POLITICA: MATIAS E. RUIZ

El sendero de la debacle: cuando la credibilidad de Cristina Kirchner cotiza en pesos

Adelantamientos. El cristinismo se sincera ante sus interlocutores políticos y blanquea la clausura de su propio fin de ciclo. La imagen de la Presidente de la Nación se desploma a nivel nacional.

05 de May de 2013

Se asiste al desordenado exterminio de las sorpresas. Los hombres de Cristina Fernández Wilhelm se han quedado sin conejos qué extraer de la galera; los trucos de antaño ya carecen de efectividad. Peor aún: sus resultados regresan con un destructivo efecto boomerang, perjudicando al elenco presidencial y devaluando -todavía más- la imagen que la opinión pública tiene de la Jefa. Tal vez, el mejor ejemplo de ello se haya observado en el pretendido intento de farandulizar los episodios de lavado de dinero que expusiTwitter, Matías E. Ruizera el ciclo televisivo 'Periodismo Para Todos'. Con circunstanciales facturas que aterrizarán bajo las puertas de Luis Ventura, Jorge Rial, Carlos Zannini y la Secretaría de Inteligencia.

Las revelaciones de Jorge Lanata resultan particularmente perturbadoras. Así lo reconocen -por lo bajo- numerosos referentes kirchneristas ante sus interlocutores del Frente Para la Victoria y de la propia oposición con los que el gobierno mantiene contactos en el interior del país y el GBA. El problema es que, de un momento a otro, saldrán a la luz más detalles que involucrarán a una interminable cadena de referentes políticos y empresarios de variada extracción.

Así las cosas, el mundillo dirigencial debe lidiar ahora con una actividad proselitista en franco congelamiento: solo se encargan relevamientos para mensurar los índices de aprobación que exhibe Cristina Kirchner en varias provincias. Uno de ellos -llevado a cabo recientemente en Córdoba capital, su periferia y localidades del interior- dio como resultado un número que en la Casa Rosada ya se barajaba: CFK, en el mejor de los casos, comparte una imagen positiva consolidada de, apenas, el 22% de los encuestados. En otras divisiones políticas de la Argentina profunda, la cifra oscila entre ese porcentaje y las 25 unidades. En Balcarce 50 abundan la desazón y el desconcierto: en un escenario de credibilidad implotada, ninguna operación político-mediática puede obsequiarse las más elementales garantías para prender en la ciudadanía. No sorprenderá entonces que, en el seno de la Administración, haya comenzado a evaluarse seriamente la alternativa de suspender las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y analizar el adelantamiento de las Elecciones Generales de octubre para ser implementadas en agosto próximo. En el núcleo de esta iniciativa se encuentra, como es lógico, la grotesca disparada en la cotización del dólar Blue, que superará los diez pesos por unidad en la semana que dará inicio. Con delgado favor contribuyó el Vicepresidente Amado Boudou a la conmovida somnolencia del mercado paralelo: pocas horas después de burlarse aquél de la incidencia de la divisa estadounidense en la economía, Cristina Kirchner demandaba una reunión de urgencia en la quinta de Olivos. El enigma de la moneda norteamericana no arriba con remedios efectivos para salir del laberinto: cualquier devaluación o desdoblamiento del tipo de cambio transmigraría inmediatamente en un recrudecimiento de la variable inflacionaria, corporizándose en hiperinflación. Solo queda "hacer la plancha".

Cercada por su palmaria carencia estratégica, sin plan ni bosquejos alternativos, la jefe de estado ha refritado sus intenciones de respaldarse en una futura candidatura de Daniel Osvaldo Scioli a la Presidencia, en 2015. Confabulación subrepticia que se obsequiaría su broche de oro si acaso Sergio Massa aceptara conformar parte de esa aventurada entente cordiale, ocupando el rol de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. En lo que a Scioli respecta, sus problemas no solo se concentran en el desmanejo y el ocultamiento que sus personeros hicieron de la tragedia de La Plata sino que, conforme se certifica en numerosos circuitos, con él tienen la intención de reciclarse el elemento derechohumanista de Madres de Plaza de Mayo, el piqueterismo y los siniestros embajadores del chavismo que operan clandestinamente gracias a la cubierta proporcionada desde el Gobierno Nacional (y que gozan de llegada directa a Dardo Rocha). Más tarde o más temprano, volverá a tratarse el ríspido tema de los trabajadores sociales bolivarianos que, por centenares, pululan desde hace años por las peores geografías del conurbano bonaerense, portando pasaportes argentinos en su momento remitidos desde el Ministerio del Interior. Su ya conocido modus operandi: aguardar por la llegada de sus respectivos correos en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, que les aportarán los euros y dólares necesarios para la ejecución de una miríada de operaciones y misceláneos.

El capítulo final del derrape oficialista terminará de escribir su epílogo, una vez que la promocionada "reforma judicial" sea ultimada por los propios magistrados. A partir de ese instante, habrá que repasar la alternativa del autogolpe, que ya citan con recurrencia tanto Domingo Cavallo como Elisa Carrió. Quizás -una vez transitado ese puente-, la Presidente podría concluir que su propio pueblo no la "merece". El approach final ya no representa misterio alguno para nadie: que la crisis estalle en las narices de otro. Entonces, Cristina Kirchner ganaría algunos metros para declamar que, con ella, la ciudadanía no estaba tan mal.

Al cierre, debe citarse que el plató argentino concentra el interés de los analistas internacionales por el carácter asimétrico que lo caracteriza. Son estrellas estelares de aquél una sociedad culturalmente fraccionada y movilizada, aunque en comprobable estado de confrontación y anarquía; una oposición política tan inoperante como inexistente, y una Administración que se desmorona con el correr no ya de meses, sino de días. Condimentos acaso jamás computados, que solo pueden conducir a la sustanciación de una receta poco auspiciosa. Si de lo que se trata es de no recurrir a caratulaciones bastante más escatológicas.

 
 

Matías E. Ruiz