Paraguay: más allá de la Ley de Responsabilidad Fiscal
El presidente Horacio Cartes se ha decidido -correctamente- por proponer una ley de responsabilidad fiscal. El propósito, entre otros, consiste en evitar el crecimiento de los gastos corrientes, sin contrapartida genuina de los ingresos...
06 de Septiembre de 2013
Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
El presidente Horacio Cartes se ha decidido -correctamente- por proponer una ley de responsabilidad fiscal. El propósito, entre otros, consiste en evitar el crecimiento de los gastos corrientes, sin contrapartida genuina de los ingresos. El año pasado, infelizmente, se rompió con una tradición superavitaria de ocho años, llegándose en el presente al déficit fiscal. De no tomarse medidas, como la mencionada legislación, el fisco irá cayendo en un desorden estructural de graves consecuencias sobre la economía en su conjunto.
El desorden es presupuestario y fiscal, y no debe incrementarse. De modo que el presidente está viendo correctamente la cuestión, ocupándose de restablecer las finanzas desordenadas. La llamada de atención es legislativa y se encuentra focalizada en la práctica común de inflar el gasto público, desconociéndose los ingresos requeridos.
Es de suponer que el presidente Cartes también conoce que esta ley de responsabilidad fiscal es apenas el comienzo de algo todavía mayor. Contener los gastos corrientes irresponsables es, sin duda, importante. Pero, de todas maneras, el nuevo gobierno debe iniciar la ciclópea tarea de transformar -o, mejor dicho, desmantelar- el actual modelo de gestión estatal. Este modelo está implantado en la mente de demasiados dirigentes. Predomina la ineficiencia exacerbada por la corrupción sobre la gestión eficiente basado en la ética pública. Se considera al Estado como dispensador de privilegios y de riqueza personal, en donde no interesan ni se respetan los recursos pagados por los contribuyentes.
Este modelo estatal ha ido imponiéndose a lo largo de estos últimos años. Se encuentra a contramano de lo que la gente desea y exige. Solo por citar dos ministerios importantes en la materia, como el de Educación y Salud, en éstos se observan procesos de deterioro presupuestario, con direcciones que se superponen entre sí y una gestión que acaba por no llegar a servir a la ciudadanía. En algunas secciones, ni siquiera se cuenta con un manual de funciones.
De ahí que el presidente Cartes, además de promover leyes correctas como el de la responsabilidad fiscal, debe desmantelar aquel modelo que hoy está agotado y que no hace más que quitarle oportunidades de progreso a los ciudadanos; las mismas oportunidades que el presidente suele señalar con acierto e insistencia.
Por otra parte, y salvando algunas diferencias, en la actualidad asimismo sucede en Europa, acuciada por el desempleo. El Estado está desmoronándose como consecuencia de no poder cumplir con tareas tales como velar por la seguridad, la propiedad, las finanzas sanas y una política prudente. Se ha relegado al olvido una regla de oro, ya sea en el sector público como en el privado, que los beneficios que cualquiera desearía tener en su vida, requieren de pagar el precio de tan necesarios y ansiados beneficios.
Los problemas fiscales y financieros que hoy se notan en países desarrollados incluso, no son más que el efecto de una causa primaria que tiene marca internacional, sin importar que sean países ricos o pobres.
Básicamente, no se puede gastar más de lo que se recauda; cualquier incremento del gasto a favor de alguien o en forma de programas requiere gastar menos en otros sectores, y la legión de funcionarios y políticos administrando esos programas terminan por convertirse en el mejor caldo de cultivo de la corrupción.
Este es el modelo de pensamiento y práctica a cambiar. Es además de la ley de responsabilidad fiscal. Caso contrario, pronto contaremos con leyes de responsabilidad fiscal guardadas en los archivos.