Paraguay: El proteccionismo de Cristina Fernández de Kirchner perjudica a todos
La caída de las exportaciones de mi país, Paraguay, hacia la Argentina está empezando a causar graves perjuicios. La disminución en las ventas llega en promedio al 80 por ciento, un indicador devastador si tomamos en cuenta los miles de puestos laborales en juego y las multimillonarias inversiones en diversos rubros de exportación.
Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
La caída de las exportaciones de mi país, Paraguay, hacia la Argentina está empezando a causar graves perjuicios. La disminución en las ventas llega en promedio al 80 por ciento, un indicador devastador si tomamos en cuenta los miles de puestos laborales en juego y las multimillonarias inversiones en diversos rubros de exportación. La "licencia previa de importación" que impone el gobierno argentino no es más que una de las tantas medidas utilizadas por los gobiernos, en la creencia de que es preferible el ingreso de dólares por las exportaciones en lugar de las importaciones que se llevan los dólares.
Luego del fracaso del "modelo" argentino instaurado por los Kirchner, ahora este país se ha convertido en uno de los más proteccionistas del mundo. El proteccionismo consiste en una serie de medidas arancelarias y de trabas burocráticas al comercio internacional, supeditadas a las “autorizaciones” de los gobiernos de modo a conseguir más dólares en la balanza comercial. El gobierno de Cristina de Kirchner ya no puede financiar los populares subsidios con los que mantiene los precios de agua, electricidad, gas y transportes públicos que, a propósito, hacen a su base electoral.
Como ocurre en todas partes, los gobiernos necesitan recursos para cumplir con su electorado. El problema, sin embargo, es que el gobierno argentino se ha decidido por el proteccionismo. Pretende de esta manera proteger a su industria y fomentar sus exportaciones en detrimento de las importaciones.
Hoy día los importadores argentinos, por ejemplo, están obligados a llenar declaraciones juradas de sus compras en el exterior, para luego conseguir el “permiso” de importación. Incluso se llegó al punto que la importación requiere que previamente se compre productos argentinos o se invierta en el país, sancionando —si no lo hacen— a aquellos países extranjeros con el bloqueo en la aduana de sus productos.
Entre los casos más conocidos, el fabricante alemán de vehículos Porsche debió comprar vino y aceite de oliva argentino para lograr ingresar un centenar de vehículos al país. El proteccionismo del gobierno argentino, sin embargo, no solo está perjudicando a sus ciudadanos sino también a otros países, como Paraguay, que necesita de ingresar sus productos a aquel país.
Días atrás, el ministerio de Industria y Comercio (MIC) decidió poner trabas a los productos argentinos que ingresan a nuestro territorio. Una típica acción de represalia. La iniciativa provino de un importante grupo de exportadores paraguayos a los que se les ocurrió hacer lo mismo; obligar a los empresarios argentinos a gestionar ante nuestro gobierno el ingreso de sus productos.
Esta medida es un error. Una equivocación si proviene de Argentina o de Paraguay. El proteccionismo no es más que una vieja política estatal que perjudica a los consumidores. Aplicada en el siglo XVl, los mercantilistas creían que el proteccionismo comercial favorecería a la corona de entonces. Nunca fue así, porque al final los perjudicados eran los consumidores. Al obligar a la gente a comprar un producto de mayor precio y mala calidad, el resultado es el desperdicio de recursos puesto que eleva los precios por unidad de producto.
Además, ¿no es mejor que la gente elija qué comprar de acuerdo a sus propios criterios? Los consumidores prefieren comprar un producto importado por diversas razones. Calidad y precio son cuestiones elementales en la toma de decisión de cualquier persona. Tampoco es cierto que el proteccionismo favorezca a la industria nacional. Se ha probado en demasiadas ocasiones que la industria local protegida sin competencia del exterior, termina por afectar la calidad y la productividad de sus productos, lo que repercute en los puestos laborales.
El MIC y los empresarios que proponen esta medida se equivocan porque serán más los paraguayos perjudicados que los argentinos. Las exportaciones paraguayas apenas representa el uno por ciento de las importaciones argentinas.
Además de una denuncia firme y concreta ante los órganos de comercio internacional para que juzguen la violación del Tratado de Mercosur por parte del gobierno argentino, solicitando las sanciones que correspondan, también los empresarios paraguayos deberían ir apuntando a otra cosa diferente. Deberían ir dándose cuenta que el Mercosur ya no sirve a los intereses del Paraguay y, en especial, deben exigir a nuestro propio gobierno terminar con los efectos perversos que tiene sobre la industria nacional las incontables ineficiencias del sector público. Esto sí que favorecerá a la producción nacional.