Obama y una decisión radical: adular a la brutal dictadura de La Habana
Entre los llamados a la tolerancia y las lamentaciones sobre el amargo...
Entre los llamados a la tolerancia y las lamentaciones sobre el amargo comportamiento partidista, Barack Obama tomó en sus manos un proceder perturbador y divisionista. Considérese su próxima visita a Cuba -hogar de la dictadura militar comunista que se muestra, sin el menor atisbo de arrepentimiento, antiestadounidense. El adular a un régimen brutal es una acción provocativa y radical. Y se está llevando a cabo de manera unilateral, sin la consideración de la voluntad del congreso.
La mayoría de los estadounidenses valoran su libertad y, en pos de la equidad, desearían que otros en el mundo sean igualmente libres. Con todo, tender la mano de la amistad a la dictadura de los Castro representará un retroceso para todos aquellos que buscaban una transición democrática para la isla.
Al día de la fecha, Granma -periódico y vocero del Partido Comunista Cubano- está diciéndole a su público cautivo en la isla que la visita del presidente estadounidense Barack Obama prueba que no existen violaciones a los derechos humanos en Cuba. Periódicamente, Granma le miente al pueblo cubano, que no ha tenido otro recurso en qué respaldarse, habida cuenta de que la totalidad de los periódicos pertenecen al Estado; tristemente, el órgano del partido no se ha equivocado esta vez: la visita oficial obviamente prueba que las violaciones contra los derechos humanos no son del interés del presidente de los Estados Unidos.
Numerosos conservadores en EE.UU., a la postre, se mostrarán ofendidos por la foto que acompañará las primeras planas, esto es, una fotografía de Obama con los líderes del régimen castrista -particularmente con Raúl Castro y su eternamente desfalleciente hermano, Fidel. Y la ofensa está a la orden del día. Los Castro, después de todo, urgieron a la ex Unión Soviética a que lanzase un ataque nuclear preventivo contra Nueva York, en oportunidad de la crisis de los misiles en 1962. 'La victoria del socialismo bien vale millones de víctimas atómicas', bramó el entonces camarada Ernesto 'Che' Guevara.
No es que estas transgresiones hayan comenzado, en rigor, a ser parte del pasado. Apenas dos años atrás, el régimen de los Castro ayudó a Corea del Norte a evadir las sanciones de Naciones Unidas sobre armamento.
Pero nada de eso parece conmover a Obama. El presidente parece empeñado en ofender a los ciudadanos estadounidenses de preferencia conservadora (esos campesinos que se 'aferran a sus armas y su religión', conforme alguna vez tuvo el gusto de ilustrar). A pesar de todo, él se muestra perturbado y en shock cuando esos campesinos no le dan lo que él desea. Se muestra herido, por ejemplo, cuando los líderes del senado le dicen que de ninguna manera le permitirán cubrir una vacante en la Corte Suprema hacia el final de su mandato, cuando tiene un pie afuera de la Casa Blanca.
Y la totalidad de esos líderes en el Senado están diciendo que la permitirán al pueblo estadounidense decidir -algo que el pueblo oprimido de Cuba nunca tiene la oportunidad de hacer. Sin embargo, el presidente -quien, cuando fuera senador, deseó obstaculizar la designación del magistrado Samuel Alito- ahora insiste en que es su derecho instalar al juez supremo que él designe, y cuando decida hacerlo.
El presidente Barack Obama ya ha hecho todo lo legalmente posible para restablecer relaciones diplomáticas con La Habana. Está limitado por la legislación y no puede poner término al embargo -decisión que queda bajo la discrecionalidad del congreso. Esto es lo que hace que la visita a Cuba sea simbólica. Y los conservadores estadounidenses deberían darle la bienvenida a ese simbolismo. La foto de Obama con alguno de los Castro será útil para, en el futuro, recordar a la Administración Obama.
Para sorpresa de pocos, el presidente declaró en San Francisco -durante la última semana de febrero pasado- que se mantendrá 'muy activo en la vida pública de este país', tras dejar la Casa Blanca. Nadie entendió que la silenciosa dignidad de George W. Bush sería el camino a tomar por este presidente.
En tanto se propone continuar con los asuntos importantes de la jornada, la instantánea junto a los autores de tantos tormentos contra once millones de cubanos en La Habana deberá servir como recordatorio primigenio de su temporada en la Oficina Oval, tan icónica como el viaje de Richard Nixon a lo que luego conoceríamos como Pekín.
Obama entiende que su viaje a La Habana va a tono con aquella tradición. Se olvida de la sentencia 'Solo Nixon podría ir a China', y que ésta significaba que Nixon podía visitar la República Popular porque el ex presidente contaba con fuentes anticomunistas de la Guerra Fría -algo de lo que Obama claramente carece. También olvida que China representaba un antídoto estratégico contra la Unión Soviética.
Al final del partido, el actual presidente estadounidense olvida -y no debería- que, en oportunidad de la campaña presidencial de 2008, dijo en Miami:
IMantendré vigente el embargo (...) nos proporciona la fuerza de negociación para presentar a este régimen una opción muy clara. Si Usted toma medidas significativas para acercarse a la democracia, comenzando por la liberación de la totalidad de los presos políticos, entonces nosotros tomaremos medidas tendientes a la normalización de relaciones.
Barack Obama también diría:
Mi política hacia Cuba estará guiada por un concepto: la libertad. El camino hacia la libertad de todos los cubanos debe comenzar con justicia para los prisioneros políticos cubanos, el derecho a la libertad de expresión, a tener una prensa libre, libertad de reunión, y debe conducir a elecciones libres y justas. Este es mi compromiso.
El jueves, luego de que el presidente anunciara su visita, me comuniqué con Antonio Rodiles por vía telefónica. En su rol de líder disidente cubano, Rodiles protestó por el hecho de que Obama se trasladará a Cuba 'sin haber presentado condiciones previas', a pesar de las claras promesas que realizara en Miami. Rodiles también se mostró cauteloso de cara a las promesas de la Casa Blanca, en el sentido de que el presidente se reunirá con disidentes en La Habana, 'como sucediera en Panamá'. Pero Rodiles observa que los únicos 'disidentes' con los que Barack Obama se reunión en oportunidad de la Cumbre de las Américas de Panamá el año pasado fueron 'disidentes' pro-Castro, elegidos uno por uno por el régimen.
Rodiles cree que es más probable que Obama invierta su tiempo en La Habana realizando un tour por el estado de béisbol, dado que la visita presidencial viene a coincidir con un juego entre el seleccionado nacional cubano y los Rayos de Tampa Bay. 'Quizás, Obama lance la primera pelota. Será un show', me dijo Rodiles.
En apariencia, los disidentes cubanos saben bien cómo interpretar al presidente Obama. Esperemos que nuestro senado sepa hacer lo propio.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2016/02/22/obamas-radical-decision-to-cozy-up-to-brutal-dictatorship/
Es vicepresidente de comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y periodista con veinte años de trayectoria, habiendo reportado desde Europa y Asia. Durante la Administración del ex presidente estadounidense George W. Bush, asistió en temas fiscales y de política exterior en audiencias dentro de Estados Unidos y en el exterior, inicialmente en la Securities and Exchange Commission (SEC) y luego en el Departamento de Estado.