Una OEA 'contaminada' por el eje bolivariano
Hoy, querríamos decir que el mundo observa atónito la situación de Venezuela; cómo el progresivo deterioro de la actualidad en el país sudamericano...
Hoy, querríamos decir que el mundo observa atónito la situación de Venezuela; que el progresivo deterioro de la actualidad en el país sudamericano no está pasando desapercibido a la comunidad internacional. Sin embargo, lamentablemente, esto no es así. El ojo internacional está puesto en otros intereses y otras latitudes, desde Crimea hasta Perth, con escala siempre en Oriente Medio.
Inconscientemente, sin habérselo propuesto, con su inacción, los países del globo han dejado en cierto modo el asunto venezolano en manos de la Organización de Estados Americanos (OEA). Después de todo, es el actor regional más directamente implicado en la cuestión y, por tanto, el foro lógico para lidiar con ella. Bien, si de alguna forma el mundo esperó respuesta por parte de este organismo, se ha equivocado por completo. Como hemos podido constatar en los últimos días, la OEA ni siquiera ha sido capaz de hablar abiertamente de lo que está sucediendo en Venezuela, y mucho menos de consensuar una postura común de crítica y condena, por evidente que sea la represión de Maduro a la oposición a su régimen. Solo Estados Unidos está criticando con firmeza lo que ahí sucede. Otros países se atreven a criticar, pero tímida y oblicuamente. Lamentable.
A la OEA no parece importarle la falta de libertad que se vive en el régimen bolivariano, ni que la gente en Venezuela no tenga papel higiénico ni bienes básicos, ni que sea uno de los países con un índice de criminalidad más elevado del mundo, ni que las personas sean reprimidas por no comulgar con el chavismo, ni que ya haya más de treinta muertos desde que dieran inicio las protestas, el mes pasado.
La imposibilidad de alcanzar un consenso en este foro regional pone de manifiesto una vez más la división que existe entre los dos bloques que lo componen. Por un lado, Estados Unidos y países aliados, firmes defensores de la libertad, para quienes la situación de Venezuela es intolerable. Por otro, el eje 'antiimperialista', ese grupo de países controlados ideológicamente por una Cuba a la que, revoluciones aparte, lo que de verdad le importa es no perder los dividendos que le genera la vaca bolivariana (el 15% del PIB cubano proviene de Venezuela, según afirmaba recientemente en una conferencia la empresaria venezolana Beatrice Rangel). Un grupo de países que, además, se han integrado en un organismo paralelo, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que desgraciadamente cada vez tiene más peso en una OEA. Foro al que, desde sus actuaciones, 'contaminan' desde su seno.
En foros internacionales divididos, como es el caso de la OEA, el papel del Secretario General resulta crucial para acercar posturas, para lograr que los procesos se desbloqueen, y para evitar, en definitiva, que la política y el procedimiento conviertan a toda una institució en inservible. En este sentido, y en vista de los acontecimientos, José Miguel Insulza ha demostrado claramente no estar a la altura del cargo.
Si de por sí resulta nefasto que la OEA no quiera condenar al régimen bolivariano, deleznable es que, además, silencie a la oposición. Es increíble que el pasado viernes su Consejo Permanente votara para impedir hablar en este foro internacional a María Corina Machado, destacada líder de la oposición venezolana. Además, lo hizo a puertas cerradas, sin luz ni taquígrafos, con oscuridad... ¿y alevosía?
Es triste ver cómo al silencio que se le impone a Machado desde Caracas se añade el de la OEA. Ahora bien, como la propia diputada decía en rueda de prensa –mal que le pese a Maduro, la libertad de hablar ante los medios de comunicación no se le puede quitar-, este silencio impuesto es muy revelador de lo que está sucediendo en la tierra de Bolívar: 'Han demostrado que tienen miedo a que se conozca la verdadera magnitud de la represión en Venezuela, pero al impedir que se escuche una voz distinta a la del régimen, están confesando lo que está ocurriendo en mi país'.
Impresentable resulta también el lenguaje del oficialismo venezolano, que no sólo presentó lo sucedido en la OEA como una victoria para su causa, sino que aprovechó la ocasión para calificar a Machado según sus intereses y sacar una vez más la artillería retórica en contra de Estados Unidos, país al que ha convertido en chivo expiatorio de conveniencia para tratar de unir de nuevo a un chavismo que, sin Chávez, se cae por su propio peso: 'María Corina Machado, una diputada venezolana que lidera el golpe de Estado contra la democracia venezolana, y que personifica la agenda intervencionista de Estados Unidos en nuestro país'.
EE. UU. debe mostrarse firme con el gobierno de Maduro y no tolerar tanto insulto, amenaza y mentira por parte de un régimen que debería ser el hazmerreír internacional si no fuera por todo el dolor que está causando a su pueblo, y porque con sus recursos petrolíferos y económicos está dando vida al siniestro régimen de los Castro. El Señor Insulza -que tiene su despacho en Washington- debería ser el primero en criticar tamañas injusticias. ¿Por qué no le dice cuatro cosas bien dichas al tirano de Maduro? ¿Por qué no habla tan alto y tan claro como lo hizo en 2009 en Tegucigalpa a favor del depuesto Zelaya? ¿Por qué su crítica se queda en un mero lamento a las provocaciones bolivarianas sobre una OEA que, en el fondo, Maduro desprecia, sin entrar a denunciar claramente los atropellos contra los derechos humanos del gobierno chavista?
La principal línea argumental de Insulza con el asunto de Machado ha sido que el problema de la falta de consenso es la división internacional existente, y que la misión de la OEA es fomentar el diálogo entre sus estados miembros. Muy cierto. Entonces, si el diálogo es la base que debe regular la actividad de la OEA, ¿por qué su Secretario General no ha bramado en contra de que se le impidiera a Machado dar un discurso en este foro? ¿Responde acaso a algo más su aparente 'falta de excelencia' política o procedimental en el cargo para lograr concederle a Machado un 'privilegio' verbal que tantas otras veces se ha dispensado a otros? Son los países los que votan, pero es razonable pensar que, si Insulza se lo hubiera propuesto, habría conseguido que ésta pudiera hablar convenciendo a ciertos países o como fuera.
En este caso, Panamá le cedía la palabra, en un gesto en pro de la libertad que honra al país centroamericano, amigo de los derechos humanos, y que le saldrá caro a Machado. Hoy, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, informó de que le han revocado el cargo de diputada 'por haber aceptado un cargo del gobierno hostil de Panamá como representante alterno' ante la OEA. Con ello, y amparado en una argumentación legal que no se sostiene, el chavismo busca lo que realmente quería: quitarle la inmunidad parlamentaria, para poder encarcelarla, como hicieron con Leopoldo López, para así tratar de ahogar las protestas que tanto le molestan al gobierno.
Venezuela está descontrolada; la OEA, también. Es evidente que debe existir un replanteamiento en la organización americana frente a cómo se hacen las cosas en este foro. Si pretende ser un interlocutor internacional válido, garante de una América que avance con paso firme hacia un futuro verdaderamente democrático, deberá quitarse de encima el yugo de quienes quieren callar a la libertad con su verborrea propagandística y sus votos. A los expertos en procedimiento, les compete hallar una fórmula que vuelva a hacer de la OEA un organismo regionalmente eficaz.
Es columnista de temas internacionales en la web con base en Washington, D.C., USA Hispanic Press.