Inmigración: allí donde Donald Trump acierta
Con seguridad, no soy el único que se ha percatado de hasta qué punto la corporación de los medios de comunicación...
Con seguridad, no soy el único que se ha percatado de hasta qué punto la corporación de los medios de comunicación maldice a Donald Trump. A la luz del Brexit, sus simpatizantes fueron repetidamente vinculados a los británicos que votaron por el No a la UE, tildándose a ambos grupos de 'blancos con no tan buen nivel educativo'. Y, a lo largo de la pasada semana, el matutino The Washington Post ha estado examinando y atacando todo aquello que Donald Trump hiciera y dijera, castigando al presunto nominado por el Partido Republicano con un promedio de seis noticias editorializadas por día, y editoriales especiales.
Lo cierto es que Trump se ha ganado gran parte del oprobio gracias a sus frecuentemente contradictorias presentaciones de las políticas que pretende implementar, así como también por el lenguaje provocativo que lo ha dejado abierto a acusaciones de racismo y sexismo. Las advertencias racialmente edulcoradas de Trump en relación al terrorismo doméstico ciertamente exhiben un considerable apoyo popular, luego de los episodios de San Bernardino y Orlando, pero la realidad indica que los musulmanes estadounidenses exhiben, como grupo, una muy baja tasa de criminalidad, cuentan con un nivel educativo superior al promedio, y son financieramente exitosos. Fuentes originadas en las distintas fuerzas de policía revelan que estos ciudadanos cooperan con frecuencia con la ley, apuntando contra miembros de su comunidad que flirtean con la militancia extremista.
Asimismo, se presume a Trump culpable de otros delitos capitales -de acuerdo a las definiciones empleadas por elementos del Partido Demócrata-, incluyendo el evitar abrazarse a la diversidad y al multiculturalismo. Pero, en el trasfondo del atractivo que imprime a sus votantes, subsiste una cuestión en donde Trump ampliamente es asistido por la razón, y esa cuestión es la inmigración -tanto como fenómeno cultural como tema vinculado a la ley y el orden.
Su condena declarada contra la inmigración ilegal puede ser vista como la plataforma de lanzamiento de su exitosa campaña por la nominación de los Republicanos. Desde la perspectiva del Estado de derecho y la seguridad nacional, numerosos ciudadanos estadounidense se han mostrado perturbados por la poca predisposición del gobierno federal a controlar las fronteras del país, y muchos trabajadores de clase media-baja registran una postura más personal sobre el particular, mostrándose consternados por el impacto de la masiva inmigración ilegal en sus comunidades.
Mientras que la propuesta prohibición de Trump contra los turistas musulmanes se exhibe tanto constitucional como éticamente mal direccionada y, en mi opinión, potencialmente dañina para los intereses de mayor amplitud de los Estados Unidos de América, su reclamo tendiente a impedir temporalmente el traslado o la inmigración desde algunos países que tienen serios problemas de militancia es, en rigor, de alta sensibilidad. Esto se debe a que EE.UU. solo cuenta con una capacidad limitada para vetar a ciudadanos de tales países. La Administración Obama afirma que revisa con rigor a viajeros e inmigrantes -pero ha aportado escasa o nula evidencia para fundamentar que tales procedimientos son efectivos.
El primer paso a la hora de limitar el ingreso de viajeros es definir el problema. Mientras que es popular entre los medios y el congreso poner el foco en naciones como Irán, los ciudadanos de tales países no constituyen una amenaza severa. Los musulmanes shiítas (el grueso de los iraníes) no se han caracterizado por escenificar ataques suicidas, como tampoco han amenazado -como grupo- directamente a los intereses estadounidenses ni occidentales. Las organizaciones salafistas con llegada global y recepción internacional son, en su totalidad, de musulmanes chiítas. De hecho, al-Qaeda, ISIS, el Talibán y el Frente al-Nusra se autodefinen como musulmanes sunitas, y consideran a los shiítas como herejes. La mayoría de los combatientes de a pie que pierden la vida por los grupos terroristas o sus afiliados son sunitas que provienen de Irak, Siria, Paquistán, Afganistán, Yemén, Libia y Somalia, e incluso los europeos y estadounidenses que se unen a sus filas son sunitas.
No es coincidencia que el puñado de naciones musulmanas que alojan a insurgentes en actividad también han sido receptores de intervenciones militares estadounidenses, lo cual genera reclamos de venganza contra Occidente y contra los Estados Unidos de América en particular. Estas deberían ser las naciones que habría que monitorear con mayor rigor, individualizándose a los militantes que busquen trasladarse. Todos ellos representan plataformas de preparación para eventuales ataques, y debería asumirse que grupos como ISIS verían con buenos ojos el infiltrar a grupos de refugiados y de inmigrantes.
Las embajadas y consulados de los EE.UU. en el exterior son puntos de concentración para esos potenciales terroristas. Habiéndome desempeñado en las filas para requerimiento de visados en consulados americanos en el extranjero, comprendo las dificultades de ser justos con viajeros sinceros y, al mismo tiempo, tomar nota de aquellos cuyas intenciones son menos honorables. En el consulado, el proceso inicial de screening (revisión) basado en nombre y fecha de nacimiento dtermina si acaso un interesado se encuentra o no en algún listado asociado a terroristas. Cualquiera que allí destaque, es automáticamente impedido de contar con visado, pero lo cierto es que tales listas incluyen gran cantidad de información imprecisa, de tal suerte que es probable que 'cacen' a más personas inocentes de lo que servirían para localizar a terroristas reales. Individuos que hubiesen viajado a Irán, Irak, Sudán o Siria desde 2001, o que sean ciudadanos de esos países, son también seleccionados para una revisión adicional.
Aquellos visitantes que superan el screening inicial y que no son originarios de algunas de las 38 naciones que gozan del beneficio del 'visa waiver', mayormente en Europa, continúan al próximo paso, que tiene que ver con la categoría del visado -conocido como 'B-2'. En ese punto, el objetivo del consulado es determinar si acaso el potencial viajero tiene una buena razón para visitar los Estados Unidos, si cuenta con los recursos para pagar por el viaje, y si es probable que regrese a casa para el momento en que el visado expire. Este proceso busca establecer que el interesado cuenta con los bienes suficientes en su país de origen, para garantizar que volverá a él -reconocimiento del hecho de que el grueso de los fraudes con visados se relaciona con que la visita de un individuo desaparece en el mercado laboral informal de los Estados Unidos. El proceso se respalda en documentación, en tanto los interesados presentan evidencia de cuentas bancarias, empleo, lazos familiares y posesión de propiedades. En algunas ocasiones, las cartas de recomendación emitidas por líderes de firmas privadas locales o políticos podrían ayudar al proceso de decisión.
En algunos países, la evidencia documentable puede ser suplida con informes policiales, si el gobierno de origen del individuo coopera. Algunos consulados emplean a investigadores -generalmente, ex policías-, que están en capacidad de examinar registros públicos si existe alguna duda sobre el perfil del interesado o sobre sus intenciones, pero la mayoría de los gobiernos extranjeros no permiten acceso a documentación oficial. Recientemente, los chequeos de antecedentes son provistos por un examen de la presencia del interesado en el Internet, para determinar si acaso visita sitios de militancia extremista con frecuencia, o si él o ella discuten temas políticos en forma online. Si el interesado en obtener visa busca convertirse en residente de los Estados Unidos, el proceso se vuelve -naturalmente- más riguroso.
No obstante, las visas de inmigrante o de viajero son, de alguna manera, un proceso subjetivo. Conozco a un oficial de visados en Turquía que se mostraba predilección por rechazar a ciudadanos iraníes solamente 'por principios'. Ese acto era, en apariencia, arbitrario -pero esto se dio apenas registrado el episodio de la crisis con rehenes en la embajada americana en Irán y, plausiblemente, se basó en el hecho de que ya no existía sede diplomática estadounidense en suelo iraní y que los documentos presentados en Turquía eran imposibles de verificar.
La mayoría de las personas condenadas por casos de terrorismo en los Estados Unidos son nacidos en el extranjero. El tema sobre el cual Trump debería enfocarse es la incapacidad del gobierno federal para impedir el acceso a personas que aplican por un visado, de forma tal que la decisión pueda respaldarse lo suficiente en el punto de vista de la seguridad nacional, fallo que ha conducido a algunos políticos conservadores a comentar que la política de la Casa Blanca se resume a 'Invadir el mundo, invitar a todo el mundo'.
En numerosos sitios, los documentos oficiales son fáciles de falsificar o bien de ser obtenidos de manera genuina por burócratas corruptos. Si uno no está en posibilidad de dirigirse a la fuente para verificar un documento, los papeles enviados para respaldar una solicitud de visa son, con frecuencia, imposibles de autenticar. Entonces, ¿qué hace Usted cuando solicitantes oriundos de países en guerra civil -como ser Irak, Siria o Yemén- se presentan en un consulado para pedir un visado, y muchos de ellos carecen de documentación alguna? El tema se vuelve complejo, y Trump tiene razón cuando declama que deberíamos negar visados a todos aquéllos, hasta tanto se establezcan procedimientos para tomar decisiones de forma más coherente que la actual.
Otra oleada constante de inmigrantes en Estados Unidos proviene del proceso de reasignación geográfica de refugiados; Washington es signatario de acuerdos administrados por Naciones Unidas para relocalizar refugiados. Gran parte de las objeciones basadas en antecedentes e implementada por Naciones Unidas no son transparentes, y la relocalización de refugiados en muchas geografías se realiza por cuotas -siendo los EE.UU. uno de los países con mayor aceptación de los mismos (se espera que arriben aproximadamente 100 mil de ellos hacia 2017). Pero, ¿tiene la Administración Obama idea en relación a la confiabilidad de la información recibida sobre los eventuales nuevos ciudadanos americanos? Si la tiene, lo cierto es que no la da a conocer.
El grueso de los atacantes sauditas del 9-11 utilizaron visado temporal de turistas para ingresar al país, de tal suerte que la amenaza de origen debería estar clara para todo aquel funcionario involucrado en el proceso de ingreso, a los efectos de que los consulados estén alertados sobre el peligro. Pero, más allá de eso, la Administración Obama se ha mostrado complaciente. Lo cual sin dudas apuntaría al hecho de que ningún refugiado que llegó a los Estados Unidos ha ejecutado acto de terrorismo alguno apenas fue admitido su ingreso, lo cual podría ser cierto pero, de alguna manera, incompleto: la cifra estimada de 77 mil refugiados somalíes que, de algún modo, terminaron en Minnesota, involucró un número sustancioso de hombres jóvenes y mujeres que regresaron luego a sus países de origen para unirse a al-Shabaab, rama afiliada a al-Qaeda. Y, en cualesquiera de los casos, sería prudente recurrir a la cautela al analizarse modelos de comporamiento pasados, conforme grupos como ISIS han expresado su deseo de atacar a los Estados Unidos, y se han mostrado altamente adaptables en sus tácticas.
Las exigencias de Trump con miras a bloquear el acceso de numerosos visitantes y eventuales residentes podría presentarse como una reacción exagerada pero, hasta tanto el fallido sistema de inmigración sea reparado, al candidato le asiste más la razón que el error.
Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/what-trump-gets-right-on-immigration/
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.