada uniéndose a “Ocupar Wall Street”

Háganse a un lado, ciudadanos-manifestantes. El movimiento Ocupar Wall Street está a punto de conseguir ayuda profesional. Los sindicatos de la ciudad de Nueva York han decidido unirse a las manifestaciones. Los miembros del Service Employees International Union y la United Federation of Teachers, entre otros sindicatos, pronto estarán marchando con los manifestantes.

06 de Octubre de 2011

¿Por qué busca el movimiento sindical hacer causa común con estudiantes descontentos?

Porque estas protestas son instrumentos útiles para sus fines. Los sindicatos pueden utilizarlos para conseguir apoyo para las políticas de intereses especiales que los beneficien. Echemos un vistazo a algunas de las “exigencias” de los manifestantes:

Restaurar un salario digno. Esta exigencia solo puede satisfacerse acabando con el “libre comercio” reimponiendo aranceles comerciales a todos los productos importados que ingresan al mercado americano para así igualar las condiciones para la agricultura familiar y industria manufacturera nacional ya que la mayoría de naciones que están inundando el mercado americano con productos baratos tienen radicales en salarios y regulación medioambiental.

Otra política que se debe instituir es aumentar el salario mínimo a veinte dólares la hora.

Pocos de entre los manifestantes del movimiento Ocupar Wall Street entienden de economía o el daño que estas políticas provocarían si el Congreso de verdad las promulgara. Ellos realmente creen que “estas exigencias crearán tantos puestos de trabajo que será completamente imposible cubrirlos sin una política de fronteras abiertas”.

Tanto la economía como la historia demuestran lo contrario. Herbert Hoover hizo exactamente lo que los manifestantes exigen al firmar la ley Smoot-Hawley en 1930. El comercio internacional prácticamente cesó y esto empeoró la Gran Depresión aún más.

Samoa y las Islas Marianas del Norte han aprobado recientemente leyes de “salario digno” cuando el Congreso decidió dejar de eximirlos del salario mínimo federal. En estos territorios con un bajo costo de vida, los empleadores tuvieron que aumentarles sustancialmente el sueldo a los trabajadores. Esto los llevó a contratar un número mucho menor de trabajadores. Cerrarle las puertas al comercio y establecer un salario mínimo de $20 por hora como salario mínimo dañaría seriamente la economía.

Estas maniobras, no obstante, ayudan a los sindicatos. Las empresas sindicalizadas tienden a ser menos competitivas que las empresas no sindicalizadas. Al hacer la economía más competitiva, por ejemplo mediante la reducción de las barreras comerciales, también hace que se tienda a reducir la afiliación sindical.

Del mismo modo, muchos miembros sindicalizados están altamente calificados, por lo que el aumento del salario mínimo no pone en riesgo sus puestos de trabajo. Pero hace que la mano de obra no calificada sea más cara y eso hace que la contratación de expertos (sindicalizados) sea relativamente más atractiva. Un salario digno se traduce en menos empleos para trabajadores no calificados y más dinero para los miembros del sindicato.

Si se aprueba, los sueños de los manifestantes resultarían una pesadilla, económica – pero que beneficiarían al movimiento sindical. No es de extrañar, entonces, que los sindicatos hayan decidido unirse a la causa.

Por James Sherk - Heritage Libertad