El ascenso del poder militar chino
A principios de enero, el presidente Barack Obama cruzó el río Potomac, camino al Pentágono y se reunió con el secretario de Defensa Leon Panetta para debatir la estrategia militar de su administración, prometiendo que mantendría a las fuerzas...
A principios de enero, el presidente Barack Obama cruzó el río Potomac, camino al Pentágono y se reunió con el secretario de Defensa Leon Panetta para debatir la estrategia militar de su administración, prometiendo que mantendría a las fuerzas de combate de América como las mejor entrenadas, las mejor dirigidas y las mejor equipadas de la historia. Lamentablemente, el presidente no está cumpliendo su promesa, y mientras tanto, las fuerzas armadas de China están creciendo a pasos agigantados.
China anunció esta semana que su nuevo presupuesto de defensa sería de aproximadamente un total de $106,000 millones, lo que constituye un incremento del 11,2% sobre su presupuesto anterior. Eso además del incremento del 12,7% del año pasado y convierte el gasto en defensa de China en mayor que el de todas las naciones asiáticas juntas. El experto de Heritage Dean Cheng explica que esas cifras son “una estadística que da que pensar cuando uno toma en consideración que incluye a la tercera mayor economía del mundo (Japón) y a Corea del Norte y del Sur – cuyo enfrentamiento de la era de la Guerra Fría sigue en punto muerto”.
Mientras las fuerzas armadas de China están creciendo, las de Estados Unidos están menguando. Con el presupuesto del presidente Obama, las fuerzas armadas de Estados Unidos se reducirán drásticamente y el presidente ha hecho de defensa la última prioridad presupuestaria entre las principales categorías de gastos del presupuesto federal. En total, el presidente rebajaría el gasto militar en $487,000 millones durante 10 años, eso además de los $500,000 millones en recortes iniciados por el proceso de retención de fondos con la Ley de Control del Presupuesto (BCA). ¿Cuál es el efecto de todos esos recortes? Una fuerzas armadas que lamentablemente no están preparadas para cumplir con su deber constitucional de proteger a América. Como el experto de Heritage Baker Spring lo describe: “La combinación de la solicitud presupuestaria y la Ley de Control del Presupuesto de 2011 reducirían los niveles de personal y las estructuras de las fuerzas armadas hasta el punto en el que ya no podrían proteger los intereses vitales de Estados Unidos ni mantener los compromisos de seguridad de Estados Unidos en todo el mundo”.
A efectos prácticos, esos recortes darán como resultado unas fuerzas armadas que habrán reducido sus capacidades drásticamente, con la restricción de los avances en sistemas de armas como la aeronave F-35 Joint Strike Fighter, una reducción de las fuerzas de Estados Unidos de 72,000 soldados en el Ejército (13%), 20,000 en el Cuerpo de Marines (10%), la eliminación de grupos de combate en las brigadas y de cazas tácticos y escuadrones de entrenamiento de la Fuerza Aérea, la retirada de buques de la Armada y una lenta adquisición de los nuevos y el abandono de una robusta disuasión nuclear.
Al promover esta nueva dirección para las fuerzas armadas, el presidente apuntó que las fuerzas de Estados Unidos se reorientarían para combatir a los poderes emergentes en la región Asia-Pacífico, prometiendo que “las reducciones presupuestarias no se harían a expensas de esa región clave”. Esa reorientación sin embargo no llegó acompañada de la consiguiente redistribución de recursos hacia Asia. Mientras tanto, China está redoblando su empeño para incrementar de forma drástica su gasto militar, y de ese modo reforzarlo para proyectar aún más influencia en la región.
Aunque el aumento en el gasto de defensa de China no debería ser alarmante por sí mismo, Cheng señala que hay una importante diferencia con su escalada militar. Mientras que Estados Unidos tiene obligaciones globales para mantener el orden internacional y salvaguardar el comercio, las iniciativas de China están centradas primordialmente en contrarrestar la influencia de Estados Unidos:
Así, China puede comprometer asimétricamente sus recursos contra sólo una porción de las fuerzas armadas de Estados Unidos y, en caso de crisis, probablemente intentaría derrotar a Estados Unidos concienzudamente.
Lo que debería ser una preocupación, por tanto, es que el Partido Comunista chino parece estar reafirmándose de manera creciente en contra de sus vecinos, ya sea expandiendo sus fuerzas frente a Taiwán o haciendo reivindicaciones de soberanía sobre los mares de China Meridional y Oriental. A este respecto, el Ejército de Liberación Popular es una herramienta, más que un agente, para el creciente antagonismo de China contra tantos de sus vecinos.
En términos generales, las acciones de China deberían ser motivo de preocupación, especialmente dados los intereses y alianzas de Estados Unidos en la región. Mientras China se está levantando y sus fuerzas armadas se están haciendo más fuertes, la administración Obama está maniatando a las fuerzas armadas de Estados Unidos, rebajando por voluntad propia la importancia de las fuerzas armadas en el presupuesto y degradando sus capacidades hasta las de unas fuerzas huecas, incapaces de cumplir con sus obligaciones globales. Unas fuerzas armadas fuertes inspiran respeto en el exterior, mientras que unas débiles invitan a la agresión. Si Estados Unidos ha de asegurar su independencia, debe mantener unas fuerzas armadas capaces de cumplir esa promesa.
La versión en inglés de este artículo se publicó en Heritage.org.
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