Elecciones Legislativas: ¿por qué 2013 es diferente a 2009?
Entre los múltiples argumentos utilizados por Cristina Kirchner para disimular la derrota en las PASO, se destaca la equiparación de las recientes elecciones con las de 2009.
21 de Agosto de 2013
Entre los múltiples argumentos utilizados por Cristina Fernández de Kirchner para disimular la derrota en las PASO, se destaca la equiparación de las recientes elecciones con las de 2009. Aquellos comicios son recordados por las "candidaturas testimoniales" y por la participación directa de Néstor Kirchner como cabeza de lista. Audaz estrategia que, por entonces, buscaba la victoria de la fuerza oficial en el principal distrito electoral del país. Con todo, los esfuerzos fueron inútiles. El hoy algo devaluado Francisco de Narváez, en alianza con Felipe Solá y Mauricio Macri, le propiciaron a Néstor Kirchner la peor derrota de su carrera política. ¿Qué sucedió luego? La historia es conocida. Al año siguiente, falleció el ex presidente y, finalmente en 2011, una Cristina de luto logró recuperarse del traspié e imponerse en las elecciones nacionales con el histórico y promocionado 54% de los votos.
Si el Frente Para la Victoria pudo recuperarse una vez, ¿por qué no podría hacerlo de nuevo? Esa es la idea que se busca instalar desde la Casa Rosada. Desafortunadamente para Cristina, el actual escenario se nutre de elementos que hacen muy difícil que la historia pueda repetirse. En política, y sobre todo bajo la lógica del Partido Justicialista, las expectativas de poder futuro son tan o más importantes que el poder efectivo actual. Esto quiere decir que el conductor, para mantener alineado a su partido, no solo debe apoyarse sobre su liderazgo, sino que también debe conservar la capacidad de proyectarlo hacia el futuro. Si bien luego de las elecciones legislativas del 2009 el Frente para la Victoria se encontraba sensiblemente debilitado, contaba aún con una eficaz munición en su cargador: poderosos candidatos para las presidenciales de 2011. La foto no era entonces tan importante. La película mostraba que, durante los siguientes dos años, la fuerza tendría tiempo para reagruparse y dar batalla una vez más. Ya fuera con Néstor o con Cristina como candidato, nada impedía que en 2011 el matrimonio volviese a competir en primera persona por un nuevo período presidencial.
¿Qué es lo que sucede hoy? Si bien la foto post-PASO es relativamente similar a 2009, la película de los siguientes dos años carece de un elemento esencial: un candidato propio y competitivo para 2015; no interesa lo que haga el gobierno durante los próximos dos años. De repetirse en octubre los resultados de agosto, el FPV no contará con los dos tercios necesarios para modificar la carta magna y como consecuencia de ello, la "Jefa" no estará habilitada para ser candidata. Esto significa que el FPV quedará fuera de competencia por lograr otro período presidencial. ¿Es posible un heredero sin el apellido Kirchner? Esto ya no se trataría de kirchnerismo puro y duro, sino de otra cosa. Si no existe capacidad de proyectar la continuidad en el poder, no hay futuro político. Así funciona el sistema. Todos los políticos lo saben, especialmente los peronistas.
Pero existe otra diferencia con los comicios de hace cuatro años, los últimos de los que participó Néstor Kirchner: las características del adversario. Si bien en 2009 el Frente para la Victoria ocupó el lugar del bando perdedor, en el bando ganador no surgió un líder claro y bien diferenciado. Francisco de Narváez y Mauricio Macri se encontraron en una situación en la que ambos se consideraban artífices de la victoria, lo cual terminó por diluir el capital político del triunfo electoral.
Hoy, la situación es diferente. Sergio Massa no solo emerge como un líder irrefutable de la conquista, sino que también pertenece en forma orgánica al Justicialismo. Nadie cuestiona su condición de peronista. Esta posición le otorga todas las herramientas necesarias para consolidarse como una figura de alcance nacional y, al mismo tiempo, le confiere la capacidad de encarnar las proyecciones de poder del partido más allá de 2015, algo imposible para el kirchnerismo/cristinismo.
No sería de extrañar que, de repetirse en octubre los resultados de agosto, el hombre de Tigre se transforme -en una suerte de evolución natural- en el nuevo líder del más poderoso y eficaz de los partidos del sistema político argentino.
Hoy, la situación es diferente. Sergio Massa no solo emerge como un líder irrefutable de la conquista, sino que también pertenece en forma orgánica al Justicialismo. Nadie cuestiona su condición de peronista. Esta posición le otorga todas las herramientas necesarias para consolidarse como una figura de alcance nacional y, al mismo tiempo, le confiere la capacidad de encarnar las proyecciones de poder del partido más allá de 2015, algo imposible para el kirchnerismo/cristinismo.
No sería de extrañar que, de repetirse en octubre los resultados de agosto, el hombre de Tigre se transforme -en una suerte de evolución natural- en el nuevo líder del más poderoso y eficaz de los partidos del sistema político argentino.