Campaña feroz: la celada del kirchnerismo
La virulencia y la torpeza que caracteriza a la campaña de cara oficialista al balotaje...
La virulencia y la torpeza que caracteriza a la campaña de cara oficialista al balotaje puede comportar consecuencias perniciosas para el país, en el supuesto caso que sea efectiva y logre el cometido que acaso se propone: que Daniel Osvaldo Scioli sea electo Presidente.
Por empezar, sentaría un peligroso precedente. Legitimaría de algún modo la utilización de campañas negativas para lograr el objetivo propuesto -validándose aquello de que 'el fin justifica los medios'.
Pero el resultado más grave sería, sin lugar a dudas, el posible gobierno de Scioli. No tanto por el candidato en sí mismo ni por sus eventuales políticas, sino debido a las luchas intestinas que seguramente se darán en el seno de su Administración. Si el Gobernador saliente ganase el balotaje, el kirchnerismo duro se arrogará para sí las razones del triunfo, y arremeterá contra un sciolismo culposo y rehén de su propia estrategia. A la inversa de lo sucedido en oportunidad de la primera vuelta, el ultrakirchnerismo declamarán ser los padres de la victoria. Creerán entonces, tal vez con justa causa, que su intervención en la campaña con sus fraseología de odio fue decisiva para torcer el rumbo de la inevitable derrota.
El arrebato de violencia y acusaciones que hoy trae consigo la campaña del FPV no es otra cosa que una réplica al alivio experimentado por el país tras los sorpresivos resultados del domingo 25/10. El kirchnerismo hizo gala de la maniobra que siempre lo caracterizó, esto es, redoblar la apuesta. En esta oportunidad, la fractura quedó más expuesta todavía: se sinceró en el seno del oficialismo la convivencia de dos mundos, en apariencia incompatibles. Por un lado, el peronismo tradicional, y por el otro, el kirchnerismo. Y abre hendijas por donde no dejan de filtrarse numerosos interrogantes: ¿le interesa verdaderamente al gobierno de Cristina que Scioli se haga de la victoria? ¿Y al peronismo? ¿Quién expresa mejor al justicialismo hoy? ¿Acaso sean Sergio Massa y José Manuel De la Sota, que aspiran a conducirlo en la oposición ante un gobierno de Mauricio Macri?, ¿O el Gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, quien ha criticado duramente el tono de la campaña oficialista? El nombre de Daniel Scioli no aparece en ninguna lista. Más allá de las preguntas, no pocos le auguran al PJ un destino similar al que en su momento padeciera la Unión Cívica Radical. Sobra decir que nada tendrá que ver con el poder durante los próximos cuatro años, ni en Buenos Aires ni en Santa Fe -al igual que en otros municipios críticos del conurbano bonaerense. En tal sentido, la República Argentina se topa con una renovada oportunidad en su historia, para superar el trauma del peronismo crónico.
La eventualidad de una Administración sciolista, mientras tanto, también abriría perspectivas ciertamente nocivas para la salud institucional de la República. Ante la atribución de triunfo que se arrogará el ultrakirchnerismo, es de suponer que arremeterán contra los enemigos que quedaron en pie. Irán, de este modo, por la colonización definitiva de la justicia y los medios. Así como hoy no les interesa el candidato en plena campaña, menos le interesaría el Presidente, al que ningunearían de todas las formas posibles. La siguiente etapa de un kirchnerismo triunfante sería la chavización total de su régimen. -fogoneado por el rencor tejido tras los resultados del 25 de octubre. Scioli, acostumbrado ya a demostrar su falta de coraje para enfrentar a la Casa Rosada, haría la 'vista gorda' una vez más.
Las preocupantes perspectivas económicas de los próximos meses contribuyen a ensombrecer aún más el panorama. Aún en la exageración y la difamación, los arquitectos de la campaña sucia dejan entrever algún atisbo de certeza en ciertos postulados. Cualquiera sea la identidad del próximo presidente, un ajuste de las variables económicas será inevitable. Como ha dicho cierto reputado economista, 'la devaluación más cantada de la historia' está en ciernes. Adicionalmente, no deja de ser acertado refrescar que muchos ajustes ya han tenido lugar: el PBI no crece desde hace cuatro años, la desocupación registra un leve pero constante incremento, la inflación no cede, y las operaciones de comercio exterior se muestran virtualmente paralizadas. Con todo, la sociedad no condenó al kirchnerismo por el estado catastrófico de la economía, sino por sus modos y formas. Aquí radica, precisamente, su torpeza: para dar vuelta el resultado, el Gobierno Nacional insiste en sus maneras confrontativas. Y ello lo conduce invariablemente a la debacle electoral.
En cualquier caso, la coalición Cambiemos no debería subestimar el poder de esta campaña sucia -y lo propio le cabe al mundillo de analistas políticos. La calle a veces puede entregar en pequeñísimas dosis ciertos datos para tener en cuenta. No sería difícil hallar a personas que dijeron haber optado por Sergio Massa en los últimos comicios, que hoy confiesan que elegirán al Frente para la Victoria, habida cuenta de que -tal los conceptos de la campaña de referencia-, 'Macri va a echar gente'. Aún cuando el argumento sea falaz, viene a corporizar un extendido temor en ámbitos de trabajadores sindicalizados que ven en el actual Jefe de Gobierno porteño una suerte de demonio con ajos azules. Si los votantes hacen uso más de las emociones que de la razón para justificar su voto, acaso éste haya sido el objetivo primario de las maniobras recientes del FPV en campaña.
Las cartas nunca fueron tan claras. Más allá de la sensación de emancipación experimentada después del 25 de octubre, el panorama está lejos de exhibirse reconfortante. El oficialismo logró convertir a un candidato opaco como Mauricio Macri en alguien que despierta esperanzas y pequeñas pasiones -lo cual representa todo un milagro. Pero es que al oficialismo no le caben categorías racionales para analizarlo a consciencia. Sólo habrá que respaldarse en el hecho de que, haga lo que haga, sencillamente no puede evitar ser lo que es.
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.