Argentina: democracia engangrenada
Al cierre de la semana, la novedad remite al sospechoso sobreseimiento de Daniel Osvaldo Scioli...
Al cierre de la semana, la novedad remite al sospechoso sobreseimiento de Daniel Osvaldo Scioli (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y, a la sazón, candidato presidencial por el oficialismo); el funcionario había sido denunciado por comisión de delito de enriquecimiento ilícito, tras presentar aquél una declaración jurada de bienes que una nutrida porción de la opinión pública ya evalúa como insultante.
Habrá que decir que Scioli salío del paso merced a los buenos oficios del magistrado platense de Garantías Pablo Raele (quien ni siquiera se tomó la molestia de desmenuzar la viciada declaratoria) y del fiscal interviniente Jorge Paolini (que optó por no apelar la decisión del juez, por estas horas irrevocable). En rigor, la denuncia por enriquecimiento también incluyó a la partenaire comercial del Gobernador, Karina Rabolini -quien en su momento fuera motivo de investigación de parte de este medio, a raíz de una serie de maniobras desprolijas desde Fundación BaPro y que, de haberse profundizado judicialmente, hubiesen conducido indefectiblemente a la comisión de delitos penales y lindantes con la defraudación pública | ver: bit.ly/1wWgLcc). Así las cosas -y en lo que hace al primer apartado-, el juez Raele sobreseyó en formato exprés a Scioli, sin mediar el debido peritaje que hubiese expuesto las grotescas discrepancias en la documentación presentada por Miguel Marcos Sorá, letrado patrocinante del gobernador kirchnerista. Inapreciable antecedente legal para aquellos ciudadanos de a pie hoy acosados por la AFIP de Ricardo Echegaray, tras verse imposibilitados de ofrecer explicaciones sobre gastos menores registrados en los resúmenes de sus tarjetas de crédito.
A la postre, la moraleja de la historieta bajo análisis no toleraría mayor escapatoria: Daniel Scioli no solo debe hoy lidiar con ciertos rasgos de declarada inoperancia que se le endilgan en su comando del Ejecutivo provincial; el Gobernador también parece empecinado en exhibirse como un acérrimo defensor de la ausencia de debate, y como fiel exponente de una dirigencia política convencida de que no debe rendir cuentas ni explicaciones. Ante cualquier duda, servirá remitirse a la definición del concepto impunidad en el diccionario actualizado de la Real Academia Española. Cuando no a la compartida por el desaparecido ex empresario Alfredo Yabrán.
Casi en simultáneo, otro titular se ha posicionado entre lo más leído del momento. Se trata del ruidoso traspaso de la legisladora Mónica López (denarvaísta devenida en massista) a las filas del Frente para la Victoria que Scioli declama -aunque poco de ello se ha visto al respecto- conducir. El historial de López resulta imposible de disociar del que emana de la figura de su esposo Alberto Roberti, secretario general de la Federación Argentina del Petróleo, Gas y Biocombustibles -verdadera vaca lechera que sirviera para cimentar con dólares estadounidenses la carrera política del polémico dueto. Por entre los pasillos de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación se multiplican comentarios sobre el rimbombante y lujoso estilo de vida de la pareja; esos capítulos no ahorran en circunstancias (muchas de ellas, certificables) lindantes con adicciones, maltrato reiterado a empleados mal pagos, traiciones sentimentales, malversación de fondos y un nepotismo que bordea la recalcitrancia. Por si todo ello fuera poco, la propia Mónica López fue, en su oportunidad, objeto de investigaciones realizadas por medios independientes que conducían al siempre espinoso terreno de la compra de títulos universitarios (ver: bit.ly/1LoHUSU), con un agravante: en apariencia, hay quienes comercian diplomas de carreras probadamente inexistentes.
En las postrimerías, sería a todas luces injusto depositar el costumbrismo de la traición exclusivamente en las arcas del funesto peronismo/justicialismo -por cuanto esa práctica, presente en todo espectro político, parece obrar en forma directamente proporcional a la cercanía de la fecha de cualquier comicio.
No obstante el reparo inicial, la naturaleza saltimbanqui de López comporta valor noticiable. Valoración que -sobra decirlo- no sobreviene a cuenta de la pretendida relevancia de los protagonistas (tanto la legisladora como su esposo Alberto Roberti apenas calificarían como una pareja de ignotos sin remedio).
El espectrograma será útil para consolidar una tesis, a saber: que, tras 32 años de democracia, no mucho ha cambiado. El triángulo Scioli/López/Roberti viene a servir para certificar que la inoperancia, la corruptela, el nepotismo, las torpezas de procedimiento, la indolencia y la traición han dejado de ser motivo de vergüenza, para corporizarse en virtudes cardinales. Dignas de airada promoción en Revista Caras, o en algún otro hábitat gráfico donde publicitar con impunidad el estilo de vida de pérfidos y execrables.
* Ilustración: Les Saltimbanques; obra de Gustave Doré (1874). Museo de las Artes Roger Quilliot
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.