Campo argentino: una póliza contra la hipocresía
Reflexiones acerca de la grave sequía que acusa al sector agropecuario, y las desafortunadas expresiones de la Presidente de la Nación, en perjuicio del Campo y la actividad.
Ya no se sale del asombro: los oídos se aturden, la vista se extravía hacia cualquier parte, uno se atraganta.
Nada sorprende, pero lo peor es que esos mensajes que se transmiten y recorren el mundo dejan entrever la falta de conocimientos, la imprudencia en las ideas, y las reflexiones equivocadas a sabiendas; muchos se preguntaran con qué fines. Sí, se sabe: con esto pretenden distraer la atención porque la crisis va a pegar fuerte.
No se puede difamar la investidura conseguida, pero tampoco se puede ignorar y dejar de resaltar las torpezas al querer desviar la atención con mentiras, marcando los desaciertos en una infinita barbarie sobre una de las actividades más emprendedora en la Argentina, como es la agropecuaria.
¿Qué se quiere esquivar con esos disparates desparramados? Anuncios con tono y gestos de joven adolecente, que hacen no sé si reír, o sonrojar de vergüenza oculta, a un montón de cortesanos adulones que aplauden la escena.
Decir que las pérdidas hoy en el campo son mínimas como consecuencia de la sequía, que hay que dejarle de pedir a Dios para que llueva, y contratar un seguro de riesgo, es una señal inequívoca hacia el sector, obviando la ayuda que se necesitará para paliar este verdadero desastre. Si no nos hubiesen expoliado tanto, nos defenderíamos solos.
Es el verano más caluroso de que se tenga registro, no hubo en la historia del país semejante infierno en la tierra y, por consiguiente, el desastre está hecho; si no lo ven es porque no quieren mirar. Sí, es cierto, ha llovido, pero solamente en zonas y en forma dispar; lo que no saben o la ignorancia en estas cuestiones no les permite ver, es que si la lluvia no es en general, el efecto soplete por el viento caliente, calcina todo a su paso.
Las pérdidas van a ser millonarias, por más que la quieran encubrir, al final del período lo sabremos. Lo que sí ya sabemos, es que existen sitios como el norte santafecino, en donde no podrá cosecharse absolutamente nada; las imágenes adjuntas así lo demuestran. Salvo que esas palabras sigan desconociendo las zonas marginales del país, y continúen mirando un círculo privilegiado que la naturaleza concedió para producir, pero que esta vez no sale indemne; o se hayan olvidado ahora del término “para todos”.
Otra vez, las expresiones agraviantes, de nuevo la ofensa y la ceguera de no querer comprender. Pareciera que no fue suficiente el pasado reciente.
¿Quién es el que pide plata? ¿No es a la inversa? Es este gobierno quien nos estafa, solamente en retenciones 35%, más la totalidad de otros impuestos. Ese dinero que en esta última década acumula una cifra sideral, solo se usó para despilfarros; ahora se darán cuenta que el campo está desmantelado para salir de semejante crisis, y se apuran a decir, sin saber, lo que dijeron con respecto a la prevención; otra equivocación más.
En el país, no existe compañía aseguradora para estos fines, y lo que hay es demasiado oneroso; la “prima multirriesgo” (no la sobrina) que es la cantidad de dinero que se paga para obtener un seguro, y que no contempla la sequía, es de costos exorbitantes.
La noche llega. Esperemos el amanecer de esta pesadilla y veremos el resultado que va a ser catastrófico, salvo que la miopía de esta Administración no la quiera observar. Lo que sí cualquier pensante distingue, es un gobierno escaso de ideas y avasallador, porque ahora quedará demostrado que sobrevivió gracias a los usurpados recursos al sector agropecuario, acompañado por precios de commodities fuera de lo común.
Es hora de terminar con los desatinos y ponerse a pensar cómo se va a hacer para salir de semejante mordaza: en zonas como la nuestra, el maíz, la soja y el algodón ya no sirven; el problema estallará cuando haya que pagar los gastos de implantación, que refiere a muchos millones de dólares. A esto habrá que sumarle las deudas contraídas también por la sequía en el 2008/09, que todavía no pudieron cancelarse. Estos son cúmulos de desgracias de una actividad que, según dichos anteriores de la misma Presidente, “carece de riesgos”. Esa afirmación desafortunada, ante una realidad dolorosa, desnuda semejante afrenta. Lo que todavía no vemos, es la enmienda a tamaño desacierto.
En ganadería, la cuestión es similar; las pasturas desaparecieron, el pasto natural se termina y, para el invierno, la situación será alarmante; la mortandad y las ventas desesperadas volvieron. Si esto sigue así, el precio de la carne volará por las nubes.
No se trata de hacer afirmaciones apocalípticas ni escatológicas. Se trata, ni más ni menos, de la verdad más transparente que se pueda expresar, extraída de la realidad diaria, que quema como este mismo sol de todos los días. Advirtiendo a la opinión pública que lo anunciado oficialmente es una verdadera hipocresía, que lo único que persigue -como siempre- es confundir a todos.
Es hora de hacer algo para que esto cambie, porque quienes hacen cosas cambian las cosas, o por lo menos tratan, y los que no hacen nada, dejan todo como está. Como están hoy, son demasiado peligrosas.
Estas actitudes nos recuerdan a una ex presidente a la que le dictaban lo que tenía que decir; si estos asesores son tan ineptos, porque lo mejor que hacen es macanear, que consulten con quienes saben, que son los profesionales idóneos en esta materia. Ahora, si esto traspasa la frontera de lo irracional por las internas dentro del mismo Gobierno Nacional, más temprano que tarde sobrevendrán los arrepentimientos. Concentrar el poder en alguien que se cree todopoderoso, tomando medidas de antaño cargadas de herrumbre, y pulverizadas por las experiencias en el tiempo, es recurrir a manotazos de ahogado que lo único que lograrán es agravar más el escenario.
Comienza en la sociedad argentina el malestar presentido: la hora de la verdad está con nosotros. Nada podrá ocultar una realidad dolorosa, impresa en un enorme ajuste que ya empezó y quien sabe cómo termina. Lo que se sabe es, que “las nuevas tarifas para todos” y la inflación, ejecutarán un descalabro financiero de proporciones en la mayoría de los hogares.
Este fenomenal apriete toma a destiempo al sector rural, que se traducirá en “angustias para todos los chacareros”. Vendrán otra vez las ventas de campos y bienes de capital a precios irrisorios y que tanto costó adquirir; que como siempre los voraces de turno, aprovecharán de las desgracias de los que eternamente agacharon el lomo y dedicaron sus vidas a producir alimentos, tarea esta, que en el futuro se avizora como muy difícil.
Por Raúl Zorzón -desde Malabrigo, Provincia de Santa Fe-, para El Ojo Digital Sociedad.
Productores Agropecuarios de Malabrigo
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