Sudán del Sur, un estado joven en estado crítico
El 9 de julio de 2011, nacía un nuevo Estado cuyo alumbramiento fue más que complicado: se utilizaron fórceps. Muchos pensaron entonces que lo más difícil se había logrado...
14 de Agosto de 2013
El 9 de julio de 2011, nacía un nuevo Estado cuyo alumbramiento fue más que complicado: se utilizaron fórceps. Muchos pensaron entonces que lo más difícil se había logrado. Hoy, dos años después, Sudán del sur -el Estado más joven del mundo- lucha, sin embargo, para poder sobrevivir, aquejado de múltiples dolencias: analfabetismo, mortalidad infantil, corrupción, guerrilla...
Entre la población, la sensación reinante -luego de veintidós años de guerra llevados a cabo para "arrancar" la independencia a Sudán (1983-2005)- es de frustración. La independencia, en lugar de proporcionar libertad y prosperidad, se ha transformado en auténtica pesadilla. La ilusión y la esperanza han dado paso a la frustración y el pesimismo.
La realidad del nuevo país es desoladora: los conflictos internos han provocado cerca de 200 mil desplazados; más de dos millones de personas necesitan ayuda alimentaria; miles de individuos que retornaron de Sudán (norte) no han encontrado todavía asentamiento prometido ni empleo; en las zonas rurales, la gente no ha mejorado su vida desde la independencia; no existe infraestructura, atención sanitaria ni escuelas.
A todo esto, se añaden tensiones recurrentes con Sudán en temas de petróleo y de fronteras, lo que deja poco margen para una paz duradera entre los dos antiguos enemigos.
La fotografía actual de Sudán del Sur es la de un Estado frágil; se asiste a un Estado joven en estado crítico. La corrupción goza de "buena salud" en las incipientes instituciones estatales; la violación de los derechos humanos -condenada reiteradamente por las ONGs y los medios de comunicación- campea a sus anchas. El gobierno se muestra incapaz de satisfacer las necesidades básicas de la población.
Esta situación de independencia incompleta sólo cambiará cuando la totalidad de los actores involucrados orienten su esfuerzo hacia la misma dirección, esto es, mejorar la vida de los ciudadanos de a pie, aprovechando los inmensos recursos naturales con los que cuenta el país. Cuando hablamos de actores, nos referimos al Estado, las ONGs, el sector privado y los aportantes.
Pero, desgraciadamente, una realidad se impone: a numerosos operadores económicos internacionales (sumada la complicidad de los propios lugareños) les conviene el caos en las naciones africanas para, de esta manera, hacerse del control de sus recursos naturales. Esto es precisamente lo que hoy está sucediendo en Sudán del Sur: "A río revuelto, ganancia de pescadores".
* El autor, Néstor Nongo, es especialista en comunicación pública y experto en temas africanos. Se desempeña como Consejero Técnico del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España. Publica en su web http://ampliomundomiciudad.blogspot.com.ar/. Su cuenta de Twitter: http://twitter.com/NestorNongo