Alianza del Pacífico: ejemplo latinoamericano para Estados Unidos
En América Latina y el Caribe, el viejo debate del siglo XX sobre si formar parte del sistema capitalista global hace tiempo ha llegado a término, viéndose sustituído...
21 de May de 2014
En América Latina y el Caribe, el viejo debate del siglo XX sobre si formar parte del sistema capitalista global hace tiempo ha llegado a término, viéndose sustituído por un consenso virtual acerca de la importancia del comercio y la inversión internacionales. Sin embargo, ha surgido una nueva división sobre cómo abordar el auge de las economías asiáticas.
Localizados en su mayor parte en la vertiente oriental de los Andes, un grupo de Estados, incluidos los regímenes de la 'Alianza Bolivariana' (ALBA), es decir, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, más la peronista Argentina, han adoptado un modelo de Estado centralista para aprovechar, entre otras cosas, los préstamos e inversiones que frecuentemente acompañan el incremento del comercio con países estatistas como China.
En la porción occidental del continente, no obstante, se sitúa la Alianza del Pacífico, con Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y posiblemente Panamá, cuyos miembros adoptan un enfoque de mercado, con el Estado centrado en mejorar la transparencia y la eficiencia en el flujo de capitales, bienes e ideas y en ampliar la confianza de los inversores en el Estado de Derecho, el cumplimiento de los contratos y la protección de la propiedad intelectual y material. Los beneficios a largo plazo -reflejados en la voluntad de continuar con estas normativas- se hacen patentes con echar un simple vistazo a sus respectivos niveles de libertad económica.
Lo dicen las cifras: la Alianza del Pacífico gana el debate
Como ilustra el Gráfico 2, la diferencia es clara. Las naciones de la Alianza del Pacífico, que cuentan con unos ingresos per cápita ubicados muy por encima tanto de los de la ALBA como de los de China [1], también están muy por delante de los de la ALBA en lo que respecta a la atracción de inversión extranjera directa (como porcentaje del producto interior bruto o PIB), lo que redunda en mayor crecimiento económico y generación de empleo.
Una economía latinoamericana dominada por el corporativismo clientelista y los gobiernos de corte político populista erosionaría los valores que han afianzado la prosperidad en Occidente, y obstruiría el óptimo desarrollo económico de la región. Las oportunidades para la corrupción y la mala administración tanto públicas como en el sector privado se extenderían en proporción al incremento del número de grandes acuerdos interestatales. De hecho, es algo que ya está sucediendo en la práctica. De acuerdo al analista de información del mercado latinoamericano John Price, 'China es la mayor fuente de préstamos blandos para los gobiernos de Sudamérica… [Esta es] una estrategia a largo plazo para garantizarles a las empresas chinas el acceso a la importación de materias primas baratas'[2].
Qué hacer
Es de vital interés para Estados Unidos y Latinoamérica que todas las naciones del hemisferio Occidental se definan en conformidad con los principios de libremercado, libre comercio y Estado de Derecho. Estos son los célebres principios centrales del Indice de Libertad Económica, publicado anualmente por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal [3].
Irónicamente, ahora son los miembros de la Alianza del Pacífico los que están a la cabeza de la libertad económica. Mientras tanto, Estados Unidos ha registrado continuos descensos en sus puntajes de libertad económica, debidos principalmente al deterioro de los derechos de propiedad, la libertad fiscal y la libertad de empresa. La ampliación sustancial del tamaño y el alcance del gobierno, mediante nuevas y costosas regulaciones en áreas como las finanzas y los servicios médicos, ha contribuído de manera significativa a la erosión de la libertad económica de Estados Unidos. Por otra parte, el crecimiento del gobierno ha estado acompañado de un incremento del clientelismo que ha socavado el Estado de Derecho y la percepción de justicia.
Estados Unidos puede ayudar a América Latina
El gobierno de Estados Unidos no sólo debería respaldar iniciativas como la Alianza del Pacífico, sino también poner en marcha reformas similares en nuestro país. Además, debería fomentar un verdadero Acuerdo Transpacífico, orientado al libre comercio, así como acuerdos bilaterales y multilaterales que fortalezcan los principios de la libertad económica y el Estado de Derecho.
A través del Departamento de Estado americano y la Corporación para el Desafío del Milenio, el gobierno estadounidense puede hacer aún más para fortalecer las capacidades institucionales de sus socios latinoamericanos, a través del incremento de la ayuda técnica en la negociación de acuerdos comerciales, el fortalecimiento de las capacidades técnicas y administrativas aduaneras, la lucha contra el blanqueo de dinero procedente del lavado de activos y otros delitos financieros, la protección de la propiedad intelectual y un mejor cumplimiento de las leyes comerciales.
La posición de Estados Unidos debería dejar al descubierto las falsas promesas de las élites populistas (por ejemplo, en los países de la ALBA) que firman acuerdos desfavorables para sus países a cambio de beneficios a corto plazo y que les permiten saldar cuentas con los principales grupos que las respaldan.
Estados Unidos no debería mostrar temor a la hora de trabajar con una comunidad de naciones dispuesta a restringir el acceso a los mercados y a los préstamos internacionales a regímenes que de manera sistemática se rehúsan a cumplir con las reglas de juego. Al mismo tiempo, debería preocuparse por demostrar que está luchando por el bienestar del continente, no sólo por proteger los intereses particulares de las empresas estadounidenses.
Estados Unidos no debería mostrar temor a la hora de trabajar con una comunidad de naciones dispuesta a restringir el acceso a los mercados y a los préstamos internacionales a regímenes que de manera sistemática se rehúsan a cumplir con las reglas de juego. Al mismo tiempo, debería preocuparse por demostrar que está luchando por el bienestar del continente, no sólo por proteger los intereses particulares de las empresas estadounidenses.
Liderar desde el ejemplo
Durante muchos años, Estados Unidos no ha conseguido expresar claramente al resto del continente los principios que defiende. Y tampoco ha ejercido su liderazgo ni ha dado muestras de disposición a participar en una auténtica colaboración con los aliados de la región. Mientras Latinoamérica continúa perfeccionando la definición del régimen que prevalecerá en la nueva economía del Pacífico, una labor aún en pleno proceso, pocas veces ha habido tanto en juego y pocas veces ha sido más urgente la necesidad de actuar.
Artículo original en inglés, en http://www.heritage.org/research/reports/2014/05/the-pacific-alliance-a-latin-american-role-model-for-the-united-states
Artículo original en inglés, en http://www.heritage.org/research/reports/2014/05/the-pacific-alliance-a-latin-american-role-model-for-the-united-states
Referencias
[1] De acuerdo a datos del Banco Mundial, desde 2012, el PIB per capital en dólares estadounidenses es de $9,447 en Chile, $4,261 en Colombia, $5,716 en Costa Rica, $8,545 en México y $4,254 en el Perú. Los países de la Alianza del Pacífico en su conjunto registraron ingresos medios ($6445), que eran casi el 49% mayor que el de los países del ALBA, cuyo PIB per cápita es de $1,259 en Bolivia, $3,568 en Ecuador, $1,350 en Nicaragua y $6,412 en Venezuela. Véase Banco Mundial, 'GDP per Capita (Constant 2005 US$)'. Accedido el 13 de mayo, 2014 desde http://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.PCAP.KD.
[2] John Price, 'The Chinese Debt Crisis—Domino Effect on Latin America', Latin Trade, March/April 2014, p. 14. Accedido el 13 de mayo, 2014 desde http://latintrade.com/2014/03/the-chinese-debt-crisis-domino-effect-on-latin-america.
[3] Terry Miller y Kim R. Holmes, Indice 2014 de Libertad Económica (Washington, D.C.: Fundación Heritage y Dow Jones & Company, Inc., 2011). http://www.libertad.org/indice.
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@JamesMRoberts3
Sobre James M. Roberts
Es Analista en temáticas de Libertad Económica y Crecimiento en el Centro para Comercio Internacional y Economía (CITE). Responsable de tareas de investigación, desarrollo y análisis del Indice de Libertad Económica (desarrollado en conjunto entre la Fundación Heritage y The Wall Street Journal). Sirvió durante 25 años en el Departamento de Estado, desempeñándose en el servicio exterior en las embajadas de los Estados Unidos en México, Portugal, Francia, Panamá y Haití.