SOCIEDAD - CARTAS DE LECTORES: RAUL ZORZON

Por qué no te callas

Los fundamentos de las palabras hacen a la credibilidad de las acciones. La mesura y el respeto son perfiles que muestran la rectitud de las personas. La reflexión es un buen antídoto para obrar con prudencia. Prominentes estadistas de todos los tiempos hablaron con pocas y sabias palabras, también con grandes y cuidadosos silencios.

03 de Enero de 2013

Los fundamentos de las palabras hacen a la credibilidad de las acciones. La mesura y el respeto son perfiles que muestran la rectitud de las personas. La reflexión es un buen antídoto para obrar con prudencia. Prominentes estadistas de todos los tiempos hablaron con pocas y sabias palabras, también con grandes y cuidadosos silencios.

Si se necesitan agendas de sapiencia, deben buscarse en estos estilos y no en caudillos tiranos, a quienes su propio ímpetu los lleva a autodestruírse. Cuando ya nadie más la nombre y se apague el fastidioso relato, habrá ingresado junto a sus socios en un ocaso profundo e irrelevante; en el atroz olvido. Nadie la aplaudirá, y sus mercedes se marchitarán en la sombra de algún rincón de su íntimo ostracismo. Todos ellos inscribirán sus nombres en el libro mortal de los corrompidos.

Querer resistir a la audiencia con toda clase de esquizofrenias es como desafiar códigos naturales. La porfía en insistir hace repeler con furia esos mensajes: la gran mayoría no quiere ni oírla. Nadie de sus íntimos se atreve a decirle nada, porque ella es la Reina.

En este clima enrarecido, todo es un revés; el cepo a la justicia comienza a agrietarse y los magistrados -cansados- se animan. En las últimas arremetidas judiciales, el gobierno ha perdido por sus propias impericias. Tensó tanto la cuerda que se partió justo donde tenía que cortarse.

Ahora, aparece la furia. "¡Esto es un complot judicial!", tronó estos días la Casa Rosada, porque los fallos salen conforme a derecho y no a sus conveniencias. A sus personeros no les importa la desobediencia a la ley. Quieren ganar o ganar.

Por otro lado, el hartazgo y la bronca se estrellan contra una pantalla de tonalidad oscura de mentiras, en un hostigamiento repulsivo que enardece. Y, como desafío, amplían el gasto propagandista; para seguir con esa novela rancia a través de los vergonzosos medios adictos, receptores de millonarias pautas oficiales.

Hablar permanentemente en radio y televisión, con gestos de ingenua adolescente (en la creencia que todo se puede) para, de esa manera, querer seducir a la audiencia hasta con la más sorprendente  de las gesticulaciones equivale, cuanto menos, a proscribir los buenos modales que se requieren para despertar el interés de una sociedad hastiada. El 54% no otorga inmunidad receptiva, es hora de que entienda.

La vergüenza nacional y popular -cual sentencia perfecta por sus genialidades- es ver a una mujer atrapada en esos deslices permanentes y a un grupo de aplaudidores, que lo hacen a rabiar cuando la señal de algún perito en imagen se lo indica. Vergonzoso hasta el extremo, propio de ridículos, pero nada les importa. ¿Cómo es posible tanto desprecio a las buenas formas, a la racionalidad y a la cultura del saber? Todo ello, acentuado cuando se trata de conducir los destinos de un país.

¿Hasta cuándo los argentinos soportaremos este certamen de contradicciones y delirios groseros, propio de un subdesarrollo acondicionado a estas escabrosas patrañas que nos trasladan a lugares de vergüenza en el mundo? La farsa y la trampa fluyen por los poros de un gobierno envenenado de odio, que nunca encontró un rumbo de paz por sus formas deshonrosas de respetabilidad, y que hace rato ha perdido la confianza de la mayoría de los actores de la nación. Actualmente, la desinversión asusta, la energía ha colapsado y la inseguridad castiga... pero ella habla y habla. Tanta inverosimilitud la llevan a ser esclava de sus propias palabras. Despotricó hasta el hartazgo contra los fondos buitres y, ahora, reabren el canje de deuda. Quizás, se han acordado de imitar al fantasmal Goebbels, cuando le decía a su amo: "¡Algo quedará!".

Ante tanta charlatanería preparada, fue muy llamativa su ausencia por estos días; preferencias obligadas de reclusión en algún lugar remoto para no hablar de lo que pasaba y no quería ver: supermercados saqueados a mansalva. ¡Mutismo total!

Cuando reapareció, habló, pero no tuvo mejor pretexto que echarle la culpa a genuflexos intendentes y gobernadores. Molestos, estos ya no encuentran en una caja vacía los recursos para contener el diagrama de despilfarro para todos. Y, ya que todo es confusión y desorden, algún trastornado diputado o ministro sin poder apelan a la expresión de deseo, ya sin convicciones, para contrarrestar la iniciativa perdida y de esa forma distraer a un pueblo absorto: la re-reelección. El país se arrincona en su escasez -esa es hoy la cuestión- y, en el inventario de ocurrencias, encuentran esta única forma de actuar para poder aguantar hasta el final.

Cortinas de humo imperfectas, para enardecer a aburridos ciudadanos que disipan sus malestares buscando encontrar puntos de sensatez que despejen esos fastidios. ¿A quién puede interesarle este tema remanido, indebido e ilegítimo, si en estos tiempos la atención está centrada en una galopante inflación que deteriora los salarios, una vil y repugnante corrupción, y una inseguridad escalofriante que hace temer por la vida?

Pero ella sigue hablando. El desconcierto ya no se oculta, y vuelven -como siempre- los altercados, las contradicciones y peleas, que llevarán hacia el ocaso irremediable. Finalmente, el 'Vamos por todo' concluirá en un 'Perdimos todo'.

La gran duda es, si en estas condiciones llegarán al final de su período. O si la repetida historia de manifestaciones, cacerolazos, y violencia descontrolada, arrasarán de nuevo con un gobierno desorientado, para huir sus dignatarios hacia alguna madriguera y allí no hablar más.

El aguante se termina. Una institución agropecuaria ha sido despojada de su predio en forma arbitraria, y esta se defendió con un firme: “No le tenemos miedo, Señora Presidenta”. El campo en su conjunto apoyó esa justa defensa.

Estos hechos -sumados a sus reiteradas impericias- son el caldo de cultivo perfecto para que la reina no pueda levantar vuelo con aspas en el aire, porque un corsé de rejas la esperará para coronarla en el lugar que ella misma ha buscado.

Raúl Zorzón (Malabrigo, Provincia de Santa Fe) | El Ojo Digital Sociedad