Hillary Clinton, sobre Bengasi: protesta o atentado terrorista. ¿Qué importa la diferencia?
El testimonio de la Secretaria de Estado Hillary Clinton ante el Senado y la Cámara de Representantes sobre el atentado terrorista en Bengasi, Libia, no arrojó mucha más luz acerca del suceso o sus consecuencias. Aunque el ambiente sí que se caldeó bastante.
El testimonio de la Secretaria de Estado Hillary Clinton ante el Senado y la Cámara de Representantes sobre el atentado terrorista en Bengasi, Libia, no arrojó mucha más luz acerca del suceso o sus consecuencias. Aunque el ambiente sí que se caldeó bastante.
El sarcasmo y la teatralidad de Clinton -totalmente inapropiados- en respuesta a la serie de preguntas del senador Ron Johnson (R-WI), sin duda serán el aspecto más sobresaliente de la sesión.
"Con el debido respeto, la realidad es que tenemos a cuatro americanos muertos. ¿Fue a causa de una protesta o fue porque unos tipos salieron a dar un paseo una noche y decidieron que iban a matar a algunos estadounidenses? A ese respecto, ¿qué diferencia hay?". Pues, la diferencia entre terrorismo organizado y tumulto aleatorio, nada menos.
Después de esperar cuatro meses tras el atentado terrorista -con unas elecciones presidenciales-, el retraso en la publicación del informe de la Junta de Revisión de Responsabilidades (ARB) y los problemas de salud de Clinton de por medio, la paciencia del Congreso no se vio precisamente recompensada. Al comprimir las dos intervenciones en una única y maratónica sesión, Clinton trató de privar a los miembros de los Comités de Relaciones Exteriores y Asuntos Exteriores del tiempo suficiente como para hacer algo más que escarbar en la superficie de este asunto.
Hillary Rodham Clinton negó haber tenido conocimiento alguno de las peticiones de seguridad adicional realizadas por el embajador Christopher Stevens, culpó a los "profesionales de la seguridad" por las deficiencias de la misma y manipuló el asunto de la falsa narrativa de los hechos creada a consecuencia del atentado y transmitida por la Administración Obama.
Aunque ello no quiere decir que no hubiese otros momentos memorables. Clinton demostró de forma exasperante el considerable temperamento por el que se hizo famosa durante sus días como primera dama en la Casa Blanca.
Al diputado Michael McCaul (R-TX), que deseaba saber por qué no había visto los alarmantes telegramas de Christopher Stevens acerca de la falta de seguridad, Clinton le espetó: "Nos llegan cada año 1.4 millones de telegramas, todos dirigidos a mi nombre".
Y al representante Joe Wilson (R-SC) le comentó que no fue a la televisión para analizar los atentados porque, en realidad, no disfruta con los programas de debate de los domingos.
De forma aún más sorprendente, Clinton replicó a la representante Ileana Ros-Lehtinen (R-FL) que a ella no le pidieron que hablara ante la ARB, pero que habría estado encantada de hacerlo. Además, Clinton rebatió a la congresista cuando esta le preguntó por qué nadie había perdido su puesto de trabajo en el Departamento de Estado después de la debacle de Bengasi afirmando que, en rigor, se había despedido a cuatro personas. Poco después, Clinton se contradijo al revelar que realmente tenían una baja administrativa a sueldo completo.
Quienes estén interesados en conocer el estado de la política y de las iniciativas de Estados Unidos en Medio Oriente que tienen por objetivo llegar al púbico árabe mediante la difusión internacional y la diplomacia pública de EE.UU., hallarán especial interés en la respuesta de Clinton a una pregunta del representante Gregory Meeks (D-NY) sobre cómo podrían prevenirse los futuros atentados.
Clinton afirmó: "No podemos alejarnos de... estos regímenes de la Primavera Arabe. Necesitamos hacer un mejor trabajo, una contranarrativa de la narrativa yihadista extremista". Se lamentó, con razón, del hecho de que el gobierno de Estados Unidos haya "abandonado la difusión en Medio Oriente" y afirmó que la Junta de Directores de Radiodifusión (BBG) -encargada de esos asuntos- es "una agencia difunta". Por qué la propia Clinton, que tiene un asiento en esa junta, no ha hecho nunca nada al respecto de una situación tan deplorable, permanecerá como unas de las muchas preguntas que quedaron sin respuesta tras sus intervenciones.
Plagada de inconsistencias, inexactitudes y fanfarronadas, la actuación de Clinton de la pasada semana dejó mucho que desear. Pero no sólo eso, sino que el público de Estados Unidos no tiene ahora un mejor conocimiento de lo que está haciendo la Administración Obama para llevar ante la justicia a los asesinos de los cuatro valientes conciudadanos que perdieron sus vidas en Bengasi el 11 de septiembre de 2012.