Más allá de Grecia, quien debería preocupar es España
¿Está Usted cansado de cómo Grecia está perjudicando a su inversión en fondos de retiro?
¿Está Usted cansado de cómo Grecia está perjudicando a su inversión en fondos de retiro? Pues bien; existe una amenaza potencialmente mayor de parte de un movimiento de izquierdas, en una nación mediterránea de mayor calibre. El partido Podemos acaba de ganar las elecciones en las ciudades más importantes de España. Y, por cierto; a estas personas tampoco les importa demasiado lo que suceda con los ahorros del lector.
Podemos -uno de sus afiliados regionales se llama, en rigor, 'Sí, se puede'- podría objetar que se le califique de izquierdista, e incluso que se le considere como un partido organizado. En ocasiones, se autocalifica como 'proyecto alternativo' o 'movimiento social', e insiste en que de lo que se trata es de trascender al paradigma entre izquierdas y derechas. El resto de los partidos, de izquierda a derecha, es llamado peyorativamente como 'la casta'.
Pablo Iglesias, líder de Podemos, -niño mimado de los medios, con 36 años de edad- también declama que el partido no pidió prestado su nombre de Barack Obama, sino que lo hizo tomando como referencia a los activistas latinos de los años sesenta y setenta. 'Obama fue inteligente al usar eso, pero Podemos no es una creación de Obama', declaró tempranamente Iglesias a Amy Goodman, del programa televisivo estadounidense Democracy Now, en una entrevista concedida el 17 de febrero.
Partido, movimiento o, simplemente, 'espacio', Podemos ha sido muy bueno a la hora de ganar comicios y acumular poder. Aún cuando no se presentara como partido en las elecciones locales de mayo pasado, los candidatos afiliados a él se llevaron la mayor parte de las alcaldías en seis de las más grandes ciudades de España: Madrid, Barcelona, Cádiz, Santiago de Compostela, Zaragoza y La Coruña.
Si estuviera Usted en los Estados Unidos, semejante escenario sería el equivalente a Bill DeBlasio quedándose con el control de Nueva York, Chicago, Los Angeles, Boston, Dallas y Atlanta. Esto significa que Podemos está ahora a cargo de las políticas locales para seis millones de españoles, en un país de 40 millones; quedando margen para generar un desastre en las elecciones nacionales que se convocarán hacia diciembre de este año.
De triunfar, Podemos promete reestructurar la masiva deuda de España, que asciende a US$1.6 billones, que se acerca al 100 percent del producto bruto del país. Podemos promete ajustarla a un 'criterio de justicia social y legitimidad'. Esto, por cierto, podría significar la puesta a término de los recortes implementados por el gobierno de centroderecha del presidente del gobierno Mariano Rajoy (recortes que Podemos denuncia como 'programas de austeridad'), y abrir el grifo del gasto al estilo keynesiano.
Pero Iglesias no se detiene aquí. También promete copiar el modelo francés, basado en una semana laboral de 35 horas; prohibir a las compañías privadas con superávit despedir empleados; elevar impuestos a firmas que exhiban ganancias superiores a US$1.1 millón; elevar el salario mínimo y establecer un 'salario máximo'; auditar la deuda para ver qué porción es 'ilegítima' y, por ende, no pagable; y, desde luego, 'hacer que los ricos paguen impuestos'.
Hay mucho, mucho más, en la agenda de Podemos, pero este es el cuadro visto desde la altura. Baste decir que el partido e Iglesias son muy cercanos al gobierno del primer ministro griego Alexis Tsipras y a su partido de izquierda Syriza, que provocaron enorme consternación esta semana, al dar por terminadas sus conversaciones con acreedores de la Unión Europea y con el Fondo Monetario Internacional.
Pero Grecia es poco, en comparación con España. Los españoles representan la cuarta economía más grande de Europa, y Podemos tiene socios más allá de Atenas.
Una fundación asociada a Podemos ha hecho trabajos de consultoría para Venezuela, y también está relacionado con Irán, conforme uno de los dos shows televisivos de Iglesias son retransmitidos por el canal estatal iraní en idioma español. Pablo Iglesias también califica a la Cuba de Fidel Castro como 'punto de referencia'.
Iglesias siempre responde con resentimiento al serle recordados sus vínculos con estos regímenes despóticos y desagradables. Pero está claro que, al momento de expresar sus deseos de cara al carácter electivo de la cabeza del gobierno de España -algo alejado del formato de herencia al estilo del rey Felipe VI-, convenientemente olvida que ningún ciudadano iraní o cubano votó jamás para elegir al ayatolá Ali Khameneni o a Castro, respectivamente, para que alcancen el poder.
También es claro que el partido no busca otra cosa que derribar por completo el status quo español postfranquista, a partir de la destrucción del sistema bipartidista, el final de la monarquía, de la aristocracia, y del modo en que la economía es administrada en general.
Tras lo cual quedan pocas dudas de por qué algunos representantes del débil partido de centroderecha de Rajoy, el Partido Popular, declaran que los candidatos de Podemos (como es el caso de la nueva alcalde de Madrid, Manuela Carmena) se proponen 'demoler el sistema democrático occidental tal como lo conocemos'.
Tampoco ayuda que, de tanto en tanto, Pablo Iglesias admite públicamente ser de izquierda, pero que lo reconozca gritando en las azoteas no es una estrategia adecuada. 'Soy de izquierda, por supuesto', dijo Iglesias a la conductora estadounidense Amy Goodman. 'Pero, a criterio de crear una nueva mayoría política en nuestro país, la noción de izquierda o derecha no siempre es útil'.
Podemos se ha beneficiado enormemente del rampante desempleo en España -que asciende al 22.5%, cuya mitad se ha cobijado en Podemos-; de escándalos de corruptela que han entrampado a los partidos principales y a la familia real; del déficit endémico de la Unión Europea (esto es, la toma de decisiones importantes de parte de burócratas no electos); y de la falta general de confianza que conmociona a no pocas sociedades occidentales.
Probablemente ayude el hecho de estimar que el fenómeno Podemos es el la última etapa de numerosos movimientos antiglobalización y anticapitalistas que el mundo ha visto en estos últimos años. Comparte respuestas simples a problemas complejos que, si se pusieran en práctica, harían desear a la economía global que hubiese sido deseable tener que lidiar solo con el problema griego...
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/07/03/forget-greece-heres-the-country-we-should-be-panicking-about/
Es vicepresidente de comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y periodista con veinte años de trayectoria, habiendo reportado desde Europa y Asia. Durante la Administración del ex presidente estadounidense George W. Bush, asistió en temas fiscales y de política exterior en audiencias dentro de Estados Unidos y en el exterior, inicialmente en la Securities and Exchange Commission (SEC) y luego en el Departamento de Estado.