Política exterior: Estados Unidos no debe pedir disculpas por su grandeza
Aunque pudiera ser que los conservadores se encuentren un poco deprimidos tras las elecciones, el presente no es el momento de comprometer nuestros principios, especialmente en política exterior y seguridad nacional. Asuntos en los que el historial del Equipo Obama ha estado poco brillante – por no decir que nada brillante.
Aunque pudiera ser que los conservadores se encuentren un poco deprimidos tras las elecciones, el presente no es el momento de comprometer nuestros principios, especialmente en política exterior y seguridad nacional. Asuntos en los que el historial del Equipo Obama ha estado poco brillante – por no decir que nada brillante.
En cambio, este sí es el momento de juntar fuerzas y luchar por los principios conservadores que hicieron de este país la potencia grande y benevolente que ha sido, y que debería continuar siendo.
Por ende, rendirse ante las equivocadas iniciativas de la Administración en asuntos internacionales no es -en absoluto- una opción.
En lugar de eso, deberíamos estar insistiendo (en realidad, exigiendo) que las siguientes ideas se conviertan en el fundamento de nuestra política exterior y de seguridad nacional:
· Mantener una defensa nacional fuerte. Con la posibilidad del embargo de fondos en ciernes, no podemos dar por garantizado este principio. Las mejores fuerzas armadas del mundo necesitan estar equipadas con los más selectos sistemas de armamento y además en cantidades suficientes. El poder militar es un pilar esencial del poder de Estados Unidos, junto a diplomacia hábil y energía económica, que respalden nuestra influencia y protegan nuestros intereses en el extranjero. La diplomacia siempre es más efectiva cuando se respalda con la amenaza creíble del uso de la fuerza. La debilidad (incluso su simple percepción) es una puerta abierta a las provocaciones de parte de aquellos que se oponen a nosotros y buscan perjudicarnos. La contención y la disuasión, basadas en el poder militar, son decisivas para poner freno a los desafíos contra nuestra seguridad.
· Confiar en el poder de Estados Unidos. La Administración Obama promociona la multilateralidad y las organizaciones internacionales como los cimientos de nuestros compromisos internacionales. Sin embargo, puede que insistir en eso sea exactamente la razón por la que las políticas de la Administración Obama hayan sido tan ineficaces. Delegar nuestra política exterior para los asuntos más complicados en tipos como los de Naciones Unidas es un gran error. Como ya se ha comentado antes, una falta de consenso no es excusa para una falta de liderazgo. Estados Unidos debería actuar de forma multilateral cuando pueda y unilateralmente cuando deba, siempre en defensa de nuestros intereses nacionales, punto.
· Reafirmar la excepcionalidad americana. Este país es único en la historia de la humanidad. Y nunca una nación ha hecho tanto por tantos, por tan pocos agradecimientos como Estados Unidos de América. Indudablemente, esta nación es “excepcional”. Como tales, no deberíamos tener miedo de promover por todo el planeta los principios que nos hicieron grandes y que nos seguirán haciendo grandes. Nunca deberíamos ir pidiendo perdón por eso.
La política exterior estadounidense, en rigor, se reduce a esta pregunta: ¿han pasado los mejores días de este país o están aún por llegar?
La respuesta a esta pregunta no está escrita, a menos que, como resultado de las recientes presidenciales, rehusemos a expresarnos públicamente en favor de los principios conservadores que hicieron a este país grande y excepcional.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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