Venezuela: los dueños del petróleo y las bombonitas de gas
La fanfarronería revolucionaria chavista ha dicho con frecuencia que se recuperó la plena soberanía petrolera. La palabrería hueca de la revolución venezolana igualmente habla de las inmensas reservas de gas de la nación...
La fanfarronería revolucionaria chavista ha dicho con frecuencia que se ha recuperado la plena soberanía petrolera. La palabrería hueca de la revolución venezolana igualmente habla de las inmensas reservas de gas de la nación. La charlatanería nacionalista le dice a los ciudadanos que son los dueños de la riqueza petrolera y gasífera, los auténticos poseedores de las reservas de hidrocarburos.
Se expropió, se nacionalizó, se izó la bandera nacional en las instalaciones manejadas por empresas extranjeras y la Patria, con todo eso, quedó más dignificada.
Han pasado varios años de todas esas consignas y de todas esas acciones. Y la estupidez revolucionaria, la ineptitud revolucionaria y, también, la corrupción revolucionaria han quedado ahora expuestas en toda su extensión, cuando vemos a los más humildes y necesitados de nuestro pueblo haciendo interminables colas para adquirir una pequeña bombona de gas doméstico.
La necesidad lleva a la pobre gente -en definitiva, los verdaderos dueños de los hidrocarburos de uno de los países con las mayores reservas de petróleo del mundo- a realizar colas desde la madrugada a las afueras de los establecimientos donde se vende el gas doméstico, o a abonar un sobreprecio para poder obtener el gas necesario con qué preparar los alimentos.
La distancia no puede ser más grande entre el imbécil discurso revolucionario y la caótica realidad que viven los llamados dueños del petróleo y el gas que reposa en la entrañas de nuestro territorio.
La charlatanería decía -y dice- que está defendiendo nuestras reservas de hidrocarburos frente a las oscuras intenciones de las naciones imperialistas. Pero, antes bien, condena a los más humildes a padecer las consecuencias de una economía intervenida y poco competitiva.
Porque, aquí, quienes gozan de todas la comodidades y viven muy bien son los que manejan la industria petrolera y gasífera de Venezuela. Ellos no viven -como solía decir el Che Guevara- con las privaciones que debe enfrentar el hombre común. Al hombre promedio, en este país, lo que le sale es hacer una cola humillante para comprar la bombonita de gas con la cual cocinar alimentos para sus hijos.
El Che Guevara también decía que el revolucionario y el hijo del revolucionario deben vivir con las carencias con que vive el hombre común y el hijo del hombre común. Pero, en Venezuela, los administradores revolucionarios de la industria del petróleo y del gas viven con todos los lujos.
Mientras los dueños de la industria y de las reservas de hidrocarburos sufren y padecen para adquirir su bombonita de gas.
* El autor, José Luis Vallenilla, es Coordinador Municipal de Primero Justicia Girardot (Maracay y Choroní). Su cuenta de Twitter: http://twitter.com/Vallenilla