ESTADOS UNIDOS: RACHEL SLOBODIEN

Barack Obama y su sistema de canje de emisiones para autos

Desde el momento en el que el Senado rechazó en 2009 el esquema de canje de permisos de emisiones de dióxido de carbono del presidente Obama, su Administración ha estado trabajando duro para hallar otros modos de implementar una agenda medioambiental radical.

27 de Diciembre de 2012

Desde el momento en el que el Senado rechazó en 2009 el esquema de canje de permisos de emisiones de dióxido de carbono del presidente Obama, su Administración ha estado trabajando duro para hallar otros modos de implementar una agenda medioambiental radical.

Obama dejó clara esa intención en una conferencia de prensa de 2010, cuando explicó: "El sistema de canje era sólo una forma de hacer las cosas…Era un medio, no un fin y voy a buscar otros medios para abordar este problema". Y hará todo lo posible por mantener esta promesa.

Con la ayuda de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y de otros departamentos, la presente Administración ha confiado en tácticas encubiertas y en las sombras, para imponer unos estrictos mandatos con el fin de regular aquello sobre lo que ha sido incapaz de legislar. Esta táctica faculta a los burócratas de Auto eléctricoWashington para implementar reglas que tienen un impacto negativo y de largo alcance sobre la economía de nuestra nación y sobre la forma en la que vivimos nuestras vidas.

El anuncio de la Administración Obama de unos nuevos estándares para economizar combustible es un buen ejemplo de su determinación para regular mediante órdenes legislativas.

 
El costo promedio de un nuevo auto aumentará en $3,000


A principios de este año, el Departamento de Transporte (DOT) y la EPA hicieron públicos -una vez finalizados- los nuevos estándares para economizar combustible correspondientes a autos y camiones ligeros, que requerirán que, a partir del año 2025, los modelos de estos vehículos tengan un promedio de autonomía de casi 88 kilómetros por galón (miles per gallon, MPG). El nuevo estándar se queda cerca de duplicar el actual Estándar Industrial para Economizar Combustible (CAFE), establecido en casi 47 mpg y que, sumado a los estándares de eficiencia del combustible para el período entre 2011 y 2016, habrá incrementado el costo promedio de un nuevo auto en unos $3,000 para el año 2025.

Los defensores de la norma argumentan que ahorrará el dinero que los consumidores dedican a los combustibles, reducirá la dependencia del petróleo extranjero así como el calentamiento global. Pero, como explican los analistas de la Fundación Heritage Loris y Derrick Morgan en un reciente informe, “Los mandatos para la eficiencia de los combustibles restringen las opciones del consumidor y sobrepasan completamente los límites de las funciones del gobierno federal”.

Los estándares son innecesarios, puesto que benefician a ciertos intereses especiales y exhiben numerosas consecuencias no intencionadas que ocasionarán efectos adversos para las familias americanas.

 
Los autos con precios inferiores a $15,000 podrían desaparecer

El nuevo estándar de CAFE requiere que las familias americanas soporten todos los costos que impone la regulación, mientras que permite que esos “intereses especiales” reciban todo tipo de beneficios. Como observan Loris y Morgan en su informe, “Con este nuevo mandato, la Administración de Información de la Energía advierte de que puede que dejen de estar disponibles los nuevos autos con precios inferiores a $15,000”. Mientras que el gobierno federal reconoce que la regulación hará subir el precio de los vehículos, “es probable que los consumidores sólo se percaten de una pequeña fracción del ahorro en combustible que afirma el gobierno”.

Y este no es el único modo en el que la eficiencia de los combustibles afectará a los consumidores. También limita sus opciones. Los consumidores también tienen otras preferencias, incluido el peso y la potencia del motor, por cuestiones prácticas, de seguridad y de disfrute. Ignorar estas preferencias y obligar a las compañías a fabricar vehículos que sean más ligeros y de ese modo más eficientes en el consumo de combustible tiene la consecuencia no intencionada de hacer que sean menos seguros.

Quizá lo peor de todo es que “A diferencia de legislaciones anteriores, los fabricantes no pueden pagar una multa si no pueden cumplir con los estándares. En cambio, tendrían que adquirir costosos créditos de parte de otros fabricantes”.

 
El sistema de canje es inapropiado para la industria del automóvil

Dando pie a un déjà vu, el nuevo estándar de CAFE crea una forma de canje totalmente nueva. Esta vez, se trata de un canje de permisos de emisiones de dióxido de carbono para autos. La propuesta de canje no era sólo una solución terriblemente imperfecta para intentar reducir las emisiones de dióxido de carbono, sino que es igualmente inapropiada para la industria automovilística.

Sin embargo, estas realidades no han frenado a la administración en su intento de justificar el nuevo estándar. De hecho, racionaliza los costos y cargas adicionales que deben soportar los consumidores como resultado de esta regla al argumentar que los nuevos estándares harán disminuir las emisiones de los gases de efecto invernadero. En realidad, la reducción resultante de las emisiones globales será casi imperceptible.

Pero existe un modo de frenar la flagrante extralimitación regulatoria de la administración y la solución comienza con la aparición en escena del Congreso. Loris y Morgan recomendaban: “el Congreso debería intervenir para impedir que la EPA y el DOT hagan cumplir los estándares de eficiencia de los combustibles, ya sea reteniendo sus fondos o aprobando una legislación que prohíba dicha regulación”.

La conclusión es que los consumidores valoran el ahorro del dinero gastado en combustible, pero también consideran la seguridad, el tamaño, el funcionamiento, el precio y muchos otros factores. Por lo tanto, son los fabricantes de autos, no el gobierno federal, quienes están mucho mejor preparados para satisfacer las exigencias de los consumidores.

Rachel Slobodien | Heritage Libertad, The Heritage Foundation