El legado de Obama consiste en promocionar dictaduras, no democracias
La pasada semana, tras arrojar loas sobre el régimen represivo de Etiopía por ser...
La pasada semana, tras arrojar loas sobre el régimen represivo de Etiopía por ser un gobierno 'democráticamente elegido', el presidente estadounidense Barack Obama se llevaba a su casa un dato que ya debería ser eminentemente claro por estas horas, a saber, que su Administración designa un separación radical de las anteriores, a la hora de promover la democracia.
A contramano de aquello, el legado de Obama será uno de promoción de regímenes dictatoriales alrededor del mundo. Su celebración del gobierno del primer ministro etíope, Hailemariam Desalegn, solo llevó al Africa lo que el presidente estadounidense y su equipo de relaciones exteriores ya había hecho -a mayor escala- con Irán, Cuba y Burma.
Para asegurarse, Obama se paró junto a Desalegn en una conferencia de prensa conjunta en Addis Ababa, al momento de dirigir la palabra. Pudiera ser que Obama no quisiera quedar como un mal huésped. Y el mandatario americano en efecto agregó que el gobierno etíope tenía 'mucho trabajo por hacer'. Luego de una oleada de críticas al regresar a casa, más tarde cuestionaría la razón que lleva a líderes africanos a aferrarse al poder, antes que a dejarlo luego de que sus períodos presidenciales se completan.
Pero Obama no tenía que salirse de su método para llamar 'democráticamente elegido' a Desalegn, menos hacerlo dos veces. Como tampoco debía presentar excusas por el horrendo registro en materia de derechos humanos exhibido por Desalegn, recordando las problemáticas del pasado del país y la relativa juventud de su constitución nacional.
Previo a abandonar Africa, activistas de derechos humanos y de think tanks habían exigido a Obama que empleara su periplo para promover libertades económicas y políticas -algo que el presidente solo hizo con modos suaves.
El gobierno etíope -conste en actas- ha sido criticado con recurrencia por la totalidad de las organizaciones de derechos humanos, por llevar a cabo elecciones fraudulentas en el mes de mayo, en las que el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo de Etiopía (el partido de Desalegn) afirmó haber ganado con el 100% de los votos. Inmediatamente después de los comentarios del Señor Obama, el presidente del think tank Freedom House, Mark P. Lagon, dio a conocer su reacción:
Infortunadamente, el presidente estadounidense Barack Obama se mostró fundamentalmente erróneo en sus comentarios sobre las elecciones parlamentarias de Etiopía celebradas en mayo, en las que el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo de Etiopía (EPRDF), en control del gobierno, obtuvo todos los asientos en disputa. Calificar al gobierno de Etiopía como democráticamente electo rebaja los estándares de la democracia, al tiempo que mina el valiente trabajo de tantos ciudadanos etíopes que pelean para consolidar una sociedad justa y democrática.
Y eso fue todo. El presidente Barack Obama parece tener muy poco tiempo para los disidentes que combaten a regímenes brutales en territorios difíciles. Las razones para ello no son pocas. Mi colega Joshua Meservey de la Fundación Heritage (Washington, D.C.), experto en temas del Africa, cita dos explicaciones cuando me comenta:
El presidente Obama se muestra incómodo con la promoción de la democracia, debido a dos razones. Primero, él desea distanciarse de la agenda del ex presidente George W. Bush, cuya Administración exhibió la promoción del esfuerzo democrático como principal plataforma. En segunda instancia, estimo que él [Obama] es el producto de una cierta visión mundial de carácter progresista que entiende que los pecados de los Estados Unidos de América y de Occidente, como ser la esclavitud y las Cruzadas, descalifica al progresismo a la hora de promocionar sus valores en el exterior, a sabiendas de que el hacerlo implica que el modelo liderado por Estados Unidos y Occidente es superior.
Meservey está en lo correcto, salvo al decir que los progresistas no parecen entender que están dándole la espalda a uno de los más grandes logros del progresismo clásico, esto es, la promoción iluminada de la idea de que algunos derechos son naturales, ergo, universales.
El iluminismo del siglo XVIII se trataba de la aplicabilidad universal de derechos naturales como la vida, la libertad y la búsqueda de la prosperidad. Para los progresistas modernos, el iluminismo se basó enteramente en hombres blancos muertos, así es que la promoción de sus ideas resulta culturalmente insensible. Irónicamente, ellos terminan pareciéndose, en este sentido, a los conservadores del siglo XVIII, que compartían la visión de Edmund Burke -basada en el particularismo de cada nación individual.
Por cierto, solo hasta cierto punto. Los progresistas aún buscan promocionar sus causas menores a terceros. Infortunadamente, tales causas no incluyen a los derechos humanos básicos.
David Kramer, secretario asistente en el Departamento de Estado en el área de Democracia y Derechos Humanos bajo la Administración de George W. Bush, ve la mano de la Consejera de Seguridad Nacional Susan Rice en el faux pas de Etiopía, diciendo que Rice 'ha tenido un interés de largo plazo en Etiopía y (...) fue una destacada seguidora del difunto presidente Meles Zenawi, que no era democrático, por no decir otras cosas'. La simpatía de Rice por los déspotas africanos es bien conocida.
A grandes rasgos, sin embargo, el análisis de Kramer es el mismo que el compartido por Meservey: los problemas de Obama con la democracia son bastante mayores.
'Durante el primer año, todo era ABB (Anything But Bush; Cualquiera Menos Bush) -Bush lo hizo; entonces, debía ser malo', me dijo Kramer. 'Pero, siete años después, esa explicación ya no funciona. El [Obama] es el presidente que demostró menos interés en la democracia y los derechos humanos desde Richard Nixon. Es triste. Para alguien que constantemente exhorta su pasado como facilitador en su propia comunidad, esto es bastante difícil de explicar'.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/08/08/obamas-legacy-is-propping-up-dictatorships-not-democracies/
Foto de portada: Barack Obama saluda a Desalegn | Crédito: VOA News (Voice of America)
Es vicepresidente de comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y periodista con veinte años de trayectoria, habiendo reportado desde Europa y Asia. Durante la Administración del ex presidente estadounidense George W. Bush, asistió en temas fiscales y de política exterior en audiencias dentro de Estados Unidos y en el exterior, inicialmente en la Securities and Exchange Commission (SEC) y luego en el Departamento de Estado.