Cristina es oligarquía
El kirchnerismo insiste con la división y el embrutecimiento de la sociedad. No va a detenerse. Es su razón de ser. Está en su ADN. Sin divisionismo y sin clientela, la Presidenta se queda muda, fuera del ring.
El kirchnerismo insiste con la división y el embrutecimiento de la sociedad. No va a detenerse. Es su razón de ser. Está en su ADN. Sin divisionismo y sin clientela, la Presidenta se queda muda, fuera del ring. Para subsistir, necesita fragmentar y confrontar. Empobrecer. Someter a los de abajo. Disciplinar a los de arriba. Pronunciar catilinarias estruendosamente aplaudidas por la claque alquilada. La Presidenta encara sus ataques desde una posición de fuerza hegemónica: el Estado. Caballo del comisario. El relato describe a una mandataria enfrentada a corporaciones infernales, destituyentes, golpistas. Asimismo, y por cuerda separada, el relato estatal y paraestatal se encarga de torpedear a los disidentes tildándolos de servir a la línea liberal conservadora, la derecha a secas, que es sinónimo de dictadura y década del noventa. Neoliberalismo.
Según el relato oficial, el país ha sido gobernado por el neoliberalismo a partir de 1976 hasta 2003, momento en que asume la 'salvación' el dios patagónico con traje de pingüino. Entonces, la Argentina cambia y pasa al frente, gobierna “el modelo de acumulación de matriz diversificada e inclusión social”. En síntesis: con el kirchnerismo, las condiciones del mundo cambiaron: aumentó seis veces el precio de la tonelada de soja. Por la gracia del kirchnerismo, las relaciones de los términos del intercambio variaron a favor del país. La región comenzó a crecer y la primera década del siglo XXI es kirchnerista, acá y en todos lados.
Fueron neoliberales los milicos, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y el último Perón. Hasta la epifanía del hombre que caminaba a la par del general San Martín. Nestornauta pasó a la historia por esas conquistas inconmensurables que deja alelada a la vieja Europa; hoy, en pleno derrape, luego del despilfarro socialista que se calla y oculta con prolijidad mediática y discursiva. De eso no se habla, porque herirían las susceptibilidades de los amigos de la progresía europea, y el Relato comenzaría a hacer agua por los cuatro costados. El culpable de los ajustes es la derecha, porque la derecha neoliberal es el demonio que se come a los niños crudos y lo único que sabe hacer es quitarles a los pobres para darles a los ricos. Macri. Son tan estúpidos los pueblos, que votan a la derecha para que los destripen. Como ocurrió en en los noventa, cuando Néstor -acompañado de Cristina- vociferaba que Menem era el mejor presidente de la historia argentina.
El oficialismo kirchnerista cuenta en sus filas con la crema y nata de los 90. No es causalidad que Carlos Menem elogie a la Presidenta y le vote las leyes en el Senado de la Nación. Siguiendo la lógica del relato oficial, el kirchnerismo proviene del neoliberalismo. De la línea liberal conservadora que no dejó títere con cabeza. ¿Dónde estuvieron Cristina Kirchner, Oscar Parrilli, Julio Alak, Amado Boudou, Ricardo Echegaray, Sergio Massa, Daniel Scioli, Miguel Angel Pichetto, Aníbal Fernández, los intendentes del Conurbano, Juan Manuel Urtubey, Armando Cavalieri, Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez, Oscar Lescano, Marcelo Araujo, Pacho O´Donnell, Jorge Landau, José Luis Manzano, Raúl Moneta, José Luis Gioja, Gildo Insfrán, Beder Herrera, Felipe Solá…? Son algunos nombres del mundo político, sindical, empresario y mediático que participaron del reparto del poder en los 90, que ensalzaban las virtudes del Modelo (menemista), que daban cátedra de globalización y modernidad. Y que ahora forman parte del Estado colonizado por el populismo progresista, otrora populismo neoliberal. Puerto Madero simboliza la continuidad dirigencial de los 90 que el relato disimula viendo derechistas en otra parte, pero la derecha oligárquica son ellos. A fin de mes, ¿quién pasa por la ventanilla mayor?
El relato se empecina en deformar el lenguaje y atribuirle males a la oposición, englobándola en una categoría incorrecta y mentirosa. ¿Por qué calificamos de oligarca al kirchnerismo? Para la ciencia política, la oligarquía es una forma impura de gobierno. El profesor Raúl Arlotti enseña que la oligarquía en sentido moderno y técnico “es una forma de gobierno en la cual la autoridad pertenece a un pequeño número de personas o familias privilegiadas, por su nacimiento o riqueza. Se le ha dado un uso generalizado para designar el privilegio de un partido único y excluyente”[i].
Debemos tener en cuenta que los Kirchner siempre manejaron el poder en sentido oligárquico-patrimonialista (“el Estado es mío y está a mi exclusivo servicio”) y que amasaron su fortuna en una provincia petrolera. Luego de haberse beneficiado con la circular 1050 de Martínez de Hoz y de haber obtenido veintidós propiedades durante la dictadura militar (de la que la hermana Alicia fue funcionaria), con Menem dieron el salto cualitativo patrimonial, apropiándose de los fondos percibidos por la privatización de YPF. Esos de los que jamás se supo dónde fueron depositados, y que hicieron con los utilidades proporcionadas por esos más de 500 millones de dólares. Los famosos fondos de Santa Cruz son la parte del león de la riqueza personal de la Presidenta, quien ha declarado un patrimonio superior a los 70 millones de pesos. La punta del iceberg…
Finalmente, de una Presidenta oligarca que jamás invirtió un centavo en actividades productivas y que hizo su fortuna usufructuando las mieles estatales, poco y nada beneficioso puede esperarse en su relación con la producción y el trabajo. Para ella, la producción (Mesa de Enlace, el campo) y el trabajo (CGT Azul y Blanca y CGT Azopardo, CTA de Miceli) representan las corporaciones a destruir, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Así, campo y obreros son los enemigos ideales del relato azuzado por la progresía intelectual frepasista, que contrasta con los aliados históricos de la Argentina productiva y laboriosa, generadores de riqueza nacional. Por eso, en el relato oficial está ausente la justicia social –bandera irrenunciable del justicialismo- y se impone “la inclusión” que es sinónimo de clientelismo y corrupción. Porque la justicia social exige un marco sustancial de condiciones político-sociales que el populismo oligárquico jamás va crear, ya que su objetivo específico es la permanencia en el poder debilitando y destruyendo las instituciones de la República, un límite a sus planes desmesurados.
La desmesura populista encuentra la justificación teórica en una runfla de plumíferos mercenarios. Horacio Verbitsky -colaborador de la Fuerza Aérea en la dictadura, de paso fugaz por el peronismo (1973) y desertor de Montoneros en 1977- es uno de los propagandistas serviciales que anticipa los pasos ulteriores de la Presidenta, de sus medidas más polémicas y adversas al interés general. Leer su columna dominical en Página 12 es una manera de conocer el humor de Olivos y por dónde se encaminará la gestión presidencial en los temas espinosos. ¿La ciudadanía ha elegido a este ministro sin cartera para ejercer el papel de fiscal de la oposición y guardián de la ortodoxia cristinista? ¿Tan bajo hemos caído los argentinos, que debemos soportar la diatriba sistemática de los propagandistas mantenidos con el dinero de nuestros impuestos?
Otra nota del populismo oligárquico liderado por la Presidenta es su cobardía. Cuando surge una mayoría espontánea como el #8N, se esconde. Cuando ocurren saqueos, también se oculta. Como se escondió Néstor ante la masacre de Cromañón. O como lo hiciera, nuevamente, Cristina Fernández, con la masacre de Once. La máxima kirchnerista reza: “la sangre seca rápido”. Aunque vendría de perlas la inscripción del anillo de Julio Grondona: “todo pasa”. Pero los kirchneristas se adueñaron de los Derechos Humanos retroactivos, para sofocar cualquier exigencia de justicia en la actualidad. ¡Y la claque aplaude!
Se avecinan nuevas y complejas batallas. El kirchnerismo exprimirá aún más el aparato estatal, el máximo poder del país, colocándolo en sintonía con su proyecto continuista. Ningún poder particular es superior al poder del Estado. Detrás de la ley de medios audiovisuales, se esconde la trampa a favor de medios extranjeros, pero el demonio es el Grupo Clarín. Detrás de la ley de mercados de capitales se esconde la confiscación y vaciamiento de las empresas ajenas al kirchnerismo. Detrás de la democratización de la Justicia se esconde el castigo a los jueces independientes. Estemos atentos y sigamos construyendo una alternativa distinta. Con inteligencia y patriotismo. Nosotros desde PROpuesta Peronista luchamos para que Mauricio Macri sea en 2015 el Presidente de todos los argentinos. Hagamos de esta lucha por la unidad nacional un espacio de encuentro fraternal y pluralista. Ellos seguirán enriqueciéndose a costa de la marginalidad, el saqueo público y el empobrecimiento de la sociedad. Ya mostraron las cartas y van por todo. Son la nueva oligarquía entreguista y saqueadora.
No pasarán.
Feliz 2013.