Argentina: bajar la presión tributaria, ya
A propósito del gradualismo económico que se debate en estos días...
06 de Marzo de 2016
A propósito del gradualismo económico que se debate en estos días, se presenta una curiosa situación. Se argumenta que hay que bajar gradualmente el gasto público para evitar una crisis social. Ahora, bien; siendo que el gasto público se financia con impuestos o bien con el impuesto inflacionario, la pregunta es: ¿por qué el contribuyente, que soporta una asfixiante carga tributaria, puede seguir perdiendo nivel de vida y soportarlo sin que se produzca una crisis social, y el que vive sin producir a costa del contribuyente no puede esperar? ¿Acaso el que vive a costa del contribuyente tiene alguna prerrogativa ante la ley, lo cual sería inconstitucional? No se entiende el motivo por el cual el contribuyente debe tolerar seguir siendo explotado por el ñoqui (N. Del E.: en Argentina, expresión para identificar al empleado estatal vago) o por aquellos que viven del subsidio, como si fuera su derecho a ser mantenido indefinidamente. Como si el ñoqui o el subsidiado, al tener que buscar un empleo, esto sería calificado de 'ajuste'. Una actitud de falta de solidaridad.
Existe aquí una interpretación incorrecta de lo que significa bajar el gasto público. En primer lugar, no es solo hacer que los ñoquis vayan a trabajar -algo que, en todo caso, sería un acto de justicia. También consiste en decirle a quienes reciben subsidios sociales que no los recibirán por siempre, que deben reempadronarse y que, en caso de surgir algún trabajo acorde a sus habilidades, tendrá dos opciones: a) tomar el trabajo, cobrar el sueldo y además el 50% del subsidio por seis meses; o, b) si no toma el trabajo automáticamente, deja de cobrar el subsidio.
Por otro lado, bastante gasto público podría podarse a través de una revisión de los contratos de obra pública que, en muchos casos, han sido verdaderos bolsones de corrupción.
Resulta realmente disparatado que a los ñoquis que están en el Estado viviendo del trabajo ajeno se les ajuste el salario por inflación y a los contribuyentes que pagamos Ganancias o Bienes Personales nos tengan con mínimos no imponibles de catorce años atrás sin indexar. No se entiende por qué en un caso se denuncia 'costo social' y, en el caso de los que producimos y somos exprimidos con impuestos, no tengamos costo social.
Resulta realmente disparatado que a los ñoquis que están en el Estado viviendo del trabajo ajeno se les ajuste el salario por inflación y a los contribuyentes que pagamos Ganancias o Bienes Personales nos tengan con mínimos no imponibles de catorce años atrás sin indexar. No se entiende por qué en un caso se denuncia 'costo social' y, en el caso de los que producimos y somos exprimidos con impuestos, no tengamos costo social.
Es falso que, para bajar la presión impositiva, primero haya que reducir la evasión y luego las tasas. Es exactamente al revés. Para poder reducir la evasión impositiva, primero es necesario simplificar el sistema tributario, y reducir las tasas de los impuestos. Al reducir las tasas de los impuestos, disminuye el premio por evadir, y quien está fuera del sistema estima que es más conveniente entrar al sistema, antes que asumir el costo de ser detectado por no pagar los impuestos.
Creo que en la Argentina nos hemos ido hacia el otro lado de la curva de Laffer. La teoría de Laffer recuerda que, a medida que crece la tasa del impuesto, sube la recaudación. Pero, llegado un determinado punto, si el Estado continúa elevando la tasa del impuesto, comienza a recaudar menos; la razón: estimula la evasión, o bien disminuye la actividad, dado que la presión tributaria hace que no sea rentable producir.
En la República Argentina, la voracidad fiscal es tan grande que el Estado ha aumentado hasta tal nivel la presión impositiva que estimula la evasión y desestimula la producción y la inversión. Tanto exprimió al contribuyente, que éste produce menos y, por lo tanto, la base sobre la que recauda es cada vez menor. Dicho de otra manera, si antes el Estado aplicaba un 20% de impuesto sobre $ 1.000 de base imponible, recaudaba $200. Ahora aplica una tasa del 30% pero sobre una base imponible de $600 con lo cual recauda $180. Aumentó la carga impositiva un 50% pero recauda un 10% menos porque la economía produce menos y la evasión es mayor. Las altas cargas impositivas maginan a la gente del sistema formal y hacen que la economía se achique, de manera que, por más que aumenten las tasas de imposición, ya sea nominalmente o bien en términos reales, y no ajustando por inflación los balances, los mínimos no imponibles y las deducciones no van a recaudar más. Por eso, evalúo que es un error de estrategia postergar la reducción de la carga tributaria, en particular de ganancias.
Lo que se necesita desesperadamente es que la economía crezca. Que la gente produzca más. Uno de los mayores obstáculos para captar inversiones y producir más es, precisamente, esta locura de sistema tributario que ha legado el kirchnerismo. Entiendo que habría que hacer exactamente lo inverso: reducir ya la presión impositiva con el objetivo de agrandar la economía y, sobre una base de mayor riqueza, recaudar más o lo mismo que antes.
Desde luego que es posible que se intente sostener estas tasas de imposición, y buscar reactivar la economía con deuda externa recurriendo a la receta keynesiana, pero habrá que tener en cuenta que se estarán distorsionando las variables económicas al recurrir al endeudamiento externo; no se solucionarán los problemas heredados y, una vez que se acabe el financiamiento externo, regresaremos al punto de partida.
Me parece que hemos caído en tal locura de gasto que el Estado no aplica un sistema tributario para financiar sus gastos de funcionamiento, sino que parte de la siguiente premisa: ¿cuánto puedo exprimir al contribuyente para llevar la carga tributaria al máximo y así financiar la colección de programas populistas que tengo en el presupuesto? El principio es cuánto puedo explotar al contribuyente, no qué gastos necesito para tener un estado austero y eficiente.
¿Por qué una persona puede estar dispuesta a vivir en sociedad, sacrificando parte de sus ingresos y libertad? Para resguardarse de los ladrones errantes. De otros grupos de delincuentes. Si uno se une a grupos más amplios para defenderse de los depredadores, tendría más posibilidades de defenderse de ellos. Sin embargo, el populismo estatista y distribucionista terminó por transformarse en el gran depredador. Aquellos que producen le han delegado transitoriamente el monopolio de la fuerza a un grupo de personas para que los defienda de los depredadores, y ese grupo de personas terminó utilizando el monopolio de la fuerza para depredar a los que producen y mantener a los que no producen.
En síntesis, tengo la impresión que el camino indicado no es postergar la disminución de la carga impositiva sino, por el contrario, anticiparla para estimular la generación de más riqueza que es igual al ingreso y así tener más ingresos fiscales por ampliación de la base imponible.
De lo que se trata es de ir para el otro lado de la curva de Laffer, si es que queremos que el Estado deje de ser un depredador y sirva para lo que fue creado: defender el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas.
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@RCachanosky
Sobre Roberto Cachanosky
Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.