Esperando a Hugo Chávez: teatralidad, en medio de una economía languideciente
Han transcurrido ya dos meses desde que el presidente venezolano Hugo Chávez partiera desde el Palacio de Miraflores hacia La Habana (Cuba), para someterse a una cirugía contra el cáncer que padece.
Han transcurrido ya dos meses desde que el presidente venezolano Hugo Chávez partiera desde el Palacio de Miraflores hacia La Habana (Cuba), para someterse a una cirugía contra el cáncer que padece.
Muy poco se conoce sobre la salud de Chávez. Hasta el momento, la única prueba de vida presentada por funcionarios del gobierno consiste en reportes de visitas al hospital en donde el jefe de estado está siendo tratado, y la aparición de documentos que, según se refiere, fueron firmados por él mismo. Chávez no ha hablado, ni ha sido visto en público. El gobierno replica que Chávez está haciendo progresos, pero se encuentra impotente para enfrentarse a la creciente presunción de que jamás volverá a ejercer funciones ejecutivas.
Sin embargo, el show continúa en Venezuela. El 4 de febrero, los chavistas -conducidos por el heredero Nicolás Maduro y por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello- celebraron el "heroísmo" del fallido golpe de estado montado por Chávez en 1992. Tal como sucediera durante la fallida intentona de Fidel Castro contra el régimen de Fulgencio Batista en 1953, la mitología política ha convertido un día de violencia -más de cien personas fallecieron en medio del fracasado golpe de Chávez- en una jornada de dignidad nacional. Y los despojos se reservan para el vencedor...
La pasada semana, los chavistas desplegaron una presentación oficial, como parte de los esfuerzos centrados en significar el culto permanente a "El Comandante" en las mentes de los venezolanos. Tal como lo observara el periodista del New York Times, William Neumann: "Aún en un país en donde la teatralización del absurdo es moneda corriente, el tumulto tomó a muchos venezolanos por sorpresa".
No obstante, la distracción de los festejos por el 4 de febrero y las trivialidades surgidas de la controversia fueron rápidamente ensombrecidas por la decisión del pasado 8 del mes en curso coincidente con la devaluación de la moneda nacional de Venezuela, el bolívar, en un 32%; la primer gran decisión económica tomada durante la ausencia del líder. Chávez -nuevamente, según se informó- autorizó la iniciativa.
Previo a la devaluación, The Economist rankeó al bolívar venezolano como la moneda más sobrevaluada del globo. De acuerdo a su "Indice Big Mac", esa hamburguesa se comercializaba a US$9 y Caracas, la capital del país, es una de las más caras. Mientras tanto, la posición de Venezuela en el Indice de Libertad Económica (www.heritage.org/index/country/venezuela) preparado entre la Fundación Heritage y el Wall Street Journal se acercó a las últimas del planeta (obteniendo el puesto #174 sobre 177 naciones analizadas).
En tanto Maduro y compañía declamaban que la devaluación era necesaria para defenderse contra los especuladores, el líder de la oposición Henrique Capriles Radonski señaló a los principales culpables: el gasto desfasado del gobierno, la corrupción y las dádivas remitidas a terceros países. Históricamente, las devaluaciones han sido favorecidas por regímenes populistas y estatistas, como una manera de imponer el más cruel de los impuestos: la inflación. Todo ello, mientras invierten tiempo en monetizar sus insostenibles cargas deficitarias.
Los economistas predicen que la devaluación morigerará la presión sobre el déficit fiscal, recortará el valor doméstico en dólares estadounidenses de la deuda pública, e incrementará los ingresos netos del Estado. Sin embargo, los compradores locales deberán pagar más por bienes importados. La devaluación, según se infiere, ha disparado el pánico en muchas compras. En el largo plazo, pueden esperarse faltantes. La creciente inflación se devorará los promocionados beneficios del poder adquisitivo, perjudicando especialmente a los pobres. A su debido tiempo, ello redundará en renovadas presiones contra el régimen de Chávez, ni bien deban programarse nuevas elecciones para reemplazar al convalesciente presidente.
Por ahora, los desconcertados venezolanos pueden anticipar la continuación de una economía empobrecida (y menos vida para el bolívar), pero más circo de parte del gobierno y más payasadas teatrales.
* El Doctor Ray Walser es Analista Senior de Políticas para América Latina en el Centro para Estudios de Política Exterior Douglas y Sarah Allison (Douglas and Sarah Allison Center for Foreign Policy Studies), división del Instituto de Estudios Internacionales Kathryn y Shelby Cullom Davis (Kathryn and Shelby Cullom Davis Institute for International Studies), en la Fundación Heritage.
Traducción al español: Matías E. Ruiz