La Dama en el Castillo: cien días de soledad
La tragedia de Once -sumada a la dolorosa concatenación de desaciertos del elenco que rodea a la Presidente- comienza a carcomer aceleradamente la imagen pública de Cristina Elisabet Fernández Wilhelm. Las razones ocultas para el programado y predecible manotazo a las reservas del Banco Central y la tragicómica desesperación del Frente Para la Victoria para cosechar un triúnfo en las Legislativas de 2013.
Se multiplican las alarmas en Balcarce 50 y en Olivos: la Presidente de la Nación -en acuerdo con números oficiales, a buen resguardo- observa hoy una aprobación ciudadana inferior a los cuarenta puntos porcentuales. En tanto los escasos estudios que se han publicado refieren índices superiores, lo cierto es que estas últimas encuestas solo han puesto la lupa sobre el impacto negativo de las muertes surgidas del impacto de formaciones del Sarmiento. Por estas horas, los guarismos que manipulan celosamente ciertos operadores del gobierno federal reportan una caída algo más violenta en la consideración que la opinión pública tiene sobre la viuda de Kirchner, puesto que incluyen los efectos trabajadamente esculpidos en el ánimo colectivo por episodios tales como el Affaire Boudou/Ciccone, la represión desmedida ordenada en varios capítulos por la Ministro de Seguridad Nilda Garré y la desgraciada conferencia de prensa de Julio de Vido, quien supo conminar a la sociedad y al periodismo a tener presente la cifra de personas que llegan vivas a destino, antes que a los fallecidos y accidentados. Por si ello fuera poco -que no lo es-, todavía resta añadir al vaporoso escenario la furia demostrada por el piqueterismo otrora afín a la tribuna oficial (Humberto Tumini y otros), que hoy ve cómo la subsidización a la que sus fuerzas de choque accedieron tradicionalmente se deprecia, a consecuencia del galopante crecimiento del índice de precios al consumidor.
Difícil sería, para cualquier proyección futura, dejar fuera de la ecuación a la reacción negativa que referentes del comercio mayorista/minorista y la industria ya demuestran, cuando se les recuerda las responsabilidades de Guillermo Moreno en el bloqueo unilateral del comercio exterior en la fallida República Argentina. Realidad que golpea con particular fuerza sobre los familiares de parientes gravemente enfermos y en proceso de tratamiento para dolencias específicas: medicamentos oncológicos y cócteles para afectados por infecciones relacionadas con el VIH no se encuentran disponibles, pues muchos de esos preparados provienen del exterior. Curiosa política, originada en un gobierno que se ha regodeado hasta la recalcitrancia con la defensa de los derechos humanos y la discriminación. El desfase apuntado por el intercambio comercial ha llevado a los más encumbrados personeros del poder a optar por una suerte de "solución final" para enfermos de SIDA. Al mismo tiempo que sus socios comerciales en el sindicalismo corrupto se deshacen en ruidosas risotadas, obsequiándole placebos a aquellas almas abandonadas que padecen de enfermedades cancerosas. Los "mejores" hombres de la primera mandataria argentina juguetean alegremente con variables inobjetablemente peligrosas, en tanto sobresalen por una indolencia comparable a la del secuestrador extorsivo y la observada oportunamente por los más reputados genocidas africanos de la Historia. En paralelo, alguien podría considerar que el aparato de propaganda oficial se percibe a un tris de "encontrarle la vuelta" al problema comunicacional. Y el eslogan está servido: "Con Cristina, Usted pasa a mejor vida". La rima, en todo caso, se esboza apenas en un efecto colateral, jamás buscado. A la postre, el sistema ahora bajo análisis se presenta bajo la forma de un régimen de finalidad incontestablemente plutócrata e imbuído de una metodología neofascista que opta por criticar las ejecuciones extrajudiciales de las grandes potencias, mientras lucha con vigor para someter a sus compatriotas a una prolongada agonía, digna del Inferno de Dante. La salud, la seguridad y la educación son hoy lujos, para no mencionar el consumo. La prepotencia, la tortura psicológica y la asfixiante propaganda se han convertido en la regla. El kirchnerismo/cristinismo no es otra cosa que el refinado subproducto de los vicios mejor perfeccionados de una democracia enferma... que ni siquiera dispone de compuestos para tratar sus propios tumores malignos. Porque la oposición se ha suicidado, en tanto que la prensa libre fue aniquilada, hasta no quedar de ella ni sus cenizas.
Entretanto, la Presidente de la Nación ha instruído a su tanda de pretendidos expertos para que pongan manos a la obra y echen mano de lo que sea necesario para detener la sangría, evidenciada en la multimillonaria fuga de capitales y la carencia de fondos frescos. La manufactura de los mecanismos para apropiarse con presteza de los fondos del Banco Central de la República está completa y, acaso inconscientemente, la Casa Rosada acaba de escribir el primer capítulo de errores comunes a mandatarios del pasado reciente que, recurriendo a idéntico procedimiento, debieron abandonar el poder en medio del fuego.
En rigor, debe apuntarse que el manotazo a los dineros del Central persigue un doble objetivo. El primero de ellos, tal vez el más evidente, es proporcionarle una bocanada de aire fresco a las alicaídas finanzas de la endeble Administración Fernández Wilhelm y a la política de subsidios oficial, que agoniza junto a las probadamente inservibles declamaciones del Estado de bienestar. Evaporados los fondos de la ANSES y las reservas de libre disponibilidad del BCRA (las únicas que el malogrado Néstor Carlos Kirchner se permitía manipular), a la Señora Presidente hoy le resulta imperioso contar con los billetes necesarios para mantener la compra de voluntades políticas, sociales y periodísticas. En segundo término, la posibilidad de contar con más combustible le servirá para mantener erguido a su gobierno de cara a las Elecciones Legislativas de 2013. Estos comicios, que desde ahora se presumen insípidos e intrascendentes -tanto por opositores como por la propia ciudadanía de a pie- resultan fundamentales para Balcarce 50. En tanto la Presidente de la Nación pueda repetir la amplísima cosecha de votos obtenida en octubre de 2011, habrá logrado completar la faena más buscada, esto es, provocar un golpe devastador a la psiquis de todo aquel que se encuentre posicionado en la vereda de enfrente, en cualesquiera de sus formas y presentaciones. Un escenario de tales características podrá obsequiarle el impulso necesario a las extemporáneas masturbaciones mentales del magistrado militante Eugenio Zaffaroni y su propuesta de modificar la Constitución Nacional, al tiempo que otorgará luz verde al Estado para redondear el ambicionado y definitivo exterminio de las ideas y el disenso más elemental. La prerrogativa no coincidirá, por sobre todo, con castigar a la oposición, dado que esta ha desaparecido. El cristinismo lograría silenciar de una vez y para siempre a ese "perturbador" espectro de la acotada prensa independiente que hoy sobrevive a duras penas, y que tiene por costumbre exponer aquello que fue pensado para permanecer bajo el tapete. Como la Historia lo ha demostrado en incontables pasajes, los desequilibrios o brechas importantes surgidas del choque natural de fuerzas dentro de cualquier sistema político terminan con los dignatarios del poder haciendo uso de sus posibilidades de ir por todo y contra todos (Así sucedió, por ejemplo, en México, con el PRI). Hacen su aparición, en tal instancia, las dictaduras. Sistemas cuyo origen solo puede explicarse a partir de la pobreza cultural y la pérdida de identidad exhibidas por los ciudadanos de cualquier nación.
Pero así es como percibe los conflictos y mide los tiempos el emporio cristinista. Juega a matar o morir. Apuesta a juzgar... o ser juzgado. Para Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, el 2013 será la última oportunidad para salvar la ropa política y su futuro. La incógnita hoy pasa por la manera en que las torpezas y el consabido amateurismo de sus íntimos (Boudou, De Vido, Moreno, etc.) puedan terminar por exponerla a un futuro de dolorosos padecimientos. La Presidente está sola, pero no porque las pequeñas porciones pensantes de la militancia del Frente Para la Victoria comiencen a dudar ahora de la sustentabilidad del "modelo": pareciera ser que la compañía de sus hombres más notables acentuara esa soledad, convirtiéndola en una sensación claustrofóbica y torturante.
Por Matías E. Ruiz, Editor
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* Título en homenaje al autor norteamericano de ciencia ficción Philip K. Dick y su novela intitulada "The Man in the High Castle" [El Hombre en el Castillo] (1962).