Entendiendo las protestas en Ucrania y Venezuela
'Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz es infeliz a su manera'. Si uno cree en el dicho famosa de Tolstoi...
26 de Febrero de 2014
'Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz es infeliz a su manera'. Si uno cree en el dicho famosa de Tolstoi, entonces los movimientos de protesta en Ucrania y Venezuela no deberían tener mucho en común. Sin embargo, existen numerosos paralelos reveladores entre los sucesos que se han venido desarrollando en los dos países —así como también algunas diferencias importantes:
1. ¡Es la economía, estúpido!
Aunque el descontento popular en Ucrania se desató por la decisión del gobierno de cancelar el acuerdo de libre comercio acordado con la Unión Europea, este descontento tiene raíces más profundas. Luego de años de gobiernos cleptocráticos, que desviaron la transición del país hacia una economía de mercado, los ucranianos de a pie están desesperados por un cambio. En 1990, el PIB per cápita de Ucrania era de $8.200, que era aproximadamente equivalente al de Polonia. Hoy, el PIB de Polonia es de $18.300 y el de Ucrania ha caído a $6.400. A diferencia de sus vecinos poscomunistas más cercanos a Occidente, Ucrania no implementó reformas institucionales profundas y su economía fue acaparada por un pequeño grupo de oligarcas, con conexiones cercanas con el poder político en Moscú. El hijo del presidente Viktor Yanukovych, Oleksandr, se ha vuelto el hombre más rico del país durante el período en que su padre ha estado en el poder, mientras que los ingresos de la mayor parte de los ucranianos se estancó.
En Venezuela, la situación económica se ha deteriorado marcadamente desde la muerte de Hugo Chávez el año pasado. El país tiene la inflación más alta en el mundo (oficialmente de 56 por ciento en 2013, aunque según el Proyecto de Monedas Problemáticas de Steve Hanke, la tasa de inflación anual implícita es en realidad de 306%).
Luego de años de nacionalizaciones, expropiaciones y de controles de capitales y de precios —todos en nombre del “Socialismo del Siglo XXI”— el sector privado ha sido destruido. Colas de horas de espera en los supermercados son cosa de todos los días y la escasez de alimentos básicos y medicinas es generalizada. Al igual que en Ucrania, la corrupción es abundante conforme la élite gobernante recibe las ganancias del ingreso petrolero. Esto ha resultado en el florecimiento de una nueva clase privilegiada conocida como los 'boligarcas', denominados así porque han prosperado considerablemente durante la llamada Revolución Bolivariana. Además, Venezuela es ahora una de las naciones más peligrosas en el mundo, con casi 25.000 asesinatos cometidos el año pasado. Un gran segmento de la población, en gran medida la clase media, está simplemente harto de que el país se está volviendo invivible.
2. Los gobiernos han respondido con represión
En Ucrania, el movimiento 'Euromaidan' empezó con protestas pacíficas a fines de noviembre, que se iniciaron como una respuesta a la cancelación por parte del gobierno del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE). En Kiev, los manifestantes se reunieron y establecieron un campamento improvisado en la Plaza de la Independencia, conocido como 'maidan' en ucraniano. Luego de que los manifestantes fueron desbandados de manera violenta por la policía para disturbios Berkut el 30 de noviembre, la violencia ha escalado lentamente, culminando en los sucesos de este mes, en los que al menos 77 personas y posiblemente más murieron. El gobierno, ahora depuesto, incluso pagó a pandilleros para que infiltren los campamentos de la oposición e inciten confrontaciones. Durante los últimos días antes de que el parlamento removiera a Yanukovych, las fuerzas de seguridad ucraniana utilizaron francotiradores y armas automáticas en contra de los manifestantes, resultando en un gran número de muertes.
En Venezuela, las protestas empezaron el 12 de febrero luego de que el gobierno se negó a liberar a varios estudiantes que habían sido detenidos de forma arbitraria algunos días antes. Al igual que el régimen de Viktor Yanukovych, Nicolás Maduro ha reprimido las manifestaciones con una fuerza sin precedentes, utilizando a la Guardia Nacional y a pandillas paramilitares ('colectivos'). El 19 de febrero, fuerzas del gobierno aumentaron la intensidad de sus ataques en contra de civiles, invadiendo edificios de departamentos y disparándole a personas en la calle. El estado fronterizo de Táchira está actualmente bajo ley marcial. Hasta ahora, al menos seis personas han sido asesinadas, docenas de personas han sido detenidas, y muchas más están desaparecidas.
3. Los gobiernos extranjeros juegan un papel crítico en el desarrollo de estos sucesos
El gobierno de Rusia ha estado involucrado en los asuntos de Ucrania desde su independencia en 1991. Después de todo, Vladimir Putin una vez denominó la caída de la Unión Soviética como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo”. Considerando a Ucrania como parte de su esfera de influencia, los líderes rusos han tratado de utilizar los precios del gas natural que pagan los ucranianos como una manera de extorsionar concesiones políticas. Más recientemente, Moscú utilizó los precios del gas para obligar al gobierno ucraniano a retirarse del acuerdo de libre comercio con la UE, desencadenando las protestas actuales. Desde el inicio de las manifestaciones del Euromaidan, Rusia ha provisto al gobierno ucraniano con ayuda en la forma de compra de bonos.
Los papeles son casi los opuestos cuando se trata de la influencia cubana sobre Venezuela. Una Cuba necesitada de recursos juega un papel crítico cuando se trata de fortalecer al gobierno venezolano a cambio del muy necesitado petróleo: Venezuela provee a Cuba 120.000 barriles de petróleo al día, por un valor estimado en 2012 de $3.600 millones (aproximadamente 5% del producto doméstico bruto de Cuba). Los servicios secretos cubanos controlan el aparato de seguridad para el régimen de Maduro. De hecho, se dice que Maduro fue entrenado en la ideología comunista en Cuba durante la década de los ochenta, muchos años antes de que su antecesor Hugo Chávez llegue al poder y establezca el actual gobierno comunista. Muchos creen que los hermanos Castro que gobiernan Cuba fueron factores críticos detrás de la selección de Maduro como el sucesor de Chávez. Sin el petróleo, es muy probable que la frágil economía de Cuba colapse. La relación entre ambos países es tal vez única en la historia mundial dado que el país más grande y rico de hecho se ha convertido en una colonia de su estado cliente, a tal punto que la bandera cubana se erige en numerosas bases militares venezolanas.
4. Los países parecen estar divididos por status étnico y social
Se ha vuelto convencional distinguir entre la parte del país pro-UE que habla ucraniano y sus regiones orientales con lazos más estrechos con Rusia. Mientras que es cierto que el movimiento de las protestas ha ganado relativamente pocos adeptos en las regiones con mayoría rusa, las diferencias étnicas y lingüísticas no equivalen precisamente a las diferencias de opinión acerca del futuro del país, considerando que la mayor parte de los ucranianos, tanto aquellos que hablan ucraniano como aquellos que hablan ruso, favorecen lazos más estrechos con la UE.
La división entre los venezolanos no va de acuerdo a las diferencias étnicas, sino según las clases socio-económicas. Los resultados oficiales —y cuestionados— de la elección presidencial del año pasado en Venezuela muestran un país dividido por la mitad: mientras que Maduro obtuvo 50,6% del voto, el candidato de la oposición, Henrique Capriles, obtuvo 49,1%. El régimen obtiene la mayoría de su respaldo de los segmentos más pobres de la población que todavía reciben considerables subsidios del gobierno, así como también de empleados públicos y del aparato militar. Sin embargo, Maduro no goza del mismo nivel de lealtad (e incluso adoración) que Hugo Chávez gozaba de parte de sus partidarios. Mientras tanto, la oposición está en gran medida compuesta de la clase media y los estudiantes. Desafortunadamente, hay un alto nivel de odio y desconfianza entre ambos bandos y este persistirá durante muchos años.
5. Los vecinos y las organizaciones regionales son lentos para responder
Se puede decir que la reacción de la UE a los sucesos en Ucrania ha sido excesivamente cautelosa y lenta. Solamente la semana pasada los líderes europeos acordaron imponer sanciones selectivas a Ucrania, incluyendo la negación de visas, el congelamiento de activos, y una suspensión de licencias de exportación para equipos que podrían ser utilizados para llevar a cabo la represión interna. En diciembre y enero, la UE decepcionó haciendo poco para articular una potencial relación con el gobierno ucraniano que sería más atractiva que profundizar la relación con Rusia. Entre las ofertas de la UE se encontraban: un “camino” acelerado hacia la membrecía de la UE y sus beneficios, incluyendo el movimiento libre de personas y el acceso al mercado común.
Al otro lado del Atlántico, varios gobiernos latinoamericanos de izquierda de hecho han expresado su solidaridad con el régimen de Maduro, incluyendo al bloque comercial de Mercosur. Otras naciones con democracias más maduras como México, Colombia, Perú y Costa Rica han permanecido en silencio —ya sea por cobardía o cinismo. Solamente Chile y Panamá han expresado una preocupación moderada acerca de los abusos a los derechos humanos en Venezuela. Las coaliciones regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) probablemente permanecerán en silencio. Por lo tanto, el gobierno venezolano no tiene que preocuparse acerca de rendirle cuentas a estos organismos por reprimir a su población.
Los desarrollos en Kiev durante este fin de semana dan esperanzas de que se puede lograr una transición ordenada hacia una nueva constitución y una nueva elección. En Venezuela, el gobierno se ha negado a negociar con los manifestantes, llamándolos “fascistas”. Aún así, conforme el descontento aumenta y las protestas obtienen un mayor respaldo, estas podrían volverse una insoportable jaqueca para el régimen.
Artículo desarrollado en conjunto por Juan Carlos Hidalgo y Dalibor Rohac. Publicado originalmente en la web Cato at Liberty
Artículo desarrollado en conjunto por Juan Carlos Hidalgo y Dalibor Rohac. Publicado originalmente en la web Cato at Liberty
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@DaliborRohac
Sobre Dalibor Rohac
Es analista de políticas públicas en el Centro para la Prosperidad y la Libertad Global del Instituto Cato. Su trabajo se focaliza en política económica internacional y desarrollo. Antes de arribar al Instituto Cato, se desempeñó como economista en el Instituto Legatum de Londres, Inglaterra, en donde asistió en temáticas relacionadas con la crisis de la Eurozona, y la transición económica de naciones del mundo árabe.