Brasil: ¿nadie pudo haberlo imaginado?
La presidente Dilma Rousseff se excusó el martes por no haberse percatado de que...
La presidente Dilma Rousseff se excusó el pasado martes por no haberse percatado de que la caída de la economía brasileña era tan grave, añadiendo que 'no se podía saber en agosto del año pasado' lo gravoso del escenario.
No es cierto que nadie pudo imaginarlo, no solo en agosto de 2014, sino mucho antes. En mi caso, hace ya años que hice las primeras publicaciones sobre el boom de los precios de los productos primarios, apuntando explícitamente que Brasil y muchas otras naciones latinoamericanas eran gigantes con pies de barro, conforme dependían de una explosión de los precios de aquellos productos que, eventualmente, iban a colapsar -derivando en graves consecuencias económicas. En 2005, se publicó mi libro Playing Monopoly with the Devil -escrito en 2004- y, ya en 2009, otro llamado Money, Markets and Sovereignty, ambos publicados por la Universidad de Yale, en los que describí claramente (con las gráficas usuales) todo lo que sucedía y que estaba llamado a ocurrir.
En el segundo libro, escribí los siguiente, traducido al español: 'Al momento de escribir esto en la primavera de 2008, la exuberancia por los países en desarrollo está floreciendo nuevamente. Se presentan los argumentos usuales para confiar en la viabilidad de largo plazo de las monedas de los países en desarrollo. Regiones enteras en desarrollo como América Latina están acumulando superávits fiscales y en la cuenta corriente de la balanza de pagos (exportaciones mayores que las importaciones), pagando sus deudas, y acumulando reservas. Pero, ¿qué sucederíá si los precios de los productos primarios se debilitasen? (...) Hay, después de todo, pocos signos de cambios estructurales en esas economías que puedan aliviar el golpe (...) Existen muchas maneras en las que los desequilibrios actuales pueden resolverse, pero todos envuelven una reducción de la tasa de crecimiento de las importaciones de Estados Unidos. Estas son malas noticias para los precios de los productos primarios'.
'La gráfica 5.7 (del libro) muestra lo que sucede cuando los precios de los productos primarios caen, enfocados en una de las áreas principales de producción de productos primarios, que es ahora la beneficiaria del sentimiento positivo de los inversionistas: América Latina. La figura muestra el enorme impacto de esos precios en la tasa de crecimiento de las exportaciones y del PIB. Puede esperarse que una caída en los precios de los productos primarios golpearía ese crecimiento muy duramente…'.
Yo, desde luego, no hubiera esperado que Dilma Rousseff leyera lo que escribí sobre la dependencia de América Latina y Brasil hace tantos años en mis libros y en los artículos de El Diario de Hoy (El Salvador). Lo que llama la atención es que nadie en su gobierno haya notado este patrón de comportamiento del crecimiento en Latinoamérica. La gráfica que menciono en estas palabras escritas en 2008 es la número 1, que el lector puede ver anexa (solo que en ese momento iba de 1976 a 2006, con idéntico impacto visual).
Fuente: World DataBank, Banco Mundial.
Más increíble es que nadie en Brasil hubiera notado la gráfica 2, que se refiere a Brasil específicamente. Al subir los precios, se incrementa el PIB; cuando se reducen, el PIB disminuye. Así es que, ¿cómo Dilma sostiene que nadie se pudo haber imaginado lo que ocurriría?
Fuente: World DataBank, Banco Mundial.
Esto hace preguntarse, ¿cómo es posible? Pues, existen cuatro explicaciones. Una se refiere a la increíble falta de curiosidad, sentido crítico y autoconfianza para contradecir lo declarado por incontables profesionales -entre ellos, no pocos economistas. Estos desarrollan columnas y presentan opiniones profesionales sin tomarse el trabajo de ver la realidad y lo que de ella dicen los datos. Convierten a la economía en una rama de la literatura fantástica.
La segunda se refiere a la superficialidad que surge de esta falta de análisis. En el caso de Brasil, se argumentaba que su crecimiento era veloz, debido a que contaba con moneda propia para hacer política monetaria y la disposición de gastar en enormes cantidades de subsidios. Ahora, cuenta con las mismas herramientas, pero no solo no crece, sino que decrece. Eso muestra que la fuente del crecimiento no eran aquellas variables, sino los precios de los productos primarios.
La tercera se refiere a intereses creados. En el momento del boom de América Latina, se generaron múltiples negocios que dependían de creer que la región había despegado y que no solo era sostenible, sino que la región era, a su vez, motor del mundo. Bancos de inversión y ejecutivos en empresas cuyos ingresos dependían de que se realizaran inversiones en América Latina proclamaban las fortalezas de la región y descartaban cualquier llamado a la prudencia. Sabiendo la pereza de los colegas de analizar las cosas, triunfaron en convencer a todo el mundo de que el lugar para invertir era América Latina. Ahora, convencen a todo el mundo que hay que sacar el dinero de la misma América Latina.
La cuarta es que, carentes de argumentos, la coalición de los interesados y de aquellos que no ven la realidad, tornan hacia la desestimación de la persona que hace análisis que no les agradan. Jamás discuten los argumentos: atacan a la persona, para que la gente no se atreva a contradecirlos.
La combinación de estas cuatro cosas hicieron que Dilma no se notificara de lo que se le venía encima. Que no le pase a Usted lo mismo. Si alguien le presenta soluciones mágicas a los problemas económicos, pídale datos, reclámele razonamientos detallados, pida que sea entendible lo que dicen. Aquel que no está en capacidad de escribir con claridad, es porque no entiende aquello sobre lo que escribe.
Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.