El inmundo striptease de Cristina
La mugre alcanzó ya, públicamente, a la Presidente, quien se debate a los manotazos para evitar ser tragada por la repugnante ciénaga en la que la corrupción...
"Se supone que la política es la segunda profesión más antigua de la Tierra. He llegado a la conclusión de que guarda una gran semejanza con la primera"(Ronald Reagan)
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La mugre alcanzó ya, públicamente, a la Presidente, quien se debate a los manotazos para evitar ser tragada por la repugnante ciénaga en la que la corrupción de su “década ganada” la ha colocado. Hugo Alconada Mon, por fin, ha demostrado, más allá de cualquier duda, que todos -todos- son Ella. Y esa es la razón de los desplazamientos de Righi, Rafecas, Rívolo y, ahora, Campagnoli, de la persecución a Guillermo Marijuán, de las pretensiones de “democratizar” la Justicia y de domesticar a los medios de prensa, cuando produjeron avances sobre los segundones de la banda delictiva que nos gobierna.
A lo largo de esta semana, me he preguntado muchas veces qué clase de sociedad somos los argentinos o, al menos, en qué nos hemos convertido. Supongo que puede haber muchas respuestas, en especial después de ver a honestos vecinos y clientes que, hasta el día anterior, hacían sus compras en los comercios de su barrio y, sin que mediara una causa eficiente, se dedicaron a asaltarlos, o a los vándalos que se introdujeron en nada menos que dos mil viviendas de Córdoba, destruyendo y robando todo a su paso.
Pero mi pregunta va más allá, y se vincula con la tolerancia generalizada a la corrupción de Cristina Kirchner y sus cómplices y testaferros. Porque, reconozcámoslo, aquí ni siquiera puede aplicarse la filosófica frase brasileña: “roban, pero hacen”. Los cortes energéticos desnudaron la depredación a que ha sido sometida la Argentina por los Kirchner, pero los crímenes en que han incurrido deben incluir el deterioro de toda la infraestructura nacional, es decir, carreteras, ferrocarriles, generación, transporte y distribución de energía eléctrica, la desaparición del autoabastecimiento de gas y petróleo, las comunicaciones, el marcado quebranto de la educación y de la salud, la falta de viviendas, el narcotráfico, la inseguridad cotidiana, la indefensión del país, su aislamiento del mundo, el vaciamiento del Banco Central y de la ANSES, la proliferación del juego, etc.
¿Por qué seguimos aceptando, calmos y en silencio, la orgía inmunda de corrupción que el Gobierno exhibe, con desparpajo, cada día? ¿Por qué la ciudadanía no sale a la calle a buscar, casa por casa, hotel por hotel, country por country, a los desalmados ladrones que, en pos de enriquecerse como modernos cresos, no dudan en matar a tantos connacionales? Porque de eso se trata: cada dinero público que se roba en las licitaciones de rutas, usinas o represas, en el inexistente mantenimiento de los tendidos eléctricos y ferrocarriles, en publicidad oficial, en Aerolíneas Argentinas o en Fútbol para Todos es dinero que falta en esos caminos, en esas redes eléctricas, en vías férreas y puertos, en los hospitales, en viviendas, en escuelas y, sobre todo, en el sostenimiento de aquellos ciudadanos a los cuales el crecimiento del país olvidó.
¿Por qué no nos dejamos de usar circunloquios para ocultar, y ocultarnos, lo que sucede? Como decía Perón, “la realidad es la única verdad”, y la verdad pura y dura es que todos, todos (Lázaro Báez, Cristóbal López, los Eskenazi, Ferreira, De Vido, Ricardo Jaime, Cirigliano, Boudou, sus secretarios privados, su jardinero, sus ministros y tantos otros) son Ella misma. Este es un régimen monárquico y absoluto, en el que sólo roba –o habla- el que recibe autorización expresa para hacerlo. Pensar que Boudou, por ejemplo, inventó el affaire Ciccone solo, para beneficiarse en forma personal, es una estupidez sin nombre y, como tal, carece de sentido y de lógica. O que Jaime fuera el destinatario final de los retornos que los concesionarios, socios del poder, entregaban antes de recibir cada cheque de subsidios.
El mayor de todos, sin embargo y por las consecuencias trágicas que ha producido en materia de dependencia energética, pérdida de reservas e inflación, fue la aventura que llevó a Kirchner, para robarse YPF, a hacer que Repsol –que accedió más que encantada- “vendiera” a la familia Eskenazi (en realidad, a una empresa australiana cuyos dueños son desconocidos oficialmente) el 25% de la empresa, le entregara la administración y la depredara hasta la extenuación.
El miércoles, un Senado que hace diez años dejó de ser honorable, aprobó el pliego del ascenso de César Milani al grado de Teniente General. Para ello, hizo oídos sordos a los reclamos en contra del CELS y de las Madres de Plaza de Mayo de La Rioja y Tucumán, y desconoció los procesos de violación de derechos humanos y de enriquecimiento ilícito en los que el militar está imputado. Por pedido expreso de doña Cristina, la semana anterior, Milani había recibido el inesperado apoyo de la inefable Hebe de Bonafini quien, como moneda de cambio por publicar en su revista la foto de ambos prácticamente a los besos, obtuvo que el Ministerio de Justicia le sacara del fuego presupuestario a su pseudo Universidad de las Madres y de los tribunales a Sueños Compartidos.
Pero lo relevante fueron los senadores que votaron a favor del cuestionado militar, que sostuvieron que debía regir el principio de inocencia, el mismo que, durante los últimos diez años, se ha negado en forma sistemática a aplicar a más de mil oficiales, la mayoría con una edad que supera los setenta años, que se encuentran detenidos en cárceles comunes sin sentencia; como prueba de ellos, hay marinos condenados sólo porque, como tenían destino militar en Buenos Aires, dormían en la ESMA y, por ello, los jueces presumieron que “debieron haber sabido lo que sucedía”. También es necesario recordar que doña Cristina y Estela Barnes de Carlotto, con la complicidad de una juez permeable, mantienen abierta la causa en la que se imputó a la señora de Noble como apropiadora de sus hijos adoptivos, pese a que el ADN de éstos ya ha sido comparado con todos los registros de los desaparecidos.
Es decir que, con el presidencial e irrestricto apoyo al pliego del General, la Reina se ha quitado el último velo con el que los Kirchner se arroparon, la hipócrita y arbitraria política de los derechos humanos, y acentuó la desnudez que hoy sólo La Cámpora y energúmenos como Luis D’Elía encuentran atractiva.
Ya se había desprendido de todo signo de humanidad al negar los crímenes de Cromagnon, de Once, de las inundaciones de La Plata o de los saqueos, llevando su impudicia al escenario de Plaza de Mayo, bailando al son de una murga carnavalesca, mientras catorce nuevos argentinos engrosaban el inventario interminable de muertos –muchos no contabilizados- que hubiera debido, más que el fallecimiento de don Néstor, enlutar al kirchnerismo.
Ya nada queda, y la Reina está desnuda. Sin embargo, como Atila, seguirá avanzando, haciendo daño y destruyendo lo poco que queda de la República que supimos ser, como lo demuestra con la designación de muchos conjueces que le responderán irrestrictamente a la hora de juzgar los delitos de corrupción, y llevará con ella al país entero a caer a un precipicio mucho peor, por la destrucción del tejido social y de la concordia ciudadana, a aquél que nos devoró en el año 2001.
Que Jesucristo, Señor de la Historia, con su infinita misericordia, nos permita evitar ese trágico sino en esta Navidad. No dudo que SS Francisco está rogando por nosotros, pero será necesario que un milagro se realice para que Ella reaccione y lo ayude.
Abogado. Columnista de temas políticos de Argentina, y colaborador en otros medios nacionales. Sus artículos completos pueden repasarse en el blog del autor, o en el enlace http://www.elojodigital.com/categoria/tags/enrique-guillermo-avogadro.