El hinchado gobierno de Estados Unidos
La Administración de Servicios Generales (GSA) se gastó $820,000 de dinero del contribuyente en un fastuoso viaje a Las Vegas para “hacer equipo” y el Presidente Barack Obama se muestra “perplejo” por la noticia, según el consejero de campaña del presidente, David Axelrod. Obama, dice Axelrod, ha dedicado sus iniciativas...
La Administración de Servicios Generales (GSA) se gastó $820,000 de dinero del contribuyente en un fastuoso viaje a Las Vegas para “hacer equipo” y el Presidente Barack Obama se muestra “perplejo” por la noticia, según el consejero de campaña del presidente, David Axelrod. Obama, dice Axelrod, ha dedicado sus iniciativas a ahorrar “decenas de miles de millones de dólares” en reducción de gasto, fraude e ineficiencia en el gobierno. Sin embargo con el liderazgo del presidente Obama, el gasto gubernamental sigue creciendo irresponsablemente y ni él ni sus aliados en el Congreso están haciendo nada al respecto.
El más reciente ejemplo llegó la semana pasada cuando la mayoría demócrata en el Senado de nuevo eludió la responsabilidad de aprobar un presupuesto; el 29 de abril habrán pasado tres años desde que el Senado aprobó por última vez una resolución presupuestaria. El presidente del Comité de Presupuesto del Senado Kent Conrad (D-ND), cuyo trabajo es conducir a los suyos en el proceso de aprobar un presupuesto en el Senado, dijo sobre su decisión: “Este es el momento equivocado para votar en el comité. Este es el momento equivocado para votar en el Senado. No creo que estemos preparados para votar antes de las elecciones”. Conrad dijo también que presentar un presupuesto sería en vano y “no haría gran cosa por acercarnos a un acuerdo bilateral que realmente pueda ser adoptado”.
En otras palabras, elaborar un presupuesto es un trabajo difícil que él prefiere no hacer, especialmente en un año de elecciones. Por supuesto, 2011 no fue un año de elecciones y aún así el Senado tampoco aprobó entonces un presupuesto.
El dinero que no está siendo presupuestado pertenece al pueblo americano y sus representantes en el Senado han decidido una vez más que es más fácil seguir gastando sin freno que rendir cuentas a sus electores. Es esa misma actitud que ha llevado a un gobierno tan grande y tan fuera de control que hace posible que escándalos como el de la GSA puedan ocurrir.
Sin embargo, los cientos de miles de dólares gastados en el viaje de la GSA a Las Vegas son una tontería comparados con los cientos de miles derrochados en las iniciativas para estímulos de los empleos verdes del presidente Obama. Todos sabemos la historia de la quiebra de la compañía de energía solar Solyndra y la garantía del préstamo financiado por el contribuyente de $520 millones que se fueron al garete. Pero el más reciente ejemplo de gasto sin sentido es Ecotality: una compañía que fabrica estaciones de recarga para los muy favorecidos carros eléctricos del presidente. Ecotality recibió más de $115 millones para instalar esas estaciones de recarga, aunque como informa Lachlan Markay, de Heritage, la compañía anda muy retrasada en las entregas. Ahora está bajo investigación por tráfico de influencias y está afrontando serias dificultades financieras. Incluso así, el Departamento de Energía (DOE) decidió conceder a la compañía $26 millones de financiación adicional.
Pero no se trata del despilfarro en una agencia gubernamental. Los dólares del contribuyente se malgastan cada día en Washington, como la analista de la Fundación Heritage Emily Goff explica:
“Washington también despilfarra los dólares del contribuyente en formas menos descaradas. Tome como ejemplo los 47 programas de formación profesional federales que el gobierno federal capitanea. O las 15 agencias involucradas en seguridad e inspección alimentarias. El Congreso debería identificar las áreas de duplicación y fragmentación de programas y luego consolidar o eliminar las innecesarias”.
¿Quiere Ud. otro ejemplo de un gobierno grande y desbocado? Eche un vistazo al gasto de Washington en programas de asistencia social. Es la parte del gasto gubernamental que más rápido crece y está creando una cultura de tener derecho a beneficios y de dependencia del gobierno según la cual el pueblo americano espera recibir respaldo por parte del Estado. En el ejercicio fiscal 2011, los costos totales en asistencia social equivalían a $927,000 millones ($717,000 millones del gobierno federal y $210,000 de los estados). La analista de la Fundación Heritage Rachel Sheffield dice que “desde que la Guerra contra la Pobreza comenzara en los años 60, el gobierno ha gastado $19.8 billones (ajustados a la inflación) para financiar una lista cada vez mayor de programas de asistencia social”. El presidente Obama quiere que el gasto aumente y con su plan los contribuyentes pagarán casi $12.7 billones en asistencia social en la próxima década.
El gasto en asistencia social y el derroche infinito no son los únicos responsables de los billonarios déficits de Washington. Los tres principales programas de derechos a beneficios (Medicare, Medicaid y el Seguro Social) suman la mayor parte del gasto federal y consumirán toda la recaudación tributaria hacia 2049. Sin embargo, aunque ese panorama surge amenazador en el horizonte, el Senado continúa rehusándose a aprobar un presupuesto, el presidente Obama se mantiene al margen y el gasto continúa sin control. Ayer en Fox News Sunday, el comentarista Bill Kristol dijo acertadamente: “Si Ud. quiere un gobierno grande, este es un gobierno grande”. Y si alguien debería estar “perplejo”, es el pueblo americano.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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