INTERNACIONALES: ALEJANDRO CHAFUEN | FORBES MAGAZINE

Los Think Tanks liberales en Estados Unidos: un pantallazo

A lo largo de estas tres últimas décadas, los think tanks -centros de estudios públicos- han sido el principal lugar de acción de los emprendedores intelectuales.

17 de Febrero de 2013

A lo largo de estas tres últimas décadas, los think tanks -centros de estudios públicos- han sido el principal lugar de acción de los emprendedores intelectuales. Aquellos que descubren la necesidad para nuevas ideas, soluciones sobre políticas o programas educacionales, necesitan de una organización para administrar los recursos que atraen y luego asignarlos con miras a la persecución de sus metas. Allí es cuando la estructura de los think tanks juega un rol fundamental.

Mientras en el ámbito empresario la mayoría de los emprendedores son atraídos por el potencial de ganancias, el emprendedor intelectual tiende a verse motivado por un tipo diferente de cálculo racional y psicológico. Sospecho que la mayoría actúa con el objetivo de mejorar la sociedad, teniendo en cuenta su Herman Cain, ante Americans For Prosperitypropia visión de lo que una sociedad ideal representa. Cuando el trabajo de los emprendedores intelectuales es llevado a cabo sin fines de lucro, aquellos que proveen de recursos materiales son donantes más que inversores. Algunos -especialmente los miembros de directorios- trabajan en forma gratuita para la organización.

¿Cómo uno decide a quién donar? Como en cualquier otro mercado, distintas personas buscan diferentes productos y servicios. La mayoría comienza inquiriendo sobre las características básicas del producto que desean, como ser, un automóvil, y luego intentan aprender acerca de esas características. En el caso que nos ocupa, los donantes en USA estudian a los think tanks.

Los datos que presento a continuación provienen de una fundación, la Chase Foundation of the Commonwealth of Virginia,* que ayuda a cerca de cincuenta institutos liberales. Noventa por ciento de ellos situados en los Estados Unidos de América. Chase solo apoya a institutos que defienden la libertad económica y otras libertades personales. Asimismo, para poder calificar, las organizaciones necesitan certificar que no reciben fondos o aportes de gobiernos o agencias estatales.

El presupuesto anual combinado de los think tanks respaldados por Chase suma, aproximadamente, unos US$ 220 millones. Chase no aporta fondos a los grandes think tanks conservadores como la Fundación Heritage, el American Enterprise Institute (AEI) o el Instituto Hudson (The Hudson Institute). Estimo que, si combinásemos los presupuestos de estos y otros think tanks conservadores orientados hacia el libremercado -que no son respaldados por Chase-, la totalidad de los centros liberales estadounidenses, canadienses y británicos abarca unos US$ 500 millones. La muestra de Chase -algo más del cuarenta por ciento del mercado- es muy relevante.

A criterio de poner esta cifra en perspectiva, en el 2011, las cuatro universidades que más fondos reciben (Stanford, Harvard, Yale y el Massachussetts Institute of Technology, MIT) recibieron, cada una, mas de US$ 500 millones en donaciones. Las corporaciones con ingreso promedio de la clasificación Top 100 de Forbes -tales como General Electric o la venezolana PDVSA- generan esa cifra de ingresos en poco más de un día. Las asociaciones laborales, y comerciales, de la "izquierda" a la "derecha" del espectro político, reciben ingresos muy superiores al de los think tanks. En 2011, por ejemplo, la National Education Association [Asociación Nacional de Educación] reportó más de US$ 360 millones en ingresos; el American Petroleum Institute, más de US$ 180 millones en 2010. Primera conclusión: por lo menos en lo que a presupuesto se refiere, los think tanks liberales no son tan grandes como piensan sus detractores.

Hace más de una década, uno de los fiduciarios recomendó a Chase desarrollar un cuestionario en el cual, en una sola página, se provea un pantallazo de los think tanks. El objetivo era emplear esta información como herramienta para decidir donaciones. El cuestionario suele tener diez preguntas. Hasta el momento se incluyeron aproximadamente treinta preguntas diferentes. Parte de la información -como ser los salarios actualizados, y unas pocas medidas de eficiencia e impacto- permanecen confidenciales. Todo ello es complementado con datos relevantes extraídos de documentos públicos, como las declaraciones juradas que se realizan a las autoridades impositivas (En Estados Unidos, esta información es pública y de fácil acceso en internet, se encuentra en el formulario 990 del Internal Revenue Service).

Estas son algunas de las tendencias que se derivan de más de diez años de análisis: hasta 2011, las fundaciones eran la mayor fuente de apoyo para think tanks; desde entonces, las donaciones realizadas por particulares representaron la mayor fuente. En promedio, las empresas contribuyen aproximadamente con el 10% del ingreso de los institutos tomados para la muestra. Lo cual representa una baja del 18 por ciento desde el año 2000. A grosso modo, la mitad de las organizaciones reportó que los donantes individuales son la mayor fuente de apoyo: el 48% del ingreso proviene de individuos y el 40%, de fundaciones. Solo el 2 por ciento provino de otras fuentes, la mayoría representada por suscripciones a revistas de los pocos think tanks -como Reason Foundation- que las publican. Segunda conclusión: los think tanks orientados al mercado no están al servicio ni son instrumentos de las empresas.

Previo a 2011, solo los institutos más grandes -como Cato- declaraban a los aportantes individuales como principal fuente de apoyo. El incremento en el uso de pedidos masivos de dinero por correo, en combinación con un ambiente más politizado (coincidente con la elección presidencial del último año) influyó en el cambio de la estructura de ingresos. Los activos de las fundaciones donantes más importantes acusaron dos grandes golpes: la implosión de la burbuja tecnológica en 2001 y la debacle bursátil de 2008. Esto contribuyó a un relativo declive en el apoyo de las fundaciones. Pocas de las más grandes fundaciones liberales se recuperaron de estos shocks.

Durante esta última década, los ingresos de los think tanks se duplicaron. El crecimiento se desaceleró desde la crisis de 2008 [crisis Subprime].  Solo las organizaciones dedicadas al activismo cuasi-político, como Americans For Prosperity y FreedomWorks esperaban un fuerte incremento importante en las donaciones para 2012. Sus declaraciones juradas no se encuentran disponibles aún, pero el hecho de que el actuar de ambos grupos es tan cercano a la política ha creado un sano debate en relación a su rol en el mercado. ¿Deberíamos incluir, como parte del mercado de los think tanks, a aquellas organizaciones que se enfoquen mayormente en el activismo en lugar de la investigación?

¿Acaso los think tanks están descuidando los estudios? Pese a que tres de cada cuatro think tanks informan que hacen investigación, solo el 10 por ciento considera a la investigación como su producto más exitoso. La diseminación y los programas educativos están volviéndose más populares. La falta de investigación original y un incremento de la propaganda y la comunicación podrían explicar el rol creciente de centros universitarios en llenar este vacío.
Dejaré para futuras columnas el análisis de otras tendencias: la creciente diversidad en la mezcla de sus productos; las enormes diferencias en sus gastos administrativos y aquellos dedicados a la búsqueda de donaciones; y el crecimiento en sus fondos de reservas o dotaciones (endowments) y de sus cuasi-endowments (por ejemplo donaciones para comprar una sede o de fondos para tener un investigador en perpetuidad). Para los emprendedores intelectuales y los donantes que los apoyan, hay pocas cosas más importantes que poder medir los resultados. Los think tanks han venido empleando diferentes medidas para el éxito, y mucho más debe hacerse en este terreno.

Como en otros ámbitos, la competencia entre think tanks conducirá, gradualmente, a la innovación en materia de programas y formas de evaluarlos.  Los emprendedores intelectuales, es de esperar, dispondrán entonces de más herramientas para contribuir a una más vibrante y próspera sociedad civil.


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* El Dr. Alejandro A. Chafuén es miebro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. El autor del artículo también es fideicomisario en la Chase Foundation.
 

Traducción al español: Matías E. Ruiz

Foto: ex candidato a la Presidencia de EE.UU., Herman Cain, hablando ante foro de Americans For Prosperity | New Yorker; http://www.newyorker.com

 

Dr. Alejandro Chafuén, presidente de Atlas Economic Research Foundation | Publicado en sitio web oficial de la Revista Forbes el 13FEB2013