INTERNACIONALES: JOSHUA PHILIPP

Las alianzas de Hezbolá con gobiernos y mafias de Sudamérica

Desde hace un mes, cuando el fiscal argentino Alberto Nisman...

20 de Febrero de 2015
Desde hace un mes, cuando el fiscal argentino Alberto Nisman apareció muerto el día anterior a presentar su investigación ante una comisión del congreso argentino, en la cual iba a acusar a la presidente Cristina Fernández de encubrir a los culpables del ataque terrorista a la AMIA en 1994, el caso ha ocupado las primeras planas de los principales medios de comunicación de todo el mundo.
 
La prensa latinoamericana ha estado publicando un montón de historias con todo tipo de fuentes, desde documentos filtrados hasta funcionarios que salieron del país, que dicen que las redes terroristas no sólo han echado raíces en sus países, sino que también han desarrollado profundos lazos con políticos de alto nivel y violentos cárteles de la droga.
 
La repentina muerte de Nisman llevó a la historia a la primera plana mundial; sin embargo, y por desgracia, éste es sólo uno de los varios acontecimientos que están desarrollándose actualmente en toda América Latina que sugieren una conspiración mucho más amplia, con la organización terrorista iraní Hezbolá como centro.


Los terroristas y los políticos
 
En Venezuela, un jefe de seguridad de alto nivel huyó recientemente del país hacia Estados Unidos con una historia muy similar a la de Nisman. Leamsy Salazar fue el jefe de seguridad del ex presidente venezolano Hugo Chávez durante 10 años y ocupó el mismo cargo para Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y vicepresidente del Partido Socialista Unido (PSUV), antes de huir a Washington el pasado 26 de enero.
 
Salazar afirma que Cabello se desempeña como político de alto rango y como el capo del notorio Cártel de los Soles, una organización narcoterrorista, y planea testificar contra Cabello.
 
Pocos días después, el 30 de enero, el FBI colocó a un diplomático venezolano de nacionalidad libanesa, Ghazi Nasr al-Din, en su lista de los más buscados por presunta recaudación de fondos para Hezbolá.
 
De acuerdo con el periódico venezolano El Nuevo Herald, al-Din "es un estrecho colaborador del gobernador del estado de Aragua, Tarek El Aissami, quien se desempeña como el principal enlace entre el régimen bolivariano y la organización terrorista conocida como Hezbolá".
 
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, también está presuntamente implicado. El informe afirma que las autoridades estadounidenses están investigando las conexiones entre Maduro, el Cartel de los Soles y la Hezbolá, en un caso que nuevamente tiene una sorprendente similitud con el testimonio del jefe de seguridad venezolano que desertó y el fiscal argentino muerto de un disparo.
 
Fuentes anónimas dijeron a El Nuevo Herald que Maduro, cuando todavía era canciller, otorgó a al-Din protección diplomática, lo cual le dio la libertad de viajar al extranjero y coordinar las operaciones de Hezbolá en Venezuela. También afirma que al-Din "mantuvo una línea directa de comunicación con Maduro cuando éste estaba al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano".
 
Casi al mismo tiempo que se revelaron las conexiones anteriores, la conspiración crecía en Argentina. Según la prensa argentina, resulta que el fiscal Nisman no sólo tenía información sobre los vínculos de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner con las redes terroristas.
 
Medios de comunicación argentinos han filtrado llamadas telefónicas grabadas que muestran que las conexiones entre funcionarios del gobierno y las redes terroristas van más allá de Kirchner.
 
De acuerdo con El Observador, que publicó el audio de las llamadas en su página web, hubo llamadas entre el ex líder sindical Luis D'Elía con el ex-presidente de la Asociación Árabe Argentina Islámica, Jorge Alejandro Khalil.
 
Las llamadas sugieren que el gobierno argentino y la embajada de Irán en Buenos Aires están cooperando "en una supuesta operación de encubrimiento de los terroristas que habían llevado a cabo el ataque de 1994...", indica El Observador.


Drogas por armas
 
En Brasil, unos meses antes surgieron noticias similares, en noviembre de 2014, sólo que allí las conexiones son entre Hezbolá y la organización criminal más grande y poderosa de América del Sur.
 
Uno de los medios de comunicación más grandes de Brasil, O Globo, obtuvo los documentos, que fueron publicados por la policía brasileña. Estos indican que el cartel brasileño Primer Comando Capital está trabajando con traficantes de armas de Hezbolá.
 
Los terroristas de Hezbolá habían llegado a un acuerdo con la poderosa agrupación: Hezbolá les proporciona armas, incluyendo explosivos C4 [composition four], y a cambio los miembros de la organización protegen a los prisioneros libaneses que integran la red de Hezbolá.
 
El acuerdo ha creado un nuevo problema en las cárceles de Brasil, dice O Globo, donde los miembros de ambas organizaciones están formando lazos personales en la prisión y desarrollando una "asociación peligrosa".
 
Las conexiones de Hezbolá con organizaciones criminales y narcotraficantes son profundas. Según varios informes, los lazos son más fuertes se dan en la región de la Triple Frontera, la unión entre Paraguay, Argentina y Brasil.
 
La región tiene "una fuerte presencia de miembros de Hezbolá" y "fue la base de operaciones del mayor ataque terrorista sufrido en la región", afirma un informe del 10 de julio de 2014 del Centro por una Sociedad Libre (Center for a Secure Free Society), con sede en Washington.
 
Hezbolá tiene varios objetivos en la región, según el informe. Recauda fondos a través de sus vínculos con el narcotráfico, el contrabando y el crimen organizado. También apunta a radicalizar a las comunidades islámicas que tomarán órdenes de Líbano o Irán para atacar a individuos o participar en operaciones de mayor envergadura contra Estados Unidos e Israel.
 
El Instituto Internacional contra el Terrorismo hizo afirmaciones similares en un informe de octubre de 2013. Allí indica que la geografía, la sociedad y la economía en torno a la región de la Triple Frontera han creado una especie de "caldo de cultivo para los terroristas".
 
También observa que la región "facilita el tráfico de drogas, ya que las vastas e impenetrables selvas permiten a los grupos esconder bases, campos de entrenamiento, plantaciones, laboratorios y pistas de aterrizaje clandestinas".
 
"La constante actividad de las zonas fronterizas crea diferentes ámbitos en los que delincuentes y terroristas pueden mezclarse entre los empresarios, los residentes locales, las autoridades gubernamentales y los turistas", señala el informe. "La fluidez de este entorno también estimula la corrupción y una mayor demanda de productos de contrabando y documentos ilegales".

 
Sobre Joshua Philipp

Escribe sobre temáticas relacionadas con seguridad nacional y China (espionaje, hacking y fuerzas armadas) para Epoch Times. Publica sus trabajos en español en La Gran Epoca.