G-20: ¿quién miente?
Luego de las recientes declaraciones del presidente de Francia, el húngarogalo Nicolás Sarkozy, se suceden acciones y reacciones que llaman poderosamente la atención y que llevan a dudar de mucho de lo que se dice y se hace.
Es así que el Señor Presidente José Mujica, de cara a un tema tan serio y delicado que valió la llamada en “consulta” del embajador en Francia, en una actitud irresponsable o senil, se obsequia ahora el lujo de bromear. Ha referido el mandatario uruguayo que “El presidente francés seguramente tuvo un altercado con su bonita mujer y lo agarramos revirado”. Lo cierto es que en momentos como este no debieran admitirse bromas: se trata de una situación que podría darle letra a un caricaturista o a una murga, pero jamás al presidente de un país, a no ser que...
Por otra parte, se observa que la diplomacia uruguaya contabiliza más actitudes de sección lencería de un shopping que de negociadora seria y firme en el respeto por la imagen y los derechos del país.
De esta manera, el Canciller Almagro -muy fresco- se presenta ante la prensa y aplaude actitudes que se contradicen, presentando posiciones que los periodistas, por respeto, no se las cuestionan, pues las mismas son en muchos casos hasta infantiles.
El Canciller dijo primeramente dijo que la Argentina nada tuvo que ver con la inclusión de Uruguay en la lista de Sarkozy cuando, en simultáneo, aparecía en una pantalla diferente su par argentino Héctor Timerman, reconociendo que Cristina Fernández solicitó a la Cumbre medidas para acabar con las guaridas fiscales, mediante las cuales “los países promueven la fuga de capitales”: en ese listado de guaridas se encontraba la República Oriental del Uruguay.
Timerman sostuvo que tal fue la condición que la mandataria presentó para seguir apoyando la Tasa Tobin, aquella que grava las actividades financieras de comercio exterior. Las gestiones de la Argentina fueron llevadas a cabo previamente a los dichos del presidente francés Nicolás Sarkozy, quien pidió que Uruguay y otros países considerados "paraísos fiscales" sean abiertamente excluídos de la comunidad internacional.
¿Quién miente?
A posteriori, el Canciller Almagro ha aplaudido las declaraciones del portavoz del gobierno francés, expresando que en la Cancillería, se considera que Francia "ha dado señales" para recomponer las relaciones con el Uruguay. En ese sentido, el responsable de las Relaciones Internacionales de nuestro país destacó la declaración de prensa del vocero del Ministerio de RR. EE. francés, quien declarara que las expresiones de Sarkozy reflejaban la posición del G20 y que no era una cuestión individual del mandatario galo.
Almagro viajó a Brasil y se reunió con el subsecretario general para América del Sur de la Cancillería brasileña, Antonio Simoes. Allí dijo que el propio Simoes le transmitió el apoyo del gobierno de Dilma Rousseff.
El Canciller Luis Almagro afirmó que Brasil respaldó a Uruguay ante la amenaza del presidente francés Nicolas Sarkozy de excluir a Uruguay de la comunidad internacional.
Nuevamente, de acuerdo a las palabras de Almagro, el secretario general de Brasil para América del Sur, Antonio Simoes, le dijo que Sarkozy incluyó a Uruguay como paraíso fiscal a título personal, ya que eso no fue acordado por el G20...
El Canciller uruguayo, al finalizar su encuentro con Simoes, dijo que “sintió” "el pleno respaldo de Brasil sobre las declaraciones de Sarkozy y la contextualización de que definitivamente estas declaraciones no obedecían a algo acordado en el G20 sino a su impronta personal en ese momento".
Estas puntualizaciones del canciller de la República Oriental del Uruguay, satisfecho por las declaraciones de Francia que decía que Sarkozy habló en nombre del G20 y que no era una cuestión personal, y luego en Brasil expresando que “sintió” (no dijo cómo) que Brasil nos respaldaba (pues el funcionario de Itamaraty, Simoes, le había hecho “sentir” que las declaraciones de Sarkozy no reflejaban la posición del G20, ni era algo acordado, sino que obedecían a su impronta personal) dejan mucho espacio para la duda, y quienes conocemos cómo se mueve Itamaraty sospechamos de una mentira piadosa por parte de Almagro.
Itamaraty no expresa sus apoyos en “el oído”: aquel palacio es quien maneja Brasil, instruye a sus diplomáticos, y hasta quien esto escribe arriesgaría decir que esa Cancillería instruye también a los presidentes. Sus movimientos y actuaciones son extremadamente medidas, serias y se encuentran muy lejos de expresar un apoyo con un murmullo en los oídos de un canciller foráneo, en este caso, Almagro.
No existe, en ningunas de las páginas oficiales de los gobiernos del Brasil o el Uruguay, documentación oficial alguna que avale lo que “sintió” Almagro.
¿Miente Almagro?
El canciller hoy se refirió a las declaraciones públicas del servicio exterior francés, que señalan que fueron un "malentendido" las declaraciones de Sarkozy. Almagro declamó que "El Uruguay nunca esperó un pedido de disculpas de Francia porque no funciona así”. Finalmente, el jerarca dijo que "el hecho de que haya habido un exceso en una conferencia de prensa de Sarkozy no implica que debamos alterar un cronograma de trabajo" ya decidido. En conclusión: el Canciller miente o se equivoca, lo dicho por Sarkozy fue en una declaración en nombre del G20 y -estaba escrito- una conferencia de prensa es muy diferente.
Por su parte, el Secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, dijo hace cuestión de horas que lo "óptimo" para el Uruguay sería que Sarkozy "reconozca que se pasó de la raya", lo que consideró poco probable.
¿Quién miente?
Para finalizar, el gobierno abandonó la idea de promover una declaración del Mercosur en contra del presidente francés Sarkozy por incluir al Uruguay en la lista negra de paraísos fiscales, ya que ningún integrante del organismo quiso respaldar oficial y públicamente a nuestro país, tal como lo hicieran al abandonar al Uruguay a su suerte en ocasión del conflicto por la pastera Botnia.
Ante la evidente sumatoria de contradicciones, lícito es preguntarse: ¿miente Francia, miente Brasil o miente Almagro?
La oposición tiene la obligación y el mandato de profundizar en el tema, exigiendo la verdad en medio de la farsa.
¿No será, acaso, el momento idóneo de sustituir a Almagro por un Canciller que recupere el respeto internacional que, incontestablemente, el Uruguay ha perdido a lo largo de estos últimos años?