INTERNACIONALES: ARIEL COHEN

Brutal represión en Ucrania: qué debe hacer Estados Unidos

La peor crisis desde las guerras de Yugoslavia está convulsionando a Europa del Este. Ucrania está al borde de una guerra civil...

21 de Febrero de 2014
La peor crisis desde las guerras de Yugoslavia está convulsionando a Europa del Este. Ucrania está al borde de una guerra civil, y existe la posibilidad de una intervención rusa a pesar de los Juegos Olímpicos de Sochi. Y también es posible que un enfrentamiento entre el Este y el Oeste sea inminente.
 
El martes, la brutal policía antidisturbios ucraniana, la Berkut, arrasó con el principal campamento de manifestantes antigubernamentales en la plaza de la Independencia (Maidan). Veintidós personas resultaron muertas y se registraron cientos de heridos. La violencia está extendiéndose más allá de la histórica capital, Kiev, hacia la zona nacionalista al oeste del país.
 
La revuelta dio inicio cuando estaba previsto que el parlamento ucraniano debatiera la vuelta a la Constitución de 2004, lo que limitaría los poderes presidenciales. Sin embargo, el partido en el poder, conocido como Partido de las Regiones, se negó a debatir las enmiendas correspondientes, provocando violentas manifestaciones; ello sucedió apenas horas después de que el Kremlin interviniera con US$2 mil millones para la adquisición de bonos basura del gobierno ucraniano y así ayudar al presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich. Aunque esto forma parte de un paquete de ayudas más amplio, de US$15 mil millones, prometido por Moscú.
 
Los ucranianos han estado protestando en la capital del país, Kiev, desde finales de noviembre, cuando Yanukóvich rechazó firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Yanukóvich trató en diversas ocasiones de aplastar a los manifestantes utilizando a la policía antidisturbios y a los “titushki” -matones progubernamentales sin uniforme que se infiltran entre los manifestantes- con el fin de provocar enfrentamientos y justificar la violencia policial.
 
Pero Yanukóvich solo está cosechando lo que ha sembrado. El 16 de enero, los miembros pro-Yanukóvich del Parlamento aprobaron una radical legislación antiprotestas. Esta maniobra logró intensificar las manifestaciones, que se extendieron más allá de Kiev, llegando incluso hasta las regiones pro-Yanukóvich al sur y el este de Ucrania. El presidente dio marcha atrás y derogó dicha legislación.
 
El presidente ruso Vladímir Putin utilizó la deuda pendiente de Ucrania por el pago del gas ruso, de US$2,700 millones, para presionar a Yanukóvich para que continuara con la represión durante la reunión de presidentes del 7 de febrero en Sochi.
 
Rusia está dispuesta a usar sus enormes ingresos procedentes del petróleo para poner de rodillas a Ucrania. La pregunta es si Rusia estaría dispuesta a usar sus fuerzas armadas, ya sea de manera abierta o encubierta. El 30 de enero, uno de los consejeros de Putin acusó a Estados Unidos de armar a los manifestantes y amenazó con la intervención de Rusia para mantener la “seguridad” en Ucrania. Es probable que Rusia anime a Yanukóvich para que continúe usando la fuerza contra los manifestantes. No obstante, no queda claro si tendrá éxito.
 
Ucrania es importante desde el punto de vista estratégico. Tiene una enorme fuerza industrial, rica agricultura y una extensa costa a lo largo del Mar Negro. También comparte fronteras con cuatro aliados de la OTAN: Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía. Rusia la codicia para que forme parte de su reiniciada esfera de influencia.
 
Muchas cosas dependerán de los próximos pasos que den Estados Unidos y sus aliados europeos. Washington debe exhibir un firme liderazgo para poder resolver pacíficamente la crisis de Ucrania, siempre en concordancia con sus intereses estratégicos. Lo apropiado coincidiría con exigir inmediato cese de la brutalidad y la violencia ejecutada por el gobierno, y ayudar a los ucranianos a trazar el camino hacia una reforma constitucional y nuevas elecciones para esta primavera.
 
Estados Unidos y las naciones europeas deberían colaborar con las organizaciones no gubernamentales, tanto ucranianas como internacionales, para documentar las violaciones de derechos humanos cometidas por autoridades policiales y líderes políticos ucranianos.
 
Estados Unidos y sus aliados en Europa deberían imponer sanciones con un claro objetivo: la congelación de activos y la prohibición de visas a todos los cargos ucranianos responsables de la violencia contra los manifestantes. El congreso estadounidense así lo está exigiendo.
 
Por último, EE.UU. y sus socios del Viejo Continente deberían respaldar un fondo de rescate del FMI únicamente con la condición de que el gobierno acometa una enorme reforma económica, al igual que exigir la liberación de todos los presos políticos, incluida la exprimera ministra Yulia Timoshenko, incondicionalmente.
 
El mundo tiene la mirada puesta en Kiev.
 
Y es necesario que Estados Unidos ofrezca muestras de liderazgo.
 
Foto de portada: Emeric Fohlen/NurPhoto/Sipa USA/Newscom
 
 
Sobre Ariel Cohen

Analista Investigador Senior, dedicado a Estudios de Rusia y Eurasia en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Sus artículos pueden leerse en español en el sitio web Heritage Libertad.