La consultora Moody's desenmascara el bluff de Barack Obama
La voz de la razón se abrió paso al fin entre las apocalípticas predicciones sobre la falta de pago de la deuda pública de Estados Unidos...
13 de Octubre de 2013
La voz de la razón se abrió paso al fin entre las apocalípticas predicciones sobre la falta de pago de la deuda pública de Estados Unidos, en caso de que el límite de la deuda no se aumentase a mediados de octubre.
El Washington Post informó hace pocos días que Moody’s, una de las principales agencias de calificación crediticia, ha sugerido que alcanzar el límite de la deuda no significa que Estados Unidos caiga en el default:
"Creemos que el gobierno continuaría pagando los intereses y el capital de su deuda, incluso en el caso de que no se elevase el límite de la misma, dejando intacta su solvencia crediticia", indica el memorándum. "El límite de la deuda restringe los gastos del gobierno a la cantidad de ingresos recaudados; no prohíbe que el gobierno cubra su deuda. No existe conexión directa entre el límite de la deuda (realmente una limitación de las medidas extraordinarias del Tesoro para obtener fondos) y caer en el impago de ésta".
En semanas recientes, el presidente estadounidense Barack Obama y el secretario del Tesoro Jack Lew han estado de gira, argumentando de forma categórica que, si el Congreso no eleva el límite de la deuda para el 17 de octubre, Estados Unidos podría caer en el default y se produciría el “caos económico”. El Departamento del Tesoro emitió un informe completo sobre las perjudiciales consecuencias del impago de la deuda pública. Incluso el presidente llegó a denominarlo “cierre económico” y se decidió a aterrorizar a las personas mayores, sugiriendo que el pago de sus beneficios correspondientes al Seguro Social no les llegaría a tiempo.
A menos que el presidente Obama elija deliberadamente caer en el impago, existen al menos tres razones por las que Estados Unidos no se verá enfrentado a esa situación:
1. Recaudación. El Tesoro recaudará fondos más que suficientes durante el ejercicio fiscal de 2014 para satisfacer todas las obligaciones de la deuda, así como la mayoría de las obligaciones no relacionadas con la deuda, medidos según la base anual. El pago de los intereses consume menos del 10% de la recaudación e incluso si subieran los tipos de interés, Estados Unidos seguiría siendo capaz de cubrir su deuda.
2. Priorización. El Tesoro y el presidente Obama poseen su propio criterio, dentro del límite de la deuda, para priorizar los pagos por el bien de los intereses de la nación. El Tesoro podría retener parte de sus reservas de efectivo para garantizar que se cumple a tiempo con las obligaciones de la deuda, priorizando el pago de la misma sobre cualquier otro gasto. Lógicamente, algunos pagos no relacionados con ésta se aplazarían durante el bloqueo del límite de la deuda.
3. “Activos”. Cerca de un tercio de la deuda federal sujeta al límite consiste en deudas “intragubernamentales”, es decir, deudas que las agencias federales han contraído entre ellas mismas. Liquidar los bonos de los fondos fiduciarios públicos dejaría un margen dentro del límite de la deuda para pedir préstamos adicionales y así poder cumplir con las obligaciones.
Existe incluso otra solución. La Ley H.R. 807 de Crédito y Solvencia, aprobada en la Cámara de Representantes, permitiría que el Tesoro pidiera prestado los fondos que fuesen necesarios para cumplir con las obligaciones de la deuda.
Con un riesgo de caer en el impago de la deuda casi nulo, ¿qué deberían hacer los legisladores respecto al límite de la misma?
El límite de la deuda representa una oportunidad decisiva para que el Congreso se haga cargo de los incrementos automáticos del gasto, que están provocando las crisis de gasto y deuda de Estados Unidos. El Congreso debería recortar el gasto y reformar los programas obligatorios para colocar al presupuesto en el camino hacia el balance antes de elevar el límite de la deuda.