México: el retorno de la libre empresa al mercado petrolero
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Tras ochenta años de exclusivo control estatal, México finalmente ha comenzado a liberar su industria petrolera.
El 15 de julio, el gobierno mexicano comenzó a concesionar numerosos bloques para explotación de petróleo en aguas profundas en la costa del Golfo a inversores, tanto domésticos como del extranjero.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha puesto a las reformas económicas estructurales entre sus objetivos primarios, y estos primeros pasos hacia la privatización parcial de la industria petrolera mexicana buscan atraer una inversión directa masiva desde el exterior.
De acuerdo al Financial Times, las zonas en aguas profundas bajo concesión contienen hasta 107.5 mil millones de barriles de petrólero, ofreciendo un enorme potencial en utilidades para México y sus inversionistas.
Infortunadamente, el proceso concesionario -al dar inicio con la venta de catorce bloques de aguas profundas, no generó el entusiasmo esperado por el gobierno.
Solo dos de los catorce bloques recibieron ofertas exitosas, muy por debajo de la tasa de éxito estimada de entre 4 y 7 ofertas. Firmas petroleras de primera línea, como ser Chevron, Exxon Mobil y Lukoil, todas dejaron pasar la oportunidad a la hora de ofertar por los cuadrantes.
Y existen numerosas razones para explicar este ostensible fracaso.
En primer lugar, los inversores no se mostraron satisfechos con los términos contractuales, que asignan al gobierno mexicano hasta tres cuartas partes de las utilidades petroleras. También existen requerimientos onerosos que las compañías deben aceptar, en la eventualidad de accidentes o derrames. De acuerdo a lo comentado por observadores de la industria, es probable que estas fuertes barreras de entrada mantengan a los ejecutivos petroleros alejados de la mesa de negociaciones, hasta tanto Pemex ofrezca mejores condiciones.
Los analistas también estiman que las ofertas son escasas debido a que muchas de las empresas petroleras internacionales preferirían ofertar por los cuadrantes pertenecientes a México en aguas profundas, que exhiben un potencial más elevado de volumen en términos de petróleo, y se encuentran más cercanos a las operaciones ejecutadas por Estados Unidos en mar abierto. Estos bloques no se comerciarán hasta 2016.
Con todo, otra razón para explicar este fracaso remite a los precios actuales del petróleo. Los precios del crudo liviano apenas sobrepasan los US$ 50 por barril, lo cual representa la mitad del que se conociera por unidad durante el pasado verano septentrional. Los inversores se muestran cautos a la hora de invertir demasiado capital, no teniendo confianza en las utilidades de largo plazo surgidas eventualmente de sus operaciones mexicanas.
Si el gobierno mexicano aprende de estos pequeños golpes iniciales y libera más todavía su sector petrolero, los inversionistas podrían mostrar mayor confianza a la hora de decidir ingresar al mercado en México, en tanto los precios del petróleo se orientan hacia el equilibrio y los bloques para explotación en aguas profundas se vuelven disponibles para ofertar.
Removiendo las barreras de ingreso al mercado, respaldando un proceso de oferta más transparente, y alejándose del monopolio estatal, México enviará al mundo las señales correctas, en el sentido de que el país le da efectivamente la bienvenida a la inversión extranjera.
* Escrito con la colaboración de Henry Dickman
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/07/24/free-enterprise-returns-to-mexican-oil/
Es Analista en temáticas de Libertad Económica y Crecimiento en el Centro para Comercio Internacional y Economía (CITE). Responsable de tareas de investigación, desarrollo y análisis del Indice de Libertad Económica (desarrollado en conjunto entre la Fundación Heritage y The Wall Street Journal). Sirvió durante 25 años en el Departamento de Estado, desempeñándose en el servicio exterior en las embajadas de los Estados Unidos en México, Portugal, Francia, Panamá y Haití.