Las raíces liberales-libertarias de Estados Unidos
Qué mejor lugar que Filadelfia en el Día de los Presidentes para hablar acerca de la libertad...
Qué mejor lugar que Filadelfia en el Día de los Presidentes [N. del E.: todo 15 de febrero en Estados Unidos] para hablar acerca de la libertad y de revivir la tradición estadounidense de la libertad y el gobierno limitado.
Thomas Jefferson dijo que cuando escribió la Declaración de la Independencia en junio de 1776 no tenía libro o panfleto alguno a la mano, sino que simplemente dejó plasmada “una expresión de la mente americana”. Con su fundamento en los derechos iguales e inalienables de la gente, incluyendo la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, la Declaración también refleja la mente liberal.
De hecho, los principios de la Declaración están tan estrechamente asociados con el liberalismo que la edición china de mi libro anterior, Liberalismo: Una aproximación, presenta en su portada una foto del famoso Salón de la Independencia, todo completo con las sillas Windsor y los manteles verdes.
El liberalismo es la filosofía de la libertad. De distintas maneras, esta filosofía a lo largo de la historia ha inspirado a gente que luchaba por la libertad, la dignidad y los derechos individuales —los primeros defensores de la tolerancia religiosa, los opositores de la monarquía absoluta, los revolucionarios americanos, los abolicionistas, los opositores de la guerra y del imperialismo, del Nacional Socialismo y del comunismo.
El liberalismo cree en la presunción de la libertad, esto es, que la gente debería ser libre de vivir como desee a menos que los partidarios de la coerción puedan realizar un argumento contundente en contra de esa presunción. Es el ejercicio del poder, no el ejercicio de la libertad, lo que requiere justificación. La carga de la prueba debería recaer sobre quienes desean limitar nuestra libertad.
Deberíamos ser libres de vivir nuestras vidas como deseemos siempre y cuando respetemos los mismos derechos de otros. La presunción de la libertad debería ser tan sólida como lapresunción de inocencia en un juicio penal, y por la misma razón. Así como no se puede comprobar la inocencia de todos las posibles acusaciones en su contra, no puede justificar todas las maneras de actuar que a usted se le deberían permitir. Si adoptáramos la presunción de la libertad, nuestras vidas serían más libres, más prósperas y más satisfactorias.
EE.UU. es un país fundamentalmente formado por los valores y actitudes liberales.
A lo largo de nuestra historia, la mayoría de los electores y movimientos han estado de acuerdo con los fundamentos básicos del liberalismo clásico o el liberalismo: la libertad de expresión, la libertad de culto, la igualdad ante la ley, la propiedad privada, los mercados libres, el gobierno limitado y los derechos individuales. La amplia aceptación de esos valores significa que los liberales y conservadores estadounidenses están luchando dentro de un consenso liberal. Algunas veces nos olvidamos qué tan liberal la cultura política estadounidense es. Pero los científicos sociales lo saben.
En su libro It Didn’t Happen Here: Why Socialism Failed in the United States, los sociólogos Seymour Martin Lipset y Gary Marks escriben: “La ideología estadounidense, que surge de la Revolución, puede resumirse en cinco palabras: anti-estatismo, laissez-faire, individualismo, populismo, e igualitarismo”. De igual forma, Samuel Huntington de Harvard escribió: “Las ideas prevalecientes en el credo estadounidense han incluido al liberalismo, el individualismo, la igualdad, el constitucionalismo, los derechos en contra del Estado. Estos se han opuesto a la jerarquía, a la disciplina, al Estado, a la organización, y a la especialización”.
Reflejando esas ideas, especialmente como fueron plasmadas en la Declaración de la Independencia de EE.UU., los fundadores crearon una Constitución de poderes delegados, enumerados y limitados. Desafortunadamente, como ha escrito el profesor de Derecho de la Universidad de Georgetown, Randy Barnett, “lo que alguna vez fue un sistema de islas de poder en un mar de libertad individual tanto al nivel de los estados como a nivel nacional, se ha convertido en uno de islas de derechos en un mar de poder a nivel de los estados y a nivel federal”.
Conforme el gobierno ha excedido sus poderes constitucionales, ha habido un notable resurgimiento del pensamiento liberal. Una serie de encuestas de CNN descubrió que el respaldo total a la combinación de posiciones liberales había subido a un 30 por ciento entre 2002 y 2012. Los periodistas ahora hablan de una facción liberal en el congreso y dentro del electorado. Las organizaciones liberales están atravesando una bonanza.
Esto no debería sorprendernos. Durante los últimos años los políticos nos han dado muchas razones para dudar de la sabiduría y eficacia de un Estado grande y activista. Las guerras sin fin. El colapso económico. Los rescates a las corporaciones. El gasto público más alto y la deuda nacional más alta. Un nivel inconcebible de espionaje a los ciudadanos.
Creo que los principios sencillos y atemporales de la Revolución Americana —la libertad individual, el gobierno limitado y los mercados libres— son incluso más poderosos e importantes en el mundo de la comunicación instantánea, de los mercados globales, y
del acceso sin precedentes a la información, un mundo que Jefferson o Madison no se pudieron haber imaginado. El liberalismo es el marco esencial para el futuro de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
* Artículo publicado el próximo-pasado 15 de febrero en Philly.com
Es vicepresidente ejecutivo del Instituto Cato (Washington, D.C.). Desarrolla artículos relacionados con temas culturales y políticos. Ha jugado un rol fundamental en el desarrollo del Instituto y del movimiento libertario. Es el autor de Libertarianism: A Primer, publicado 1997 y descrito por el matutino estadounidense Los Angeles Times como 'un manifiesto bien investigado de las ideas libertarias'. Boaz es también editor de The Libertarian Reader.