Argentina, un país en el abismo
Un sistema corrompido de gobierno se niega a fenecer, y otro honrado y decente tarda demasiado en nacer.
A todos los ciudadanos argentinos;
Un sistema corrompido de gobierno se niega a fenecer, y otro honrado y decente tarda demasiado en nacer.
Somos productores agropecuarios, inmensamente preocupados por las comprometidas circunstancias contractuales, llevamos la voz de miles de compatriotas de buena voluntad.
No se dispersa la advertencia sobre la compleja y entramada situación que atraviesa el presente y el futuro de nuestra nación; sabemos de sus conocimientos, pero nos inquieta la despreocupación que hay en estas cuestiones.
Esa pasividad observada impacienta sobremanera ante el vendaval de reseñas distorsivas emitidas por las cadenas oficiales, en donde confunden conscientemente a una buena parte del electorado visiblemente displicente de la realidad.
Nuestro país zigzaguea y se encamina en forma precipitada hacia un abismo, porque en él se entrelazan toda clase de desórdenes que ponen en serios riesgos la confraternidad social. La economía es una incógnita, la corrupción ya excede el escándalo, las decisiones adoptadas son erróneas y la calle es una jauría.
Se ha pasado a un extremo aventurado en la defensa de la integridad, se degradaron las normas de convivencias. En nombre de los derechos humanos y del progresismo, se subyuga la dignidad de los habitantes y muy sagazmente se aprovecha para delinquir. Se inventariaron atajos para seducir severamente a la justicia y de ese modo se hizo un correlato indiferente la inmoralidad.
Pedimos a todos, y por consiguiente transmitan a las personas esperanzadas a reanimar los ánimos y orientar el gran cambio cultural que Argentina necesita, especialmente en lo político y económico que todo lo contamina a su alrededor. Por favor despertemos del letargo.
Para esto es necesaria la renovación de la sabiduría, no en el subjetivismo sino en la verdadera formación de la “conciencia moral” que marca el camino a la inviolabilidad de las normas que rigen la vida humana. El respeto a la coexistencia garantiza la democracia y fortalece a las sociedades.
No se puede ni se debe disponer a la generosa arbitrariedad ni al libre albedrío las decisiones fundamentales en la marcha de un país como sucede hoy; es indispensable cimentar un consejo de notables que cultive y transmita el saber, es fundamental el equilibrio en la gestión y es una impronta la tenacidad en la defensa del derecho. Que el que no piensa igual, sea igual atendido.
Es inapelable y sin evasivas conducir bajo normas prerrogativas Escritas que examinen las conductas y por lo tanto las acciones, evitando la raíz del desprecio como estamos acostumbrando a observar y a escuchar de estas autoridades sin escrúpulos que todo lo justifican. “Hacen de la verdad una mentira y de la mentira una verdad”.
Hay una gran divergencia en lo que vemos y en lo que ciertamente deseamos; el continuo descalabro está llevando al retrato de las costumbres y no se reacciona a tiempo, el desconcierto hace estragos en las mentes y la infamia lastima los buenos hábitos, pareciera que el dolor y el sufrimiento no tienen sentido por la superficialidad con que se razonan los hechos.
Hasta llegaron a decir que hay que “radicalizar el populismo”, esa práctica humillante y mesiánica que todo lo pervierte. Será como forma de amparar los desfalcos y ahondar el clientelismo político, talvés sea el paradigma de sus conciencias. No caben dudas que para este gobierno el mejor negocio es la ilegalidad.
Estamos en un punto de inflexión para salvar la patria, para proteger la sociedad de un salvajismo atroz calzado en lo mediático que todo lo pervierte y por ende lo transmite, buscamos con intensas energías construir un nuevo camino que nos lleve a la coexistencia plena, la vida en Paz. Queremos otro modelo de país, estamos dispuestos a construirlo.
Pedimos, en nombre de los humildes por vocación y los sinceros de verdad, ponernos al frente en esta acción trabajosa; estas responsabilidades están enlazadas a un designio patrio, esa nación que se resiste a claudicar y nosotros a enmudecer.
Es preciso e ineludible abrir los ojos y las mentes en estos momentos cruciales de grandes decisiones que sellaran los destinos del país; y también para apagar un soplo de engaño digitado desde el poder central: El blindaje arrogante de una economía endeble, ya en los umbrales de un nuevo naufragio.
Solicitamos en nombre de los que NO coinciden con este gobierno, hacer un gran esfuerzo para convencer a los ciudadanos de los peligros de la hegemonía de esta administración actual.
No es esto un acto de simplicidad; es el clamor impaciente de un pueblo que es arreado hacia un precipicio aventurado que desemboca en un abismo desconocido, no lo permitamos. Es la obligación cívica y moral de todo ciudadano responsable actuar ante estos hechos.
Requerimos trabajar denodadamente en estos días para inclinar a los ciudadanos en su decisión y de esa forma poder salvar al parlamento nacional de la mayoría oficialista y así equilibrar el poder. Ya están preparando el control absoluto del congreso, no lo aceptemos.
Exijamos la elaboración de un gran compromiso de gobernabilidad para enmarcar un rumbo distinto, en donde la violencia y las miserias dominantes sean combatidas con los instrumentos de la cordialidad y el pleno empleo, desterrando para siempre la sumisión atroz de esas prácticas siniestras que denigran a los humanos. No queremos avergonzarnos de ser argentinos.
Pidamos enérgicamente que extirpen el volcán de corrupción enquistado en los organismos oficiales, en donde ese magma nauseabundo no impregne las funciones y sea enterrado categóricamente. De ese modo se encaminará la ayuda imprescindible para los que padecen el flagelo del hambre. También a los que tienen avidez de justicia.
Seamos portadores de las llaves de las grandes transformaciones en estos tiempos apremiados para desarrollar la potencialidad de un país próspero que contenga a todos. Enriquezcámonos, pero en conocimientos y conductas, reflejándonos en el espejo de los que forjaron la Patria Grande sin esperar homenajes; y no esperemos de San Cayetano el milagro para resolver nuestros problemas. El trabajo merecido es el que dignifica y acabará desterrando la pobreza.
Ese azote cruel, en el país de las vacas y el trigo de las praderas argentinas, se terminará solamente cuando se acabe la putrefacción de los corrompidos que hoy abundan. No es posible tener que soportar semejante martirio por la avidez de unos inescrupulosos que nada les importa, ni siquiera el sufrimiento de los niños que es el dolor de los inocente.
El mundo nos ofrece grandes oportunidades, pero nos observa desconfiado; es hora de entender que debemos ser lo necesariamente serios para corresponder una demanda interesante, y cambiar la imagen paupérrima de un país no confiable y que para muchos pareciera no interesar.
Solo nos queda decir que la paz llegará cuando se apaguen las angustias acumuladas por tantos desvaríos sufridos. Que la mirada errante de los afligidos, porque perdieron hasta las esperanzas, se torne brillante al ver un nuevo horizonte que asoma ilusionado. Que todos podamos entonar las estrofas de la victoria sobre la inmoralidad, en un eterno himno de triunfo sobre lo oscuro del pasado. Dios y la Patria lo agradecerán.
Muchas gracias.
Por Raúl René Zorzón
Productores Agropecuarios Autoconvocados
Malabrigo, Provincia de Santa Fe
e-Mail: rzorzon@malabrigo.com