Doble indemnización en Argentina: divorciarse es más barato
Además de aumentar los costos laborales y reducir...
06 de May de 2016
Además de aumentar los costos laborales y reducir, por tanto, la demanda de trabajo, el proyecto de la doble indemnización es ridículo. Es ridículo, porque lleva a extremos insostenibles.
De aprobarse el proyecto por el cual las empresas deberán duplicar los montos indemnizatorios en caso de despidos durante los 180 días después de la sanción, nuestro país llegará al ridículo que diez divorcios consecutivos sea más barato que pagar las indemnizaciones.
Hagamos un supuesto doble.
Por un lado, supongamos una empresa que inicia actividades con un capital de U$S 100.000 (dólares, para hablar de una moneda fuerte) y capitaliza en forma acumulativa al 5% anual durante los primeros diez años de vida. Alcanzará el valor total al cabo de 10 años de U$S 162.889 dólares. Supongamos también que dicha firma contrata el primer día a diez empleados, a los cuales les abona U$S 1.000 dólares (aproximadamente un salario industrial de $ 15.000 pesos). Supongamos, luego, que, tras un año, dicha empresa decide cerrar y pagar las indemnizaciones conforme al actual engendro que están proponiendo diputados y senadores de la oposición.
Cada empleado de nuestro ejemplo debería recibir un sueldo por año, más los dos sueldos de preaviso. Doce sueldos. Multiplicado por dos, veinticuatro sueldos. Más uno de vacaciones y medio sueldo por aguinaldo. ((10+2)*2 = 24 + 1 + 0,5 = 25,5). En total cada empleado deberá recibir 25,5 sueldos. Los diez empleados 255 sueldos. A un valor de mil dólares cada sueldo, el monto total de indemnizaciones alcanza U$S 255.000. Es decir que el monto total de las indemnizaciones (en nuestro supuesto extremo de cierre total) supera en un 57% al valor de la empresa de acuerdo a la capitalización planteada.
La otra parte del supuesto es la siguiente:
Supongamos que dicho empresario, en lugar de poner una compañía, coloca su dinero a plazo fijo a una tasa del 5% anual (igual que la utilidad neta empresaria planteada en el supuesto anterior). Sin embargo, a nuestro empresario no le va bien en la vida amorosa, y tiene la desgracia de divorciarse una vez por año. El pobre hombre se casa y se divorcia todos los años por espacio de una década.
Cada divorcio le cuesta el 50% del capital acumulado cada año. Quiere decir que, con los U$S 100.000 iniciales, capitaliza U$S 5.000 al cabo del primer año (5%) pero al divorciarse divide al 50% y se queda con U$S 52.500. Vuelve a apostar al plazo fijo al 5% y al amor. Y al año se divorcia nuevamente. Así, en diez oportunidades.
Nuestro enamoradizo empresario arrancó en el año cero con U$S 100.000 y tras diez divorcios (pese a las capitalizaciones) se quedó en los bolsillos sólo U$S 159. Poco, sí, pero positivo. Nuestro emprendedor anterior arrancó en el año cero también con U$S 100.000. Con su trabajo logró capitalizar al 5%. Alcanzando un capital de U$S 162.889. Contrató diez personas y al cabo de diez años decidió cerrar. Al amparo de la ley que proponen los diputados y senadores de la oposición, pagó indemnizaciones por U$S 255.000 dólares. Es decir le quedó un capital negativo de U$S 92.111.
Conclusión. Gracias a la ley de la doble indemnización, llegamos a la curiosa conclusión por la cual es menos riesgoso divorciarse una vez al año durante una década que contratar 10 empleados durante diez años.
Moraleja. Si cualquier persona piensa las veces que lo piensa antes de casarse una vez, imaginemos cuanto tiempo pensamos antes de casarnos diez veces. Si eso es menos riesgoso que contratar diez empleados, pensemos entonces por qué hay tantas dudas a la hora de aumentar la demanda de trabajo.
Una vez más, un grupo de legisladores demagogos se ha divorciado de la realidad.
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@Lacha
Sobre Gustavo Lázzari
El autor es economista en la Fundación Libertad y Progreso (Argentina). Publica regularmente sus trabajos en la web de la fundación y en el sitio web en español del Instituto Cato.